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Lenguas de señas: cómo llegó a México la magia de ver voces

Te presentamos un breve panorama resumido de las lenguas de señas y su historia en México y algunas regiones del mundo.

En febrero de 1867, seis niñas y seis niños acudían por primera vez al Colegio de San Gregorio, en la Ciudad de México, para iniciar un ciclo escolar que haría historia en la nación. Esa docena de alumnos representaba la primera generación de la Escuela de Sordomudos, la primera en su tipo en el país.

Los menores eran parte de una población cuyas particulares condiciones no habían sido consideradas en los proyectos educativos. La idea de esta innovadora escuela había sido planteada por el francés Eduardo Huet, quien ya había desarrollado proyectos similares en París y en Rio de Janeiro considerando el uso de señas como ruta pedagógica.

La propuesta cayó en tierra fértil porque, seis años atrás, Benito Juárez y su ministro de Justicia, Ignacio Ramírez, habían promulgado una ley que buscaba establecer la Institución de Escuelas Públicas para sordomudos. El segundo golpe de fortuna ocurrió, ya durante el Segundo Imperio mexicano, con el interés demostrado por la emperatriz Carlota y la posterior aprobación de la iniciativa del maestro sordo.

A la caída de Maximiliano, el gobierno juarista llevó aquella Escuela Municipal de Sordomudos a otro nivel, al otorgarle reconocimiento en todo el país y convertirla en la Escuela Nacional de Sordomudos. Este fue un paso trascendental para las comunidades con discapacidad auditiva y para el reconocimiento de sus lenguas.

El derecho a comunicarse

Si bien la comunicación por señas es tan antigua como la humanidad, las lenguas basadas en esta forma de expresión han tenido que tomar un camino intrincado y muy prolongado para ser admitidas como un derecho en la educación y en todos los ámbitos de participación social y cultural, así como para reforzar la identidad lingüística de las comunidades de personas sordas y de todos los usuarios de estos sistemas de signos.

A la luz del tiempo, habría que resaltar esfuerzos importantes, desde la Reducción de las letras y Arte para enseñar a hablar a los mudos, considerado el primer tratado moderno de Fonética y Logopedia, que en 1620 proponía el uso de señas alfabéticas como método de enseñanza para los sordos, hasta la mucho más reciente Convención sobre los derechos de las personas con discapacidad que reconoce y promueve el uso de las lenguas de señas, con el mismo estatus que las leguas habladas.

Reducción de las letras y Arte para enseñar a hablar a los mudos. (Imagen: Biblioteca Cervantes Virtual/Universidad de Alicante)

De acuerdo con la Federación Mundial de Sordos, se calcula que hay más de 70 millones de personas sordas en todo el mundo y se han identificado al menos 300 lenguas de señas distintas.

En México, según el censo 2020 del INEGI, hay más de cinco millones de personas que tienen limitaciones para escuchar. La Lengua de Señas Mexicana es, por mucho, la de uso más extendido en nuestro país; las cifras oficiales refieren que es utilizada por unas 250 mil personas. Sin embargo, en los entornos locales también se identifican otros sistemas de signos como la Lengua Maya Yucateca, en el sureste, y al menos otra más que se utiliza en la comunidad purépecha de Michoacán.

Ente los avances más recientes en favor de los usuarios de las lenguas de señas en nuestro país, en noviembre de 2021, el Congreso mexicano aprobó una reforma a la Ley General para la Inclusión de las Personas con Discapacidad que establece que Secretaría de Salud promoverá la formación e incorporación de personal médico capacitado en la Lengua de Señas Mexicana y que la Secretaría de Educación Pública impulsará un modelo de educación que incluya el español, a la Lengua de Señas Mexicana y a las lenguas indígenas, según el contexto cultural.

Federico Fleischmann, fundador de la asociación civil Acceso Libre, afirma en la Presentación del Diccionario de Lengua de Señas Mexicana Manos con voz, que las personas sordas han desarrollado su propio lenguaje como medio de socialización y mecanismo compensatorio, aunque ello “no les facilita la relación con el resto de la comunidad, en especial, con los oyentes que desconocen ese lenguaje”.

Identidad lingüística y diversidad cultural

Ante todas estas situaciones y desafíos, en 2017 la Organización de Naciones Unidas estableció el 23 de septiembre como el Día Internacional de las Lenguas de Señas, con el propósito de resaltar “una oportunidad única para apoyar y proteger la identidad lingüística y la diversidad cultural de todas las personas sordas y otros usuarios de la lengua de signos”.

Está profundamente equivocado quien piense que las lenguas de señas se reducen a una mera traducción de lo que otros hablan. En el universo de los sistemas de comunicación y de expresión, este, el de las señas, tiene vida propia, gracia única y una fuerza tan evidente que sobra describirla.

Es una forma de expresión que trasciende a las manos para involucrar gestos y movimientos corporales diversos, que agudiza la mirada y pone la atención a flor de piel, que obliga a mirar a los ojos y a deletrear la boca.

Es el desafío de “ver voces”, como diría Oliver Sacks, el neurólogo, psiquiatra, humanista y escritor británico que se adentró en el mundo de los sordos y describió su lengua de signos como algo lleno de plasticidad y belleza, “capaz de crear la magia de la poesía y de envolver a las personas en un mundo onírico lleno de imágenes fantásticas. Sirve para confesarse, para la filosofía, para discutir o hacer el amor. Está llena de fuerza simbólica… El alma que se escapa por sus dedos es para ellos la vida misma”.

El lenguaje de señas no es una mera interpretación de lo hablado, sino un idioma único y alternativo, tan complejo, tan rico y tan efectivo para el pensamiento y la transmisión de la cultura como lo es cualquiera otra lengua.

Los seis niños y las seis niñas que asistieron al Colegio de San Gregorio el siglo antepasado se han multiplicado casi exponencialmente. Sin embargo, aunque mucho se ha avanzado en estos objetivos, la deuda histórica con las poblaciones que utilizan estos códigos no ha sido saldada. El camino para el reconocimiento de su identidad y para la integración de sus lenguas aún es largo y algo sinuoso.

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