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Caída y salvación de Joe Arpaio, el enemigo más peligroso de los migrantes

El más polémico sheriff de Estados Unidos será condenado: parece que los días de Joe Arpaio persiguiendo a migrantes están a punto de terminar.

El más polémico sheriff de Estados Unidos acaba de ser perdonado por Donald Trump… y parece que sus días de perseguir migrantes ilegales no están contados.

Joe Arpaio ha sido descrito, por la revista Rolling Stone, como “un desvergonzado ladrador de carnaval”. Claro, estos insultos no son gratuitos. El mismísimo sheriff busca la polémica como parte de su incansable lucha por acaparar los reflectores mediáticos. Antes de la entrevista con el reportero de la revista musical, el sheriff presume:

Me dijeron que era un idiota por hacer una entrevista con la revista Rolling Stone. Pero, mira, la controversia no me ha hecho daño en los pasados cincuenta años.”

Sí, Arpaio está orgulloso de cualquier ventilación mediática, por más negativa que sea. Y el policía más odiado por la comunidad latina, el amigo de Steven Seagal, el viejo cascarrabias que se enorgullece de perseguir a migrantes con mano dura, ha logrado mucha cobertura en la prensa.

Después de tu artículo, dice al reportero de Rolling Stone, probablemente consiga 2 millones de dólares más en donaciones de campaña.”

Eso fue en 2012 y todavía le quedaron unos buenos años de autoritarismo. El año pasado se revirtió su suerte: el próximo octubre se le iba a dictar una sentencia para mandarlo seis meses a la cárcel por desacato.

Sin embargo, pasó lo que tenía que pasar: el impredecible presidente Donald Trump perdonó al sheriff de todas sus penas, dejando en claro su postura sobre el racismo contra los latinos.

Ahora, más que nunca, después del perdón de Trump, es importante explorar, ahora, la vida y la polémica de este polémico personaje de la política estadounidense. Porque, como el presidente, hay otros pintorescos funcionarios que utilizan el odio, el racismo mal enmascarado y la xenofobia para conseguir votos, poder y notoriedad ante los reflectores.

Tiendas de campaña y calzones rosas

El sheriff Joe Arpaio se pasea entre las tiendas de campaña y las literas: éste es el lugar de reclusión de 2 mil prisioneros en un patio anexo a una cárcel de Phoenix, Arizona. Las temperaturas llegan a superar los cincuenta grados en verano y el sheriff, orgulloso, lleva siempre un termómetro para probarlo.

Los militares en Irak soportan temperaturas peores y ellos están sirviendo a nuestro país”, dice.

Así justifica el sheriff su visión de una cárcel para mexicanos ilegales. Y, al mismo tiempo, sueña con la idea de que, dentro de la cárcel, se hable de él como el sheriff más rudo de Estados Unidos. También, lo llena de orgullo cuando alguien le sugiere que los cárteles mexicanos se sienten amenazados por su cruzada… que, tal vez, ya pusieron un precio sobre su cabeza.

Arpaio en Mayo de 1995 frente a su cárcel al aire libre Tent City. (AP Photo/T.J. Sokol, file)

No tengo título universitario, pero fui oficial del gobierno durante muchos años y llegué incluso a ser un director” dice Arpaio, en medio de las literas por las que pasea a una reportera.

Un prisionero le responde: “Pues yo sí tengo un título universitario en arquitectura y diseño”. El sheriff parece sorprendido pero no baja la guardia de su eterna superioridad: “¿Y entonces qué haces aquí?”. El prisionero, con una sonrisa en la boca, le responde: “Usted me metió a la cárcel por ponerme borracho una noche y pelear en un bar.”

De lejos, mientras el sheriff se aleja, otro hombre grita: “¿Nos mete aquí, a la cárcel, por querer trabajar?” Pero Arpaio ya se volvió a subir a su caballo de justiciero intachable, de ranger, de remanente del viejo oeste, veterano de guerra y republicano blanco.

Este patio carcelario se llama Tent City y tiene más de veinte años abierto. Se remonta a la primera elección del sheriff Arpaio, a principios de los años noventa. Amnistía Internacional ha criticado las condiciones infrahumanas de los prisioneros, un motín casi destruye la cárcel en 1996 y numerosos observadores de derechos humanos han alzado la voz para acabar con este bastión autoritario.

Arpaio en 2007 frente a prisioneros vestidos de rosa en la cárcel de Tent City. (AP Photo/Matt York, File)

Aún así, Arpaio llamó a Tent City, con orgullo, “un gran campo de concentración”. La referencia es evidente y no debería sorprender en un hombre que mandó pintar, en un cuadro que cuelga en su oficina, las estrictas reglas del patio carcelario. Estas reglas incluyen el uso de ropa interior rosa y esposas rosas para castigar, humillándolos, a ciertos presos. O, también, que la comida diaria -descrita como un reciclaje podrido de los peores ingredientes- no cueste más de 40 centavos. De cualquier manera, Arpaio limitó las comidas de los reos a dos por día. Y de paso, les prohibió las revistas para adultos y los cigarros.

