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Invadir para salvar: La historia de EE.UU. y sus guerras por los inocentes

¿Fueron el asesinato de inocentes y el uso de armas biológicas en la guerra las verdaderas razones detrás del más reciente bombardeo americano en Siria?

Trump, en sus primeros meses como presidente realizó el primer ataque directo contra Siria, un país asolado por siete años de guerra civil. En el discurso que ofreció, después del bombardeo a una base aérea, el mandatario señaló que las razones del ataque fueron la masacre de inocentes y el uso ilegal de armas químicas por parte del gobierno de Bashar al-Assad.

Sin embargo, el ataque a Siria llega en un momento político significativo. Trump se encuentra con el peor nivel de aprobación de un presidente estadounidense en décadas y sus esfuerzos legislativos se han topado con fuertes trabas en el Congreso.

La legitimidad del republicano se enfrenta, también, a las sospechas sobre sus posibles conexiones con Rusia. Miembros de su gabinete fueron señalados por mantener relaciones con la embajada rusa antes de ser oficialmente miembros de la administración. Y los hackeos orquestrados, supuestamente, por el gobierno de Vladimir Putin ayudaron fuertemente al debacle de Hillary Clinton en las elecciones…

En este ambiente político, ¿fueron el asesinato de inocentes y el uso de armas biológicas las verdaderas razones detrás del más reciente bombardeo americano en Siria?

(AP Photo/Mindaugas Kulbis, File)

Estados Unidos: una nación en guerra permanente

Parece importante, hoy más que nunca, regresar a las lecciones de historia de Howard Zinn. El importante catedrático de la Universidad de Boston dedicó su vida a presentar la historia de Estados Unidos desde una nueva perspectiva.

Su intención era cambiar la educación histórica enseñada en su país para mostrar otra versión de las causas detrás de una historia violenta de conflictos internacionales encabezados por su país. Como bien señaló el historiador, después de la Segunda Guerra Mundial, no ha habido una nación más enfrascada en constantes guerras que Estados Unidos.

“Cinco años después del final de la más desastrosa guerra en la historia del mundo, la Segunda Guerra Mundial, estamos en guerra con Korea. Y luego, casi inmediatamente estábamos ayudando a los franceses en Indochina, dándoles el 80% de su equipo militar. Pronto estuvimos involucrados en el Sureste Asiático. No sólo estábamos bombardeando Vietnam sino Cambodia y Laos.
(…)
En los 80, cuando llega Reagan a la presidencia, empezamos una guerra encubierta en América Central, en El Salvador, en honduras, Costa Rica, y especialmente en nicaragua, creando fuerzas contrarrevolucionarias, Los Contras, que Reagan llamó “luchadores de la libertad”.

En 1978, incluso antes de que los Rusos llegaran a Afganistán, estábamos mandando, de manera encubierta, armas a las fuerzas rebeldes de Afganistán, los Muyahidín. Algunas de estas personas acabaron siendo los Talibanes que, de pronto, se convirtieron en nuestros enemigos.
(…)
Casi inmediatamente cuando George Bush padre llegó al poder, en 1989, lanzó una guerra contra Panamá que dejó varios miles de muertos.

Luego, en la administración de Clinton, estábamos bombardeando Afganistán, Sudán, Yugoslavia, y de nuevo a Irak…”

Operación “Claude” en Tien-lang, Indochina. 1 de septiembre 1953. (AP Photo)

Y, bueno, la historia más reciente ya la conocemos. No ha existido una sola administración estadounidense, desde la Segunda Guerra Mundial que no haya estado involucrada, de una u otra manera, en un conflicto armado internacional.

Cuando Trump llegó al poder aclaró que los tiempos del intervencionismo extranjero habían terminado. El nuevo presidente dejó muy en claro la política proteccionista que adoptó de su ideólogo en jefe, Steve Bannon, y aseguró que Estados Unidos dejaría, por fin, de ser la policía del mundo.

