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¿La nueva Mujer Maravilla es un símbolo feminista?

Wonder Woman (La mujer maravilla 2017) interpretada por Gal Gadot ha sido un punto reflexivo sobre el feminismo. ¿Se trata de un símbolo feminista?

Una heroína pensada por mujeres

Por primera vez una mujer dirigió una exitosa película de superhéroes. Su nombre es Patty Jenkins y su trabajo, la última versión de Wonder Woman para pantalla grande. Sólo en su primer fin de semana, el estreno recaudó 100.5 millones de dólares en Estados Unidos y con ello se convirtió en la película más exitosa de la historia, dirigida por una mujer.

En la nueva versión de la trama creada por DC Comics en los cuarenta, la Mujer Maravilla es representante de algunos feminismos. Así es: nos ha tocado ser testigos de la transformación (lenta, pero poderosa) de un icono de la cultura pop que en su momento más álgido fue una representación hipersexualizada de las mujeres y ahora propone un nuevo paradigma de heroína.

La Mujer Maravilla apareció por primera vez en el número 8 de All-Star Comics, en diciembre de 1941 y fue creada por el psicólogo norteamericano William Moulton Marston, su esposa, Elizabeth Holloway Marston, y el artista H. G. Peter. Su apariencia era muy parecida a la de las pin-up girls, imágenes de mujeres en actitudes eróticas, utilizadas masivamente durante la Segunda Guerra Mundial como amuletos de suerte entre los soldados estadoundienses.

A pesar de su diversidad, la mayoría de pin-ups reproducían un solo canon de belleza (todas de piel blanca, ojos grandes, talles delgados con pechos y caderas grandes). En su inicio, la Mujer Maravilla era una condensación de ellas y su vestuario era una adaptación de prendas de lencería (un corsé y unos calzones a la cintura), botas altas, muñequeras y una tiara. Los colores de su disfraz eran los de la bandera estadounidense.

(Foto por Warner Brothers/Getty Images)

Además de referir visualmente a las pin-ups, el personaje tenía en su constitución algunos elementos de la cultura clásica: su nombre, Diana, hacía honor a la diosa romana consagrada a la caza, protectora de la naturaleza y la Luna; sus superpoderes, a la raza de las amazonas, pueblo de mujeres guerreras en la mitología griega. De ahí que en la historia que narra Jenkins, Diana sea hija Hipólita y desde su infancia sea entrenada en artes de guerra. La idea original de su creador, según explica Bob Duggan, no carecía de elementos feministas:

Mientras la Mujer Maravilla inspiraba a las mujeres a explotar su potencial completo, también preparaba a los jóvenes que leían los cómics para el matriarcado por venir, el cual Marston creía devotamente que comenzaría después de la guerra.

Sin embargo, tras la muerte de su creador en 1947 el personaje quedó a la deriva de nuevas ideas y caracterizaciones. De esa forma, se fue desgastando el mensaje de que todas las mujeres eran capaces de liberarse y empoderarse. En su lugar, se fortaleció la idea estereotipada de la mujer que vive para su esposo: en la historieta de aquellos años, Diana Prince renuncia a sus poderes para dedicarse de lleno a su matrimonio. Este cambio radical ocurrió en respuesta a las hipótesis del psiquiatra Fredric Wertham sobre la perniciosa influencia del cómic en sus lectores. En los años setenta, una revista feminista llamada Ms. usó la imagen de la Mujer Maravilla y le devolvió su antigua potencia emancipadora.

La popularidad del personaje creció con la aparición de una serie televisiva llamada Wonder Woman, que duró tres temporadas, con sesenta episodios. Por esos años también se hizo una película para televisión. La protagonista en ambos formatos fue la modelo Lynda Carter (finalista del concurso Miss Mundo en 1972). La identificación entre el personaje y Carter llegó a ser tan fuerte que se extendió hasta nuestros días: esta actriz fue invitada de honor a la ceremonia organizada por la ONU para anunciar a la Mujer Maravilla como embajadora del empoderamiento femenino en octubre de 2016.

Gal Gadot (izquierda) con Lynda Carter (derecha). (Foto por Alberto E. Rodriguez/Getty Images)

Para 2017 algunas cosas han cambiado: la actriz que hizo el papel de Diana de Temiscira es de piel morena y ojos negros. Gal Gadot nació en Israel en 1985 y ha dedicado su vida a la actuación y al modelaje. Sí, al igual que Carter esta mujer también fue participante en el concurso Miss Universo. Sin embargo, su tipo de belleza es otro. Aunque su figura sigue siendo estilizada y en la película se refuerza varias veces que es una mujer bella, el personaje tiene conciencia de que lo fundamental para su apariencia es conservar su capacidad de librar peleas y no perder fuerza. Zoe Williams explica con humor que:

Sí, ella está medio desnuda gran parte del tiempo, pero esto no es una cosificación tanto como una reinvención cultural: tener muslos, muslos reales que te permitan patear cosas y no unos muslos que parecen brazos, es un acto feminista.

Cuando la Mujer Maravilla entra al mundo de los humanos, a la Inglaterra de principios del XX para ser más específicos, responde con asombro no sólo frente al papel de las mujeres en esa sociedad, sino también a la posición de los hombres a cargo de las decisiones militares de la Gran Guerra. El contrapunto de la heroína es Etta Candy, una sufragista que trabaja como secretaria de un soldado y espía estadounidense llamado Steve Trevor. La breve relación entre ellas y sus conversaciones permiten una crítica sutil pero eficaz: “¿Cuál es la ropa que usan las mujeres para ir a la guerra?”, le pregunta a Etta una Diana sorprendida frente a la estrechez de los corsés y el peso de los faldones con crinolina.

La determinación de Diana por seguir su llamado a combatir al dios Ares no frena ante los intentos de Trevor por disuadirla: “Lo que hago no depende de ti”, es la respuesta contundente que da la Mujer Maravilla cuando su compañero de armas trata de detenerla. De esa manera, la película muestra a una mujer que no se somete a la voluntad de un hombre; sino que, por el contrario, toma sus propias decisiones y se mantiene firme en ellas, con independencia y autonomía.

Cuando el personaje fue creado, el lugar de las mujeres en la sociedad comenzaba a transformarse drásticamente: las investigaciones que permitieron la creación de la píldora anticonceptiva se desarrollaban velozmente, a tal grado que en 1957 su venta se comercializó de forma legal en varios países; y desde 1948 el sufragio femenino fue reconocido como un derecho humano universal, consideración que se ratificó en 1952 y 1954 con la Convención sobre los derechos políticos de la mujer.

A pesar de que ahora vivimos en un mundo en que la mayoría de las mujeres somos dueñas completas de nuestra capacidad reproductiva y algunas cuantas pueden aspirar a cargos de poder público, aún faltan muchas cosas por hacer. La cultura se mueve lentamente de un lugar a otro: los feminismos siguen siendo necesarios para combatir la discriminación sistemática de las mujeres y para erradicar las violencias machistas que afectan a hombres y mujeres por igual. Un paso importante en este camino es la transformación de personajes de la cultura masiva.

El final de la película es revelador en este sentido: en el momento crucial de su lucha contra el dios Ares, Diana habla por última vez con Steve. Ella está tan aturdida por la batalla, que no escucha las palabras de amor. Tras una despedida torpe, ella continúa con su labor y vence al Dios de la Guerra. Sólo después se da un tiempo para recordar sus últimos momentos con su amado. Su prioridad era su propio destino y su pelea personal por salvar el mundo, no atender a un hombre.

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