En estas terribles condiciones, Arpaio se vanagloria. Su idea es que los criminales no tienen derecho a las comodidades más básicas. Y, de paso, sostiene que le está ahorrando millones de dólares al estado con sus arbitrarias medidas. Pero, gracias a sus constantes problemas con las cortes, la administración de Arpaio ha gastado más de 50 millones de dólares en costos para saldar demandas… y esto ha demostrado que las políticas racistas sirven más para alimentar cámaras y menos para servir al pueblo que tanto dicen defender.

Donald Trump, presidente de Estados Unidos. (Reuters)

La caída del racista más rudo de Estados Unidos

Arpaio ha visitado más las cortes estadounidenses que cualquiera de los migrantes que ha perseguido. O al menos eso parece: hay una página completa de Wikipedia dedicada a las controversias jurídicas de este peculiar personaje. A Arpaio lo han demandado constantemente por malas prácticas, por perfilar racialmente a detenidos, por amedrentar a funcionarios públicos… y eso es nada más la punta de un enorme iceberg de malas prácticas administrativas.

Joe Arpaio fue votado, por primera vez, como sheriff del más grande condado de Arizona, en 1993. Entonces, era un simple veterano que había pasado los últimos diez años trabajando en la agencia de viajes de su esposa.

Y, claro, tenía algunas historias que contar. Fue un agente de la DEA en México y se ganó el sobrenombre de “Nickel Bag” Joe por detener nada más a traficantes de poca monta. También, sin saberlo, detuvo a Elvis por exceso de velocidad en una motocicleta cuando fue policía en Las Vegas.

Pero la gran era mediática del polémico Arpaio apenas empezó en el 93. El nuevo sheriff del condado de Maricopa aprovechó el endurecimiento de las políticas migratorias estadounidenses en los años noventa y se convirtió en una bandera republicana para la lucha fronteriza contra la migración ilegal.

En 2006, como bien explica su perfil en Rolling Stone, Arpaio vio el ascenso meteórico de un joven y ambicioso político llamado Andrew Thomas (ahora caído absolutamente en desgracia). Y Thomas llegó, justamente, a ser fiscal general del Condado de Maricopa, a través de sus promesas en contra de la migración.

Maricopa es el condado más grande de Arizona y tiene una base de constituyentes blancos, mayores de edad, que habitan los poblados suburbios de Phoenix. Entre ese grupo, el nuevo sheriff se dio cuenta de que la popularidad dependía de la persecución irracional de los migrantes. Imitando así el éxito de Thomas, Arpaio se volcó en una nueva campaña para perseguir a personas que cruzaron ilegalmente la frontera sur de Estados Unidos.

Creó entonces una fuerza especial de policía, empezó a montar retenes para detener a conductores de aspecto latino y comenzó a justificar todo esto con vistosas apariciones en la prensa. Pero no todo le salió como lo había planeado.

Para alimentar la nueva fuerza de persecución de migrantes, Arpaio frenó las investigaciones especiales en torno a delitos sexuales. Y nadie se dio cuenta hasta que se ventiló que 400 acusaciones graves de delitos sexuales (que incluían varias violaciones a menores de edad) habían sido cerradas por el sheriff por falta de hombres para investigarlas. En total, solo el 15% de los casos que se abrieron bajo la administración de Arpaio fueron cerrados por arresto.

Uno de los casos más terribles fue, por ejemplo, el de Sabrina Morrison, una joven de 13 años con problemas mentales que fue violada por su tío. Después de que el equipo de Arpaio negara la versión de la niña, los padres de ésta la llamaron mentirosa y su tío siguió violándola repetidamente bajo amenazas de muerte. Solo cuatro años después se demostró que el equipo de Arpaio había manipulado mal las evidencias dejando libre a un violador que, después de declararse culpable, está ahora condenado a 24 años de cárcel.

Y todo esto fue para nada. Porque ni siquiera la fuerza de persecución racista de Arpaio dio frutos en cuanto al crimen en su condado… o frente a la migración ilegal en Estados Unidos. Los crímenes violentos aumentaron en un 69% entre 2004 y 2007 y los homicidios, en particular, crecieron en un 166%. En el condado de Maricopa también, entre 2011 y 2014 se triplicó la migración internacional.