Menos de cien días después, llega este nuevo bombardeo, con 60 misiles tomahawk, a una base aérea en Siria. Trump explicó, antes del ataque, que era una persona flexible que podía cambiar de opinión. Y, sobre todo, resaltó que sus posiciones podían cambiar para ajustarse a los cambios del mundo.

¿Pero realmente cambió el mundo?

En 2013, un bombardeo a una provincia de Damasco asesinó a cerca de 2000 personas, en su mayoría civiles. La ONU acusó al régimen de Bashar al-Assad de utilizar armas químicas y, después de una investigación en el sitio de la masacre, se estableció que, en efecto, el régimen sirio había utilizado gas sarín contra poblaciones civiles.

En la masacre de Guta, Trump nunca alzó la voz por las muertes infantiles. Por el contrario, criticó la indignación de Obama.

En ese momentos circularon, también, las terribles imágenes de niños asesinados, de mujeres asesinadas y de hombres asesinados. Pero la reacción de Trump fue radicalmente distinta.

Cuando Barack Obama condenó el ataque y se reunió con sus contrapartes del Reino Unido y Francia para planear una intervención militar, Trump criticó fuertemente que Estados Unidos interviniera en Siria.

¿Qué cambió entonces? ¿No murieron también un número considerable de civiles en ese ataque? ¿No murieron niños? ¿No fue responsable Assad? ¿No utilizó las mismas armas químicas ilegales?

¿Por qué habló Trump en contra de la intervención militar y, ahora, por las mismas razones la justifica?

¿Si no cambió el mundo, por qué cambió Trump?

¿Hay una razón oculta en las guerras?

En el documental, Howard Zinn: una historia popular americana de Olivier Azam y Daniel Mermet, el historiador señalaba que “a lo largo de la historia se ha demostrado que, cuando nuestro gobierno se siente frágil, recurre a intervenciones militares en el extranjero para intentar resolver una crisis doméstica.”

Por supuesto, Zinn se refería, entre muchos otros ejemplos a momentos específicos de la historia americana.

El General Anthony Zinni, habla de las operaciones de Desert Fox en Diciembre de 1998. (AP Photo/Joel Rennich)

En 1998, Bill Clinton se enfrentaba a un gravísimo proceso de destitución por cargos de perjurio y obstrucción de la justicia después de que se comprobara que mintió en sus testimonios sobre la relación que mantuvo con Monica Lewinsky. E, inmediatamente, se lanzaron dos operaciones militares.

La operación “Desert Fox” lanzó misiles en contra de Irak y la misión “Infinite Reach” contra objetivos de Al-Qaeda en Sudán y Afganistán. Ambas misiones coincidieron con el juicio en contra del entonces presidente. Y gran parte de la prensa habló de operaciones inocuas para distraer la atención del público americano frente a una gravísima e histórica crisis política.

Posteriormente, la bajísima popularidad de George Bush y las dudas sobre su legitimidad como presidente después de que ganara por un margen mínimo las elecciones presidenciales se olvidaron por completo con las constantes noticias de guerra que unieron al pueblo americano después del 11 de septiembre. Tanto la invasión de Afganistán como la de Irak fueron aprobadas al unísono y Bush repuntó drásticamente en popularidad.

(AP Photo/Mark Lennihan)

Esto no quiere decir que las crisis políticas domésticas sean la única razón por la que Estados Unidos fue a esas guerras. Hay poderosos motivos económicos, políticos e incluso sociales en juego.

En cualquier caso, el discurso de Estados Unidos al iniciar una intervención militar, sea por motivos de “defender la libertad de un pueblo” (como sucedió, bajo las sombras, en el Chile del 73) o para “establecer la democracia” (como sucedió en Irak) o para “luchar contra el terrorismo” (como sucedió en Afganistán) o para vengar el asesinato de civiles y condenar el uso de armas ilegales (como acaba de suceder en Siria), siempre esconde otras razones.

