Siguiendo con nuestra cobertura del Festival Internacional de Cine de Toronto (TIFF), les traemos una breve reseña del documental Hold Your Fire de Stefan Forbes, una aguda reflexión sobre la violencia fatal de la policía en Estados Unidos y los conflictos raciales irresolubles del país más poderoso del mundo.
I
En 2019, la policía de Estados Unidos mató a más de mil personas. Cada año, una de cada mil personas negras en Estados Unidos será asesinada por la policía. El problema de la violencia policial, a pesar de los más recientes acontecimientos alrededor del movimiento Black Lives Matter, no es algo nuevo en el país más poderoso del mundo. Éste es un problema fuertemente anclado en lógicas raciales y sociales, de poder y marginación, discriminación y acceso a las armas.
Uno de los documentales más interesantes que se proyectaron en el TIFF 2021 intenta rastrear de qué manera la policía en Estados Unidos ha tratado de enfrentarse a este problema desde los años setenta. El documentalista Stefan Forbes continúa su veta de documental político en Estados Unidos (después de One More Dead Fish de 2004 y Boogie Man de 2008) con una reflexión aguda sobre la violencia policial. Y lo hace con una forma que utiliza inteligentemente los recursos más tradicionales del documental para llevar a la luz la voz acallada de los hombres que, entre tantas armas, optaron por usar la palabra.
II
Hold Your Fire parte de dos inspiraciones. Primero hay un hecho violento; una toma de rehenes única, en 1973, que marcó para siempre la historia de la policía en Estados Unidos. En segundo lugar está el pensamiento de un hombre que evitó que esta toma de rehenes se convirtiera en una masacre como en las olimpiadas de Munich en 1972 o el famoso asalto de “tarde de perros”.
Al investigar las tácticas de negociación de rehenes de la policía estadounidense y los asesinatos cometidos por las fuerzas del orden, Forbes encontró una muy extraña figura, en medio de la muy polémica policía de Nueva York de los años 70. Hace cincuenta años, el departamento de policía de Nueva York estaba completamente desbordado. La ciudad llegó a niveles históricos de violencia, las disparidades raciales aumentaron considerablemente, y la policía local, mayormente blanca, respondió con singular violencia a la situación apremiante. Un ejemplo trágico de esta respuesta, en la lógica de “Law and order” de Nixon, fue la masacre de Attica (sobre la que se enfocó otro interesante documental en la programación del TIFF).
En este ambiente de tensión racial y violencia latente, Forbes encontró a un pacifista: el doctor en psicología Harvey Schlossberg (1936-2021). Este hombre dedicó su vida a estudiar la lógica emocional de las negociaciones en situaciones de rehenes. Se integró a la policía de Nueva York e intentó convencer a sus superiores de que el enfoque con el que se acercaban a estas situaciones era barbárico. Nadie lo escuchaba. El departamento de policía sólo conocía un método para responder a una situación de rehenes: dar un ultimátum y luego entrar disparando. Las vidas de los criminales, como la de los civiles, eran lo de menos. Lo esencial para la policía, en ese momento, era mantener el orden y no mancillar su frágil idea de un machismo inquebrantable. Pero Schlossberg tenía otras ideas.
Fue gracias a este pensador pacifista que nació una ciencia de la negociación integrada a las prácticas policiales. Gracias a este hombre, entonces, cientos de miles de vidas han sido salvadas en los últimos cincuenta años. Y todo esto empezó una fría noche, el 19 de enero de 1973 cuando cuatro musulmanes suníes armados de pistolas y rifles intentaron asaltar una tienda departamental en Brooklyn.
III
El robo salió estrepitosamente mal. Shuaib Raheem de 24 años, Dawud A. Rahman de 22, Yusef Almussidig de 23, y Salih Abdullah de 26 años se quedan parapetados dentro de la tienda que querían asaltar con más de diez rehenes y un arsenal de armas. Afuera, la policía de Nueva York respondió con una fuerza desmedida. Todos pensaban, en los altos mandos de la autoridad neoyorkina, que se trataba de un acto de terrorismo. Eran afroamericanos, musulmanes, en los años setenta: los policías no se rascaban la cabeza para diferenciarlos entre movimientos radicales, la Nación del Islam, las Panteras Negras, o los hermanos suníes. Las cosas no han cambiado mucho, pues, si pensamos en Afganistán y la desconexión cultural de los soldados con el país invadido. Pero esto era en el corazón de Nueva York y la policía blanca, de todas formas, no tenía ni la menor idea de a quién se enfrentaba. En realidad, lejos de ser terroristas, se trataba de cuatro jóvenes muertos de miedo encerrados con un arsenal y rehenes.
Se desató la balacera. De pronto, en un ricochet desafortunado, una bala impactó la parte trasera del cráneo del policía Stephen Gilroy matándolo instantáneamente. A partir de ahí la cosa se puso verdaderamente fea.
La policía estaba tensa y quería entrar para vengar a su compañero caído. Esos hombres con complejos de macho, grandes bigotes y grandes armas olieron sangre. Se empezaron a desesperar como caballos árabes oliendo el desierto. Los jóvenes musulmanes en la tienda estaban tensos. Uno de ellos estaba herido con una muy dolorosa bala en el estómago. Sus llantos de dolor crispaban los nervios de todos.
