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¿Realizas trabajos de cuidados? Así de importantes son

El trabajo del hogar pone en movimiento la economía y evolución de una sociedad, conócelo a fondo.

Con las primeras luces de la mañana, en México miles de personas comienza a desplazarse de un lugar a otro en una rutina que puede abarcar los siete días de la semana. Junto a ellas, millones de pasos se producen por minuto sobre las calles de vecindarios y colonias para entregarse al trabajo diario en distintos puntos geográficos del país, pero en las viviendas mexicanas una labor titánica se emprende de sol a sol por cientos de mujeres que mantienen, desde sus hogares y en el anonimato, una llama muy encendida para que todo tipo de progreso sea posible: el trabajo de cuidados, fundamental, tanto para nuestras sociedades como para la economía.

En él, las mujeres dedican su tiempo completo al cuidado de sus familias sin importar las limitaciones u obstáculos del porvenir, engloban actividades como el cuidado de los niños y niñas, de las personas mayores y las personas con enfermedades físicas y mentales, o de las personas con algún tipo de discapacidad, incluyendo la limpieza del hogar, cocinar, lavar, coser, etc. Si nadie invirtiese tiempo, esfuerzo y recursos en este tipo de actividades, comunidades, centros de trabajo y economías enteras se colapsarían por completo. Este trabajo es imprescindible, es la base sobre la que se asienta la prosperidad de las familias, así como la salud y la productividad de la mano de obra. Oxfam calcula que este trabajo aporta a la economía un valor añadido de, al menos, 10,8 billones de dólares.

Las expectativas y la realidad

El trabajo del hogar, pese a ser una piedra angular en el desarrollo de la economía, no es reconocido y valorado de la misma manera que otros trabajos, al no ser remunerado, no existe un ahorro para el retiro a futuro, esta precarización laboral y la pobreza, provoca fallas que afectan el eje de las mujeres que dedican su vida al bienestar de las viviendas y sus habitantes.

Madres, hijas y abuelas son pilares en nuestra economía, es tiempo de reconocer las tareas que realizan como un trabajo que vale, que no es equitativo, ni suficientemente reconocido como un trabajo con derechos. Es urgente rediseñar la forma en que esta labor es vista, pues solo abrazándola resulta posible entender que otro camino debe trazarse para que esta pieza fundamental pueda transformar a la sociedad.

El envejecimiento de la población, los recortes en el gasto público y el cambio climático amenazan no solo con agravar la desigualdad económica y de género, sino con acentuar la crisis que afecta al trabajo de cuidados y a las personas que los proveen. La élite rica y poderosa podrá utilizar su dinero para librarse de las consecuencias de esta crisis, pero las personas en situación de pobreza y privadas de poder no tendrán esa oportunidad.

La desigualdad: una problemática con solución

La importancia de la perspectiva de género

Las normas sociales nocivas y las creencias sexistas, que consideran que el trabajo de cuidados es responsabilidad de las mujeres y las niñas, dan lugar a un reparto desigual de dichas tareas, y perpetúan la desigualdad tanto económica como de género.

La desigualdad económica también está construida sobre la desigualdad de género y, de hecho, la mayoría de las personas situadas en la parte más baja de la pirámide económica son mujeres. Las mujeres y las niñas tienen más probabilidades de ocupar empleos precarios y mal remunerados, y realizan la mayor parte del trabajo de cuidados no remunerado o mal remunerado. El modelo dominante de capitalismo promueve y se aprovecha activamente de las creencias sexistas tradicionales, que restan autonomía a las mujeres y dan por hecho que ellas van a ocuparse de este tipo de trabajo, pero se niegan a valorarlas por ello.

“Las desigualdades de género dificultan el acceso de las mujeres a los espacios de representación cívica y política. Por eso se requieren medidas afirmativas”.

Los hombres deben dar un paso adelante y cumplir de forma igualitaria con sus responsabilidades en el trabajo de cuidados, a fin de abordar la desproporcionada parte del trabajo de cuidados que recae sobre las mujeres dentro de sus familias y comunidades.

Economía con perspectiva de género…

En el mundo, algunos ejes de la sociedad han sido moldeados por diversas teorías económicas a lo largo de la historia, por lo que resulta lógico que existan perspectivas clásicas y contemporáneas que estudien las relaciones de producción que se desarrollan dentro de un colectivo, sin embargo, si ponemos atención nos daremos cuenta que casi ninguna de estas teorías ha ahondado en la perspectiva de género.

… y desde el trabajo del hogar

Lo que demuestra que, funciones como el trabajo del hogar o los cuidados las personas menores a su cargo, no figuran entre las labores ‘productivas’, pero si en las necesarias, funcionales y formativas. Si a partir de aquí colocamos al trabajo del hogar como la base de un rompecabezas, podremos entender su gran importancia como el cimiento de cualquier estructura social y humana.

Contextualizando los hechos, supongamos que una ama de casa debe mantener, con el dinero que obtiene por su marido, la comida de una familia de cinco integrantes, pero además, transportarse a ella y a sus hijos a la escuela, después al mercado, pagar los servicios del gas y la luz para finalmente, encontrar un poco de tiempo para ella en las horas restantes del día.

Si a esto agregamos una falta de salario establecido y una ausencia de prestaciones a cambio de su tiempo, la tarea de “sacar a flote a la familia” resulta gigantesca y “asimétricamente distribuida”.