Cuando Bush invadió Irak en 2003, Howard Zinn puso en perspectiva las razones del conflicto:

“Estados Unidos está violando la carta de las Naciones Unidas al atacar Irak. Bush armó todo un escándalos sobre el número de regulaciones que Irak ha violado -y es verdad, Irak no se ha regido por las resoluciones del Consejo de Seguridad-.

Pero no es la primera nación en violar las resoluciones del consejo de Seguridad. Israel ha violado las resoluciones del Consejo de Seguridad todos los años desde 1967. Ahora, sin embargo, Estados Unidos está violando un principio fundamental de la carta de las Naciones Unidas que es que ninguna nación puede iniciar una guerra -sólo pueden hacerlo después de ser atacados-. Y Irak no nos ha atacado.”

Por diferentes razones, Obama no quiso intervenir directamente en Siria en el momento cúspide de una guerra civil que llega, ahora, a su séptimo año. De hecho, en todo su mandato, éste fue uno de los aspectos que más se le criticaron. Trump mismo, después de criticar el hecho de una posible intervención en Siria, criticó el hecho de que Obama, con Hillary como Secretaria de Estado, no haya intervenido.

Barack Obama, expresidente de Estados Unidos. (AP, archivo)

Hay precedente históricos a este tipo de presión.

En la Primera Guerra Mundial, el presidente Wilson quiso adoptar, por otras razones, claro, una posición neutral frente a la guerra en Europa. El lema de Wilson durante su reelección fue “nos mantuvo fuera de la guerra” y el entonces presidente siempre justificó su postura diciendo que no había ningún beneficio claro para entrar en el conflicto (incluso después de que un submarino alemán hundiera un barco inglés con 128 americanos a bordo).

Pero la opinión pública pudo más y la presión de grandes figuras políticas americanas (como Theodore Roosevelt) llevó a que Estados Unidos finalmente interviniera en una guerra que, de nuevo, no le concernía. Obama nunca cedió a la presión y mantuvo, para bien o para mal, una postura prudente frente a la creciente crisis en Siria. Jeffrey Goldberg llamó incluso a esta postura, la doctrina Obama. Y Obama habló de su postura en estos términos:

“El manual de Washington es un manual que procede del establecimiento de la política extranjera estadounidense. Y el manual prescribe respuestas a diferentes eventos, y estas respuestas tienden a ser respuestas militares. Cuando Estados Unidos se encuentra directamente amenazado, el manual funciona. Pero el manual puede ser también una trampa que lleva a malas decisiones. En medio de un problema internacional como Siria, te juzgan duramente si no sigues el manual, incluso si hay buenas razones para demostrar que, en este caso, no aplica.”

Ahora que el terrorismo inspirado en ISIS acapara las noticias y que la guerra en Siria parece no tener fin, Trump decidió intervenir directamente en el conflicto de Oriente Medio. El ataque de Estados Unidos modifica las relaciones con Rusia, modifica la lógica del conflicto, modifica toda la doctrina de Obama y muestra que Trump está dispuesto a utilizar el viejo manual militarista de Washington.

Si sabemos que las razones profundas de Trump no son ni los niños muertos ni la ilegalidad de las acciones de Assad, si sabemos que esto responde a una vieja tradición de intervencionismo militar americano, ¿qué razones políticas, económicas y sociales están detrás de este ataque? ¿En qué se beneficia con esto el gobierno de Trump? ¿Qué lógicas se están tejiendo en la Casa Blanca?

Las ruinas de la ciudad siria de Alepo. (AP Photo/Hassan Ammar)

¿Existen las guerras justas?