Migración internacional en las zonas más pobladas de Arizona y en todo el estado. Esto incluye la migración legal e ilegal. (Arizona Indicators/Morrison Institute for Public Policy)

Mientras tanto, un jurado especial le exigió al sheriff, desde el 2007, que desistiera de su persecución sistemática a migrantes basándose en perfiles raciales. Porque las políticas del sheriff no son, nada más, moralmente cuestionables, sino que son inconstitucionales en Estados Unidos. Pero Arpaio no podía mantenerse callado.

Y, después de múltiples advertencias, siguió presumiendo de su mano dura hacia los migrantes. Cuando le anunciaron de las advertencias del jurado salió a una conferencia de prensa a decir:

Después de que fueron contra mí, arrestamos a otros 500 migrantes… solamente por enojo.”

Pero, a pesar de sus retos a la autoridad, los problemas para Arpaio siguieron creciendo.

El caso jurídico de “Melendres vs Arpaio” empezó cuando detuvieron al turista Manuel Ortega Melendres en el condado de Maricopa solamente por tener una “apariencia racial latina”. Ortega Melendres tenía una visa válida y no dudó en hacer una demanda civil contra la administración de Arpaio. La demanda fue presentada, entonces, “por el patrón institucionalizado de prácticas para atacar a conductores latinos y pasajeros en el Condado de Maricopa.”

Manifestantes a favor del sheriff del condado de Maricopa Joe Arpaio en 2010, Phoenix. (AP Photo/Ross D. Franklin)

Durante tres años, el condado de Arpaio se negó a cooperar con el gobierno federal e hizo caso omiso de la demanda. Así que fueron demandados nuevamente, esta vez por el Departamento de Justicia, en 2010, bajo la Ley de Derechos Civiles de 1964.

En 2013, de nuevo, un juez advirtió que las prácticas de Arpaio no eran una aplicación correcta de las leyes de migración sino una cruzada para cazar perfiles raciales y étnicos. Y, de nuevo, el sheriff se negó a cambiar sus prácticas.

El resultado de todo esto es que, en octubre, por desacato civil, el sheriff Arpaio puede terminar condenado a seis meses de prisión. Y el caso es tan llamativo porque se está convirtiendo en una perfecta muestra de cómo se utiliza políticamente el desprecio a los migrantes ilegales sin verdaderos resultados en la administración pública. Además de que existe algo de justicia poética en ver condenado a este hombre que metió a tantos latinos a la cárcel por crímenes de desacato y racismo.

Se ha demostrado que, en ese condado, sólo el 10% de los crímenes son realizados por migrantes ilegales; y eso es una proporción muchísimo menor al que se comete por estadounidenses. Además, los supuestos ahorros de Arpaio en su maltrato a los prisioneros son mínimos comparados con los más de 50 millones de dólares que ha gastado su administración en costos legales.

Manifestación en contra del sheriff Joe Arpaio en 2010, Arizona. (AP Photo/Ross D. Franklin)

A pesar del fracaso rotundo de las políticas de Arpaio, Donald Trump sigue apoyando al alcalde. En Fox News dijo, incluso, que si condenan al sheriff podría utilizar su poder ejecutivo para otorgarle un perdón.

Pero, la necesidad mediática de los votos va a terminar, tal vez, por ser opacada frente a la poca eficiencia de estas políticas de persecución a migrantes: Trump no ha podido hacer su muro, las deportaciones en su administración han disminuido y la violencia racista ha causado verdadera división en Estados Unidos. Si algo nos enseña, entonces, el caso de Arpaio es que la discriminación en Estados Unidos puede contrarrestarse.

Es por eso que, en su séptima postulación como sheriff, Arpaio perdió estrepitosamente ante su contrincante demócrata. Inmediatamente, fue cerrada la prisión en el patio en donde el viejo veterano mantenía su querido “campo de concentración”. Ahora, la derrota del racismo en Phoenix ha causado disturbios por la presencia de Trump… y, tal vez, ese podía ser el principio del fin del racismo rampante de la nueva administración.

Sin embargo, soñamos demasiado rápido y Trump acaba de indultar al sheriff Arpaio de todas sus acusaciones. Mientras miles de migrantes inocentes son encarcelados y perseguidos, el presidente de Estados Unidos libera a racistas que perdonaron crímenes sexuales y violaron constantemente los derechos humanos más fundamentales.

Esta acción, dice mucho sobre una administración que ya no puede ocultar sus verdaderos colores. Parece que los días del Ku Klux Klan, de los supremacistas blancos y del odio de ultraderecha no están enterrados en el glorioso pasado de la nación más poderosa del mundo. La vergüenza será para el resto de nosotros porque Trump no parece arrepentirse, ni lamentarse, de que lo relacionen con lo más despreciable de nuestro pobre mundo.

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