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Bifobia: la discriminación que hacemos todos

La bisexualidad es una orientación sexual que ha sido invisibilizada y discriminada. Te explicamos qué es.

La aversión a la bisexualidad es un problema grave y poco visto

La bisexualidad es una orientación que procuramos no mirar, que invisibilizamos al grado de vulnerar a los que la conforman. Investigaciones recientes demuestran que la aversión a los bisexuales se ejerce en incontables sectores sociales. Un reporte elaborado por Equality Network, en Reino Unido, indica que muchísimos bisexuales han padecido actitudes o comentarios inapropiados (o agresivos) al solicitar atención médica y/o terapéutica. Ello es sólo una pequeña parte de un cúmulo más amplio de discriminaciones. Esto se llama bifobia.

A pesar de nuestros esfuerzos por remediarlo, la intolerancia todavía vive entre nosotros. La aceptación de formas distintas de vida implica, casi siempre, la caída de nociones duras como las piedras. En el marco de lo anterior, podemos pensar en una fecha importante, pero poco visible todavía: el Día Internacional de la Bisexualidad, que se celebra anualmente cada 23 de septiembre desde 1999. Se trata de una fecha para pensar, valorar y celebrar la bisexualidad, su historia y su irrupción en la vida erótica del mundo. Es preciso mencionarlo: la comunidad bisexual padece diariamente discriminaciones que provienen de personas heterosexuales y, por si fuese poco, también de sectores y organizaciones LGBT. El asunto no es menor: la discriminación parece ser un artefacto que, como la infección, puede propagarse y ramificarse.

(Foto por Gareth Cattermole/Getty Images)

El problema conlleva el mantenimiento de barreras que, a la larga, sólo nos hacen daño. Por lo tanto, es necesario sentarse a hablar de cómo nos relacionamos con esta preferencia.

Dato y prejuicio

En un boletín publicado en 2013, la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDH) hizo una declaración preocupante: aún está pendiente la gestión y el desarrollo de políticas públicas que atiendan la bisexualidad y prevengan su discriminación. En efecto, se han logrado avances significativos en cuanto a la protección de los derechos de la comunidad LGBT. Sin embargo, es notorio que las necesidades de la población bisexual no han sido debidamente consideradas. La bifobia es real. Una pequeña revisión de las noticias y artículos sobre el tema, lleva a la certeza de que la CDHDH no es el único organismo que ha identificado el problema.

Katherine García, colaboradora de EverydayFeminism, escribió un íntimo artículo testimonial titulado “3 formas en que la bifobia daña la salud mental de los bisexuales”. En él, García da cuenta de uno de los factores que más contribuyen a su invisibilización (y discriminación): no existe suficiente investigación formal sobre los problemas que afectan específicamente a esta comunidad. La reflexión y discusión imparcial sobre el tema es muy escasa. De lo poco que hay, García destaca ciertas estadísticas. Algunas son muy preocupantes.

  • Los hombres bisexuales son 6.3 veces más vulnerables al suicidio que los hombres heterosexuales, mientras que los varones homosexuales son 4.1 veces más susceptibles a ello.
  • Personas bisexuales han reportado índices más altos de abuso de tóxicos que personas homosexuales.
  • La comunidad bisexual presenta más ansiedad y depresión que la comunidad homosexual.

Entre otras.

(Foto por Spencer Platt/Getty Images)

Vale la pena preguntarse por las causas de estos índices. ¿Qué opera detrás de estos datos y, sobre todo, detrás del sufrimiento entre personas bisexuales? Como siempre cuando se trata de discriminación, lo que allí se juega es un prejuicio. La bisexualidad es un artefacto altamente incomprendido y marginado como orientación sexual. Además, es importante considerar que, cuando alguien se declara poseedor de esta preferencia, lo hace en condiciones más vulnerables que los homosexuales: la falta de investigación sobre el tema expone al bisexual a la incomprensión y, por lo tanto, a la bifobia. Esta actitud puede provenir de los círculos más conservadores, o bien, de la misma comunidad LGBT. En este sentido, el bisexual pertenece y, al mismo tiempo, no pertenece a dicho sector: salir de la monosexualidad (hetero u homo) implica plantarse en un terreno que a muchos puede resultar amenazante.

