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Las mejores películas de 2021

Les presentamos una lista de recomendaciones con las que consideramos que son las mejores películas de 2021.

El cine, como la vida, sigue su curso. A pesar de la pandemia, de los encierros, de los festivales en línea y las nuevas variantes, se siguen haciendo películas, se siguen proyectando, y el lenguaje cinematográfico se sigue transformando. Este 2021, hubo hermosas propuestas de cine radicalmente distinto, montajes sorprendentes, formas narrativas reveladoras, documentales que cuestionan la recepción de las imágenes e imágenes que nos cuestionan a nosotros. Así que, para disfrutar en este fin de año, les dejamos una lista con nuestras 20 películas favoritas del 2021.

Consideren, por supuesto, que como todas las listas, esta propuesta es completamente subjetiva. Esto es el fruto de un año en las salas de cine y de la continua cobertura de festivales nacionales e internacionales. En ese sentido, muchas de las películas que aquí se mencionan no se han estrenado en México. Por eso, esperamos que esta lista sirva, más que para reconocer cintas, para encontrar novedades, recomendaciones peculiares y posibles antojos para el naciente 2022.

Menciones honoríficas:

Pig de Michael Sarnoski (Estados Unidos): una hermosa película sobre la pérdida, el recuerdo en el paladar, y los martirios del pasado.

Benedetta de Paul Verhoeven (Francia-Países Bajos): una interesantísima reflexión sobre el poder y el mesianismo.

The Last One de Fariz Ahmedov (Azerbaijan): un impresionante documental sobre el último hombre en una franja de tierra olvidada por todos.

I Comete de Pascal Tagnati (Córcega): fue una hermosa sorpresa coral sobre un espacio social y geográfico íntimamente retratado.

Madres Paralelas de Pedro Almodóvar (España): es una reflexión necesaria sobre los desaparecidos de la guerra civil española.

The Last One de Fariz Ahmedov

20. France, Bruno Dumont, Francia

France es un chiste local. A través de esta película, Bruno Dumont, con su siempre peculiar e irreverente estilo, se mofa de los medios de comunicación, de los afectos contemporáneos, de la fama y de la reproducción estúpida de imágenes. También hace una profunda alegoría sobre cómo Francia se representa en el mundo. Si Jeannette (2017) y Jeanne (2019) fueron dos clases de historia sobre las clases de historia, France es una cachetada a todo lo que el hexágono, en toda decadencia, sigue proyectando como su imagen imperial sobre el mundo.

19. The Dawn, Dalibor Matanić, Croacia

Una absoluta sorpresa de Sitges 2021. The Dawn cuenta la historia de un futuro cercano, en Croacia. Ahí, la sociedad se ha dividido entre deseables e indeseables. La violencia se acerca y una familia debe decidir si quedarse o partir. La recreación del horror de la guerra de los Balcanes es evidente, pero Matanić no se queda ahí y construye toda una epopeya histórica. Como las últimas cintas de Dumont, con humor y crudeza, The Dawn hace un retrato de la historia de su país y reflexiona sobre el pacífico -y patético- futuro de un lugar profundamente herido por los horrores del genocidio y la guerra.

18. The Night, Tsai Ming-Liang, Taiwán / Train Again, Peter Tscherkassky, Austria / Blind Body, Allison Chhorn, Australia

Tres cortometrajes que merecen estar en toda lista de lo mejor del año. Tsai Ming-Liang, fuera de Taiwán, regresa, después de Days, para grabar una de sus películas más políticas. En la noche pacífica de Hong Kong se avista una tragedia. El silencio, la quietud, los restos de la protesta dicen mucho, como llantos apagados. Con Train Again, Tscherkassky hace su propia historia del cine. La primera imagen en movimiento, una imagen que quería capturar la realidad, se descarrila hasta las más enormes producciones hollywoodenses contemporáneas. Entre estos dos momentos, está el cine, un misterio, una fuerza imparable, un tren de motivos, otra vez, símbolos, lenguaje. Allison Chhorn teje con la cámara legados sensibles e íntimos. Cerca de las primeras experimentaciones familiares de Kawase, Chhorn se acerca al cuerpo de su abuela y reflexiona sobre la posibilidad de verlo. Hermoso y devastador ejercicio de perspectiva.