En un iluminador pasaje, Zinn habló de la idea de las “guerras buenas” y nos da sus argumentos para desconfiar inmediatamente de los discursos que justifican, con bellas y justas razones, la violencia:

“Hay que reexaminar la idea de una “buena guerra”, hay que reexaminar la idea de que puede existir algo como una “buena guerra”. Incluso la Guerra Revolucionaria, la Guerra Civil y la Segunda Guerra Mundial. No es fácil decir esto porque estas tres guerras son sagradas. (…) Todas lograron algo: la independencia de Inglaterra, la libertad de los esclavos, el fin del fascismo en Europa, ¿no? Así que criticarlas sería atacar tareas heroicas. (…)

Pero la razón por la que creo que es importante criticar estas guerras es que la idea de que hay “guerras buenas” sirve para justificar otras guerras que son horribles, absolutamente malignas. Y, a pesar de que son obviamente algo espantoso -estoy hablando de Vietnam, estoy hablando de Irak, estoy hablando de Afganistán, estoy hablando de Panamá, estoy hablando de Granada, una de nuestras guerras más heroicas- el hecho de que tengamos la experiencia histórica de una “guerra buena” crea las bases para creer que, ya saben, hay algo así como guerras que son buenas. “

El punto de Zinn es claro: no hay guerras buenas. Hay conflictos apremiantes, coyunturas históricas, males indignantes, sin duda. Pero ninguna guerra puede postularse como justa y buena.

Sin embargo, el discurso de Trump después de intervenir militarmente en Siria parece querer justificarse solo, parece hablar de bondad y justicia.

Víctimas del ataque con armas químicas del 4 de abril de 2017 en Idlib, Siria. (Alaa Alyousef via AP)

¿Y qué dijo, exactamente Trump?

“El jueves, Siria lanzó un horrible ataque químico sobre civiles inocentes. Usando un agente nervioso fatal, Assad asfixió la vida de hombres indefensos, mujeres y niños.

Fue una muerte lenta y brutal para muchos. Incluso hermosos bebés fueron cruelmente asesinados en este ataque barbárico. Ningún niño de Dios debería sufrir este horror.

Esta noche ordené un ataque militar a una base aérea en Siria desde donde el ataque químico fue lanzado.

(…)

Años de intentos previos para cambiar la actitud de Assad fallaron y fallaron de manera muy dramática.

Como resultado, la crisis de refugiados continua, y la región sigue desestabilizándose, amenazando a Estados Unidos y a sus aliados.

Esta noche hago un llamado a todas las naciones civilizadas para intentar ponerle fin a la matanza y el derramamiento de sangre en Siria y también para terminar con el terrorismo en todas sus formas.”

¿Quién puede oponerse a alguien que habla de castigar el horror de matar bebés con gas sarín? Porque, además, habla de eso de una cierta manera. Fíjense en la construcción del discurso. Assad no nada más mandó bombas sino que asfixió a hombres, mujeres y niños indefensos. Parece como si el mandatario sirio hubiera usado sus propias manos.

Hay una descripción de la muerte como “lenta y brutal”, como un horror; hay un enfoque en los bebés que son “hermosos” y que son “hijos de Dios”; hay rezos para las víctimas, señaladas en múltiples ocasiones como “inocentes”…

También, entre tantas apelaciones a los sentimientos y al horror, hay justificaciones pragmáticas: Siria es inestable, lo que creó una crisis de refugiados; entre los refugiados hay terroristas que nacieron de la inestabilidad de la región y estos terroristas amenazan la seguridad de Estados Unidos y sus aliados.

Finalmente, hay una línea que se traza entre “civilización” y “barbarie”. Esto quiere decir que hay regímenes, culturas, hombres que viven en una prehistoria y que la historia es una línea de progreso acumulativo, que señala, finalmente, un único camino para llegar al máximo grado de civilización y ese grado de civilización es, necesariamente, el ideal que representa Estados Unidos.

(AP Photo/Steve Helber, File)

Con esto no digo que no sea un acto barbárico matar civiles con gas sarín. Con esto digo que si se traza una frontera entre “bárbaros” y “civilizados” se pueden crear condiciones preocupantes de violencia (si no pueden preguntarle a todos los genocidios de los imperios europeos en África).