¿Los prejuicios? Se piensa que la bisexualidad no existe, sino que es un estado intermedio (e incómodo) entre la heterosexualidad y la homosexualidad. Además, existe la noción de que el bisexual es, necesariamente, un promiscuo cuyo modo de vida podría propagar enfermedades. En palabras de Katherine García, parece que asumirse bisexual conlleva recibir acusaciones puritanas, más bien simplonas: sólo tratas de llamar la atención. Otros testimonios son reveladores. Tania, de España, menciona lo que ha tenido que escuchar por parte de heterosexuales, gays y lesbianas: “me han llamado viciosa, ‘si te gustan hombres y mujeres eres una viciosa’, eso me lo han dicho a la cara, he sufrido rechazo, un rechazo frontal y directo”.

La discriminación, lo sabemos, nunca se queda en el nivel verbal, sino que siempre adquiere dimensiones que atraviesan el cuerpo, que duelen.

(Foto por Scott Olson/Getty Images)

Prejuicio y daño

Si no nos cuidamos, el estereotipo puede anidar en sectores de alta responsabilidad, como los servicios de salud. Ya mencionamos el reporte hecho por Equality Network. Él señala que muchos bisexuales han sufrido actitudes o comentarios bifóbicos al buscar atención terapéutica y/o médica. Al parecer, hay una severa carencia de servicios incluyentes en organizaciones regulares y de carácter LBGT. Según el informe, 48% de los encuestados “ha escuchado comentarios bifóbicos y al 38% le han dirigido juicios indeseados sobre su bisexualidad al momento de solicitar dichos servicios”. Además, la frecuencia de la bifobia llevó a los encuestados a decir, en algunas ocasiones, que no eran bisexuales sino heterosexuales, o bien, homosexuales. Una de ellas mencionó que una enfermera se negó a atenderla porque debía “decidir cuál género le gustaba”, alegando que es “antinatural gustar de los dos”. Otra encuestada mencionó que, al hablar de su violación, su psicoterapeuta le dijo que esta había sido culpa de su bisexualidad.

Por otra parte, los Centros para el Control y la Prevención de las Enfermedades publicaron un estudio cuyos resultados son preocupantes: los hombres bisexuales experimentan índices más altos de VIH que los heterosexuales y, además, son más vulnerables a otras enfermedades de transmisión sexual que el resto de la población. La razón está en la bifobia, cuya operación muchas veces impide a los varones bisexuales buscar atención médica, o bien, realizarse estudios para diagnosticar enfermedades de transmisión sexual (ETS). La falta de atención a la propia salud resulta contraproducente, dañina, y ella es efecto del miedo al repudio. William Jeffries, autor del estudio, menciona que la aversión a la bisexualidad es aún más grande y difundida que la homofobia, pues algunos miembros del sector LGBT la practican.

(Foto por Paula Bronstein/Getty Images)

Suele pensarse, entre los círculos más conservadores de la sociedad, que salirse de la norma heterosexual es un incentivo a la propagación indiscriminada de las ETS. Esa noción es la que soporta la creencia de que el sida es adquirido más frecuentemente entre los homosexuales, como una especie de castigo. Sin embargo, el estudio anterior implica lo contario: es el prejuicio mismo lo que podría fungir como un incentivo a la desprotección de la propia salud y, por lo tanto, a la contracción de dichas enfermedades.

Lo cierto es que la falta de estudios sobre la bisexualidad conlleva el sostenimiento de su discriminación. Discriminación que, vale la pena recordar, es ejercida por sectores de la sociedad que son, ellos mismos, discriminados constantemente.

¿Cómo hacer, pues, para desactivar el daño?

(Foto por Express/Express/Getty Images)

Algunos consejos

En los casos de discriminación, el miedo suele ser efecto del desconocimiento, de la ignorancia. Solemos olvidar que, frente a lo otro, es válido reconocer que no sabemos sobre su constitución. Lo importante es atreverse a cruzar el umbral; preguntar, por lo tanto. Hay que informarse, pensar, hablar. Katherine García nos da una lista de recomendaciones muy pertinentes.

  • Si eres un proveedor de servicios de salud, habla a tu equipo sobre las especificidades de atender a personas bisexuales.
  • En caso de poder hacerlo, dona a la investigación formal de la bisexualidad y temas aledaños a ella.
  • Escucha las historias de personas bisexuales. Podrías aprender algo que te ayude a ser un mejor aliado en tus encuentros futuros con actitudes bifóbicas.
  • Pregunta. En ocasiones, la aceptación de la bisexualidad se hace notar cuando alguien busca aprender más sobre ella.

Visibilizar la bisexualidad, concederle la relevancia que merece y necesita, es la vía hacia la aceptación cabal de su existencia. Que el Día Internacional de la Bisexualidad sirva para celebrarla, para abrir una vía fructífera hacia la tolerancia.

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