17. Taming the Garden, Salomé Jashi, Georgia

Es difícil pensar que nos va a sorprender la megalomanía de un político después de vivir toda una vida en México. Pero el retrato que hace Salomé Jashi de Bidzina Ivanishvili, el hombre más rico de Georgia y ex primer ministro, se sale de toda proporción. En todo el documental, Ivanishvili no es ni siquiera mencionado. Pero su presencia se sobreentiende. Él es el que paga sumas millonarias por comprar los árboles más grandes y frondosos de Georgia; el que compra enormes máquinas para desenraizarlos y trasplantarlos a su jardín privado; el que, literalmente, se roba las bellezas naturales comunitarias para sólo disfrutarlas él, con un carrito de golf, entre hectáreas y hectáreas de terrenos prístinos. Un documental sobre el poder, el dinero, el individualismo y la violencia masculina. Todo demostrado a través de árboles y raíces.

16. Moon 66 Questions, Jacqueline Lentzou, Grecia-Francia

Moon 66 Questions es un hermoso bildungsroman. Sofia Kokkali es maravillosa en su papel de joven infantil y mimada que, de pronto, se encuentra con la responsabilidad de cuidar a su padre en franca degeneración por la esclerosis múltiple. Ahí nace una nueva relación de recuerdos y secretos, de intimidad y la incomodidad surreal que sólo los griegos saben proyectar tan bien en el cine. Una cinta encantadora, por donde sea que se le vea y una de las selecciones musicales más increíblemente desconcertantes del año.

15. Bergman Island, Mia Hansen-Løve, Francia

La primera película en inglés de Mia Hansen-Løve es una reflexión punzante sobre la creatividad y la escritura. Pensar un argumento original, vivir a la sombra de grandes nombres vivos, criar una hija, recordar romances antiguos, vivir presentes frustraciones: el proceso de creación es un parto tormentoso. Todo para encontrar que la realidad se cuenta y que la ficción es intensamente vivencial. Refrescante, hermosa e inteligente película.

14. Todo lo que se olvida en un instante, Richard Shpuntoff, Argentina

Todo lo que se olvida en un instante es una cinta iluminadora. La vida de un fotógrafo atravesada por ciudades, textos, y recuerdos. Shpuntoff recorre Buenos Aires, reflexiona sobre el Nueva York de su padre, piensa sus recuerdos de la ciudad, su vivencia de las urbes, lo que implicó que fueran construidas. Aquí, la pantalla se fragmenta para tratar de entender algo, al azar, como cuando uno se pierde en las calles, como si la memoria pudiera caminarse.

13. Bad Luck Banging or Looney Porn, Radu Jude, Rumania

La delirante comedia pandémica de Radu Jude no se va con sutilezas. Se difunde el video pornográfico de una maestra. Amigos, familiares y colegas la juzgan. En la escuela privada donde da clases, debe confrontar a un improvisado juicio de sus pares. En el juicio son evidentes los bandos: los conservadores, los militaristas, los fascistas, los falsos progresistas, los intelectuales, los padres de familia angustiados, los homosexuales, los curas y los generales… Cada uno tiene una opinión sobre la vida privada de la maestra. Porque ninguna de nuestras vidas es privada en el capitalismo de la vigilancia. Liberadora, violentamente irreverente e imperdible. Porque todos somos caricaturas calenturientas.

12. No táxi do Jack’, Susana Nobre, Portugal

Con una sensibilidad amorosa, Susana Nobre cuenta la historia de Jack, un taxista que recorrió durante décadas las calles de Nueva York. Ahora Jack no tiene trabajo y debe rogar en diferentes lugares para que le estampen una atestación de que está buscando empleo. Su empleo, pues, es estar desempleado y comprobarlo. Esta falta de trabajo ocupada, ociosa, burocrática y estúpida, lo llevan a pensar en esa otra vida que tuvo, en otro lado, en otro universo y en otro tiempo. Esa vida que se le fue entre las manos para dejarlo con nada. Esa vida en la que fue testigo de la vida de los otros, aquellos que no tienen que sellar cartillas, aquellos que no tienen que extrañar el pasado.

11. El perro que no calla, Ana Katz, Argentina

Pocas películas fueron más hermosas para ver en la pandemia como El perro que no calla. Ana Katz logró crear a un personaje a prueba de todo. A prueba de la crueldad del mundo, de los gases tóxicos extraterrestres, de la muerte de sus amigos, de la vida y sus horrores. Ver así, entre tanto sufrimiento, a una persona que sigue adelante a pesar de todo, sonriendo, aceptando lo que viene, es tan hermoso como inesperado. También es valiente hacer un retrato de optimismo tan puro, tan bellamente filmado, tan disfrutable. Una rareza fuera de este mundo.