El discurso de Trump busca apelar a las emociones de indignación por el asesinato de inocentes, busca justificar pragmáticamente el ataque como una medida para proteger la seguridad de Estados Unidos y busca mostrar que todo lo que hace su gobierno es civilizar “el terrible mundo” en el que vivimos. Y estas tres posturas tomadas de este breve discurso dicen mucho.

En Hiroshima, Estados Unidos mató a más de 100 mil inocentes, mujeres, hombres y niños, pero fue por una “causa justa”. Japón ya había admitido la capitulación con una concesión: que les dejaran guardar la figura del emperador. Pero no, los americanos querían la capitulación total y, para ello, mataron a cientos de miles de civiles.

Dice Zinn:

“Durante la guerra de Vietnam, murieron muchísimos más civiles que militares. Lo mismo sucedió en la guerra de Corea. Muchos americanos no tienen ni idea de lo que hicimos en Corea, pero Corea fue una antesala a Vietnam, particularmente en el uso de napalm para bombardear pueblos, lo que contribuyó a la muerte de 2 millones de personas, la mayoría civiles. La guerra ahora se hace contra la gente que no combate.”

Claro, el ataque de Trump a una base aérea parece una respuesta mesurada y justa, precisa, contra objetivos militares. Parece algo, entonces, perfectamente opuesto al ataque de al-Assad en Idlib. Pero esta preocupación por las muertes de civiles es, si observamos la violenta historia americana, una fórmula de uso político.

Cuando, en 2013, murieron más de mil 550 personas en Damasco por gas sarín, cuando circularon las horribles imágenes de cadáveres de niños, Trump twitteó que sería una estupidez atacar Siria. Nada de hermosos hijos de dios muertos en sus twitts.

Cuando le preguntaron a Colin Powell, a la cabeza del Estado Mayor americano, sobre el gran número de muertes civiles en Irak, respondió “esa no es una cifra que me preocupe mucho”.

(AP Photo/Hassan Ammar, File)

Entonces, ¿por qué de pronto hay un abrumador sentimiento por las víctimas de Siria? ¿Por qué, de pronto, Trump cambió sus posturas? ¿Por qué, de pronto, la seguridad de Estados Unidos depende de bombardear Siria?

Trump se enfrenta ahora a varios procesos difíciles: su nivel de aprobación es nimio; sus reformas han sido trabadas, una y otra vez, por el congreso que creía dominar y por las cortes que no logra controlar; su gabinete se desmorona entre luchas internas y acusaciones de aliarse con Rusia.

¿No parece el momento ideal para unir a la nación bajo la venganza de niños muertos y el combate al terrorismo? ¿No parece el momento ideal para mostrar, atacando a un aliado de Rusia, que no existe una relación entre el gobierno de Trump y Putin? ¿No parece el momento ideal para acusar a Obama por desestabilizar la región y mostrar, con fuerza, que él puede corregir el pasado? ¿No parece el momento ideal para retomar las riendas del mundo libre de las manos de una nueva rival económica y política llamada Angela Merkel?

Todas estas preguntas no se pueden responder a ciencia cierta. Sin embargo, es importante preguntarlas para tratar de observar, por encima de los discursos, las intenciones de un mandatario atravesado por la historia violenta de su país en el mundo.

En la serie de House of Cards, la última temporada termina con un escándalo presidencial. Y la forma de distraer al mundo de este escándalo es el clásico Wag the Dog: el presidente Underwood se inventa una guerra. Si este tipo de estrategias mediáticas y políticas pasaron a la cultura popular es porque tienen un importante lugar en la historia.

Y Zinn lo dijo claramente: “si no tenemos nada de historia, vamos a vivir nuestras vidas creyendo lo que nos enseñaron en la escuela: que Estados Unidos es un faro de libertad y democracia para el mundo. Seguiremos pensando que hemos sido los Boy Scouts del mundo, ayudando a países indefensos a cruzar la calle”

¿Podemos, seriamente, seguir creyendo eso?

Protesta contra la guerra de Vietnam en Nueva York, 1967 (AP Photo)

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