Trabajo con esfuerzo, pero sin romances

Por si fuera poco, en la era moderna, gracias a que mujeres y activistas han reflexionado sobre la evolución del trabajo realizado en diferentes ámbitos como el del hogar, resulta que las tareas de la casa “se atribuyen a la feminidad”, como lo dice la escritora, profesora y activista feminista, Silvia Federici, lo que convierte a esta labor “en un trabajo que se hace por amor, cuando en realidad requiere salario”.

En este sentido y con el paso de los años encontramos que “la labor de las mujeres como amas de casa” se ha predispuesto y dictaminado en que estas funciones son parte intrínseca de su naturaleza, por lo que su esfuerzo mental y físico no necesita ser retribuido, algo que sin lugar a dudas es un error.

Si las trabajadoras del hogar son las encargadas de velar por el bienestar de los hijos, de ajustar los presupuestos económicos a las necesidades de la familia y de llevar la comida a la mesa haciendo, en muchas ocasiones, milagros para que esta no falte y sea benéfica a la salud de sus familias, tanto sus ocupaciones como sus necesidades no deberían ser puestas de lado ni siquiera por una sociedad que enaltece el sacrificio propio como la más grande muestra de amor, porque en realidad es trabajo y aunque se haga con gusto, merece ser gratificado.

Entender otros conceptos para transformar la realidad

El trabajo productivo y el reproductivo

El trabajo productivo, de acuerdo a la definición de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, es definido como las actividades humanas que producen bienes o servicios generando, a la par, un ingreso material, mientras que el trabajo reproductivo es aquel que integra las tareas necesarias para garantizar el cuidado, bienes y supervivencia de las personas; es decir, el trabajo del hogar.

Este último se separa en dos funciones: la biológica y la de reproducción social; la crianza de los hijos, la gestación y el mantenimiento del hogar o el cuidado de las costumbres y valores. Las ofertas de pago por el tiempo consumido en el trabajo reproductivo dicen que la carga laboral puede ser liberada mediante:

  • Centros de cuidados -como guarderías, jardines o casas de retiro-.
  • Servicios particulares -como servicio doméstico, personal de cocina, etc-

Sin embargo, no siempre existe un tiempo ni recurso que permita disponer de libertad plena para estudiar o trabajar fuera de casa, o bien, para dedicar tiempo a los autocuidados. A esto se suma que en lo general, los trabajos productivos que las mujeres con horarios complicados logran conseguir resultan precarios o de mala paga, y si aún así se aceptan, resultan una carga extra al convertirse en una doble jornada laboral que rebasa el horario estipulado en, por ejemplo, cualquier tipo de empresa o agencia.

Noticieros Televisa

Todo trabajo no remunerado resulta en problemas

Como lo entendimos antes, mirar hacia el trabajo del hogar con una serie de prejuicios y estereotipos, provoca que este se mal entienda, pues el que una mujer lo realice porque sea su posibilidad más cercana de subsistir o su preferencia no quiere decir que esta labor no deba recibir una serie de gratificaciones en recompensa. Muchos menos que sea una obligación física y afectiva por el simple hecho de que ellas lo desempeñe.

Pese a que el trabajo reproductivo provea de una vida digna a quienes lo reciben, este no ha tenido una división sexual justa según los roles de género, lo que pone a las mujeres en una situación complicada que se ha vivido desde hace más de cuarenta años. En nuestro país, ellas dedican 28.8 horas semanales al cuidado, mientras que los hombres solo 12.4.

(Para dejar todavía más en claro esta brecha de desigualdad, puedes contabilizar las horas que inviertes en el cuidado del hogar y/o la familia en el simulador de TCNR y descubrir, de una forma más tangible, esta realidad).

Valeria Esquivel, economista y coordinadora de Investigación en Género y Desarrollo del Instituto de Investigación de las Naciones Unidas para el Desarrollo Social (UNRISD), con sede en Ginebra, Suiza, explica esta problemática de la siguiente manera:

“La jornada laboral (…) es eterna. Los hogares están cambiando pobreza de ingresos por pobreza de tiempo. Salen a trabajar para ganar más dinero pero pierden en términos de calidad de vida. ¿Cuántas cosas más podrías hacer con una o dos horas extra por día? Para algunas mujeres sería una revolución en su vida cotidiana, les permitiría estudiar, ir al médico o simplemente disfrutar de un paseo”.

¿Qué solución que se busca?

Algunas alternativas para valorar el trabajo realizado en el hogar a través de un sistema económico más justo deben contemplar mínimamente el marco de las 4R. (1) Reconocer el trabajo de cuidados no remunerado y mal remunerado, realizado principalmente por las mujeres, como un tipo de labor que aporta un valor real; (2) reducir el número total de horas que las mujeres dedican a las labores de cuidados no remuneradas; (3) redistribuir el trabajo de cuidados de forma más equitativa dentro de las familias y, al mismo tiempo, trasladar labores al Estado y al sector privado; y (4) representar a las proveedoras de cuidados más excluidas, garantizando que se tengan en cuenta sus puntos de vista en el diseño y ejecución de las políticas, sistemas y servicios que afectan a sus vidas.

Mientras la importancia de las tareas hogareñas no sea considerada como un hecho real que ocupa el tiempo y la energía de las mujeres, estas corren el riesgo de ver su vida transcurrir en la absoluta invisibilidad y el silencio, sin mencionar que en múltiples ocasiones estos ejercicios atentan contra su propia plenitud o voluntad.

El trabajo en el hogar debe ser tocado con perspectiva de género, objetividad normativa y empatía humana, pues sin alguien que brinde sustento a la base de todo el engranaje social, este en cualquier momento podría venirse abajo.

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