10. El Planeta, Amalia Ullman, Estados Unidos-España

Entiendo por qué Dan Sallit escogió El Planeta como la mejor película del año. El primer largo de Amalia Ullman es todo lo que ese director tan cinéfilo ama: diálogos que rozan lo absurdo, comedia devastadoramente honesta, una sensación de vida que atraviesa todo el artefacto fílmico. El Planeta es una amarga comedia sobre las apariencias, la injusticia y la dignidad. Por eso, de alguna manera, al contar la historia miserable de una madre y una hija, Ullman también habla de todo el planeta.

09. Can’t Get You Out of My Head, Adam Curtis, Reino Unido

Adam Curtis, como algunos vinos, mejora con el tiempo. El mítico documentalista con derecho de piso para escarbar en los archivos de la BBC, regresó este año para hacer otro de sus monumentos. Esta vez, Curtis se pregunta por el estado mental del mundo: ¿cómo convive el individualismo más rampante con la globalización? ¿La necesidad de hiperconexión y la soledad? ¿La proliferación de datos accesibles y la paranoia de conspiraciones invisibles? Pautado por el himno millennial de Song for Zula por Phosphorescent, Can’t Get You Out of My Head es una devastadora pregunta generacional. Aquí es donde nos vemos al espejo.

08. Notre endroit silencieux, Elitza Gueorguieva, Francia

Elitza Gueorguieva busca a su padre. Al menos, busca saber qué le pasó a su padre después de un naufragio misterioso años atrás. Una búsqueda sin mucha esperanza, pero que tampoco la necesita. Porque la búsqueda en sí es algo creativo, curativo, transformador. Un documental profundamente literario sobre la traducción entre lenguajes y medios y sobre cómo nos decimos en el vacío de nuestras ausencias. La película que más me conmovió en todo el año.

07. Memoria, Apichatpong Weerasethakul, Colombia-Tailandia

Apichatpong viajó a Colombia para filmar su nueva película. Es la primera vez que filma en español e inglés. Y aún así, Memoria es una típica película suya. Este es el Apichatpong que se preocupa por las texturas, los espacios, el contexto sonoro y visual que rodea a sus personajes; aquí están también sus obsesiones con los vestigios, lo que queda, las civilizaciones ancestrales y los visitantes de otro mundo. Hermosa construcción sonora que experimenta con la misma idea de lo que se queda, como una película, impreso en la memoria material del mundo.

06. El gran movimiento, Kiro Russo, Bolivia

El gran movimiento es la historia de una enfermedad y una curación. La enfermedad podría ser la de Elder, un joven minero que está luchando por recuperar su trabajo y que, en su viaje a La Paz, empieza a sufrir un mal indecible. La enfermedad también podría ser la de un mundo que abandona a sus hijos en la miseria. La vida de Elder, desde Viejo calavera (2016), es una espiral infernal. Aquí, Elder conoce los umbrales de la muerte y solamente un conocimiento milenario, a través de las manos de viejos chamanes, puede tal vez salvarlo. Extrañamente graciosa y hermosamente filmada, El gran movimiento es una cinta pautada por su propio misticismo. Una de las películas latinoamericanas más originales de los últimos años.

05. Que será del verano, Ignacio Ceroi, Argentina

Ignacio Ceroi viajó con su novia en 2019 a Francia. Ella iba a estudiar y él iba a pasar el verano. Pidió en línea una cámara de mano que, cuando llegó, tenía una tarjeta de memoria dentro. Ahí, Ignacio encontró a Charles, un hombre retirado que pasaba sus días caminando con sus perros, grabando detalles cotidianos: una cena, un momento de descanso, los árboles, un arroyo… Ceroi contactó a Charles para regresarle sus imágenes o, tal vez, hacer algo con ellas. Charles aceptó narrarle lo que sucedía en las imágenes. Y las imágenes, mientras tanto, se vuelven cada vez más extrañas. Charles aparece en África, vive una guerra civil, cuenta historias abigarradas. Luego, las imágenes se detienen y, tal como llegaron, desaparecen. Al final, ¿quién contó el documental? ¿Quién lo grabó? ¿Quién es Charles en voz de Ignacio Ceroi? ¿Qué significan, finalmente, estas imágenes?