Como se imaginarán, todo esto estaba destinado a acabar de la peor manera. Pero el doctor Harvey Schlossberg estaba ahí. Este pacifista desactivó solo la situación y, de paso, cambió para siempre la historia de las negociaciones policiacas con rehenes en Estados Unidos. A partir de ahí, la primera decisión de la policía en Estados Unidos frente a una situación tan tensa no es disparar, sino hablar. Parece algo evidente, pero en un país tan violento, tan armado, tan históricamente lleno de odio, significa una enorme diferencia.
Con el incidente de la toma de rehenes de Brooklyn en 1973, la policía de Nueva York y de todo Estados Unidos, mejoró considerablemente sus prácticas de respuesta letal. Y, sin embargo, algo sigue roto en estos procesos. Tal vez la policía ya no dispara con la misma frecuencia, pero sigue disparando. Tal vez el racismo se oculta más, hoy en día, entre los pliegues de un discurso permitido, pero sigue existiendo, insidioso, en la demografía carcelaria y la violencia policial.
Por eso, lo más interesante aquí no es una anécdota que podría parecer una apología de la policía de Nueva York. Pero Forbes no es tan inocente. Hold Your Fire es una crítica brutal que muestra cómo, una línea de pensamiento cargada de machismo, intolerancia religiosa y racismo, sigue prevaleciendo en la mente de muchos estadounidenses. Lo interesante, pues, de este documental, es cómo se cuenta.
IV
Sin ninguna ilusión sobre la inocente objetividad documental, Forbes tiene una muy clara posición ideológica. No nada más en su admiración por el Dr. Schlossberg, sino en su desprecio por el departamento de policía de Nueva York y en una intención sociológica con el retrato de los criminales suníes. Lo interesante de esta postura ideológica es que se sostiene a través de entrevistas, sin necesidad de recursos evidentes como la voz en off.
Forbes contrasta los puntos de vista de todos los involucrados en el incidente: los rehenes, los policías, las familias, los secuestradores y los superiores del departamento de policía de Nueva York. Con esta composición coral, logra recrear, de manera vívida, lo que se vivió durante 47 horas en la situación de rehenes más larga en la historia de la ciudad. Y, mucho más allá, logra darle vida y textura al ambiente de tensión racial estadounidense que se vivía en los años 70 después de la lucha por los derechos civiles, con la decadencia de Vietnam tras la derrota de la ilusión hippie, con el establecimiento de la era Nixon, después del asesinato brutal de Malcolm X y Martin Luther King.
Lo más interesante en esta composición coral es la capacidad que tiene Forbes para contrastar los testimonios. Más allá de la potencia de las entrevistas y del fabuloso montaje de material de archivo, Forbes logró recrear un ambiente de discriminación y la fundamental falta de comunicación entre la comunidad afroamericana y la policía. A lo largo del documental se van haciendo más evidentes las razones por las que estos cuatro jóvenes suníes asaltaron la tienda departamental: necesitaban armas para protegerse de los ataques cada vez más violentos de la Nación del Islam (que había masacrado a siete suníes en una casa algunas semanas antes). A pesar del enorme acceso actual a la información, cincuenta años después del incidente, los policías de Nueva York seguían creyendo que el motivo de este crimen había sido el terrorismo radical de una organización panafricanista.
El completo desprecio de los policías hacia los criminales muestra, en Hold Your Fire, una enorme brecha cultural: para esos oficiales, todo afroamericano musulmán entraba en la misma categoría. No había alicientes que valieran: todos ya eran radicales, todos, de entrada, eran culpables.
Al confrontar a los policías con los testimonios de los criminales, Forbes captura las reacciones de hombres que, por primera vez en su vida, consideran como humanos a los que, sin mucho empacho, antes masacraban. El resultado es un propositivo y conmovedor alegato contra la violencia policial, contra la violencia en general, contra el machismo más sordo a la vulnerabilidad y contra un sistema de justicia punitivista con claros sesgos raciales.
V
A pesar de ser un documental pensado para la televisión, y de utilizar un formato convencional, Forbes logra hacer algo particularmente efectivo. Por supuesto, esto no es el alegato racial tan elegante, crudo y autoconsciente de Travis Wilkerson en Did You Wonder Who Fired the Gun? (2019). Tampoco se acerca a la forma de confrontar a víctimas con victimarios que casi le cuesta la vida a Joshua Oppenheimer en The Act of Killing (2012) y The Look of Silence (2014). Pero, utilizando los talking heads de forma creativa, confrontando puntos de vista de sus entrevistados y dejando que el racismo y el odio hablen solos, Forbes teje un poderoso testimonio sobre la violencia de una sociedad que se irguió sobre mitos masculinos de sangre y fuego.
Con esta propuesta formal, la figura del Dr. Schlossberg resalta sobre el fanatismo, el chovinismo, el machismo y la constante necesidad de violencia de los estadounidenses. Este documental, finalmente, es el homenaje a un hombre que se dedicó a trazar puentes, a construir empatía, a comprender al otro, en medio de armas encañonadas. Las enseñanzas de negociación del Dr. Schlossberg, comprendidas así, entre los relatos contrastados de la división racial americana, son un ejemplo de generosidad intelectual y valentía discreta. Para Forbes, nada de esto es una victoria. Pero la existencia de personajes como Schlossberg da una esperanza que desborda la pantalla: tal vez, escuchando los testimonios de otros, podamos llegar a comprendernos todos como humanos.
Calificación: 3.5/5