04. Ahed’s Knee, Navad Lapid, Israel

La controversial nueva película de Navad Lapid es, también, una de sus más logradas protestas. En el centro de esta película hay una historia cruel. Dos reclutas jóvenes del ejército israelí están en un búnker en la frontera con Líbano. Esperan la llegada de los enemigos, pero los enemigos no llegan. De pronto, suena el teléfono rojo y se anuncia la llegada de los enemigos. Los superiores y todos los soldados comen una pastilla de cianuro y esperan el sacrificio de los más jóvenes. Uno de ellos, sabiendo que todo es una farsa y que, en realidad, está engullendo una pastilla de azúcar, accede. El otro llora desesperado. Entre el soldado que los obliga al falso suicidio (el victimario), el soldado aterrado (la víctima) y el soldado que sabía que todo era falso (el testigo), viven todos los ciudadanos de Israel: porque ahí o eres víctima, o eres victimario o eres un testigo silencioso. Inteligente, brutalmente honesta, filmada con rabia, Ahed’s Knee es una película convencida de la piedra que está lanzando.

03. What Do We See When We Look at The Sky? Alexandre Koberidze, Georgia

Este fue un año ocupado para Alexandre Koberidze. No nada más protagonizó la nueva comedia marxista de vampiros de Julian Radlmaier, sino que también dirigió un hermosísimo cuento de hadas. Koberidze dejó atrás la capital insistente de Let The Summer Never Come Again (2017) para situarse en la pequeña población de Kutaisi al oeste de Georgia. Ahí causó el encuentro de sus dos protagonistas, jóvenes ilusos que pronto se enamoran. Lo que no saben, es que les caerá una maldición cantada por una coladera, una cámara de vigilancia y el viento. Malditos, los dos se despertarán al día siguiente en un cuerpo distinto. Los dos amantes transformados regresan al lugar en donde prometieron encontrarse llenos de frustración y esperanza. Están ahí, pero no se encuentran. Mientras, la vida pasa en la ciudad: los perros ven el mundial, los cafés se preparan para el mundial, Messi gana el mundial; hay árboles y proyectos cinematográficos y libros que leerse; hay cervezas y comida y puentes y ríos. El amor, en suspenso, nos deja ver lo que el melodrama muchas veces oculta: que la vida alrededor es hermosa, que está llena de detalles, que vale la pena ver al cielo porque entre las nubes, nunca pasa lo mismo.

02. Mad God, Phil Tippett, Estados Unidos

Phil Tippett es un genio irredento. El heredero de Ray Harryhausen en el arte del stop motion en Hollywood no tiene nada que demostrarle a nadie. Pero una mente tan inquieta rara vez puede mantenerse al margen. Después de casi treinta años, por fin Tippett pudo acabar su pesadillesca locura de stop motion. Mad God es una película imposiblemente compleja y absolutamente sencilla. Hay una camino que recorre un héroe, adentrándose siempre, para abajo y para los lados, en un mundo que se siente como las capas dementes de otra realidad que nos rodea. El héroe siempre avanza, el camino siempre sigue, las capas siempre revelan otras capas. En un momento, estamos absolutamente perdidos en las entrañas de esta creación demente. Pero, en ese extravío, vivimos una intensa experiencia creativa abandonándonos a los caprichos de un dios loco. Ese es el acto mismo del cine, ese es el mecanismo que aceptamos, ese es el pacto que tanto nos fascina.

01. Drive My Car, Ryusuke Hamaguchi, Japón / Wheel of Fortune and Fantasy, Hamaguchi, Japón

El hecho de que Ryusuke Hamaguchi haya hecho dos películas durante la pandemia es impresionante; el hecho de que las dos sean tan maravillosas es simplemente increíble. Como una mezcla entre el melodrama contenido de Asako I & II (2018) y la propuesta de actuación experimental de Happy Hour (2015), Hamaguchi teje estas dos películas con una sensibilidad profundamente literaria. Ambas son una reflexión profunda sobre la actuación y la enunciación actoral; ambas enarbolan complejos juegos narrativos con sutileza y soltura; ambas logran una fuerza emocional absolutamente única. Estas dos películas muestran a un cineasta en pleno control de su arte, lleno de esperanza por el cine narrativo, enamorado de sus personajes y de las enormes posibilidades que ofrecen. Aquí está toda la potencia de la ficción como reflexión de la vida, como puro placer, como una verdad más allá de lo real. Hamaguchi es el futuro.

Wheel of Fortune and Fantasy de Ryûsuke Hamaguchi

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