Inicio  /  Especiales

Entrevista: La tragedia de 1985 en la mirada del fotógrafo Enrique Metinides

Entrevista con el fotógrafo Enrique Metinides sobre el terremoto de 1985, sus fotos y cómo lo marcó.

NOTA DEL EDITOR: Esta entrevista se realizó la mañana del 7 de septiembre de 2017. Esa noche ocurrió un sismo de magnitud 8.2 proveniente de Chiapas y Oaxaca. La presentamos en memoria del fotógrafo que falleció el 10 de mayo de 2022.

El 19 de septiembre de 1985 es una fecha que todos los mexicanos recordaremos, y que al igual que el 19 de septiembre de 2017, se encuentra inscrita en nuestras venas. A las 7:19 de la mañana de un jueves que sería un día más, un día normal, nuestro país se enfrentó a un sismo de magnitud 8.1 cuyos efectos fueron devastadores.

En México vivían millones, y miles perdieron la vida ese día. La sociedad civil tomó las calles y entre ellos hubo personalidades destacadas como actores, deportistas, escritores, artistas y toda clase de personas que, a su modo, ayudaron a mitigar la tragedia.

También hubo un fotógrafo, Enrique Metinides, quien en ese entonces ya era conocido en el mundo de la nota roja y que lo mismo había estado presente en Tlatelolco aquel 2 de octubre de 1968, que en caídas de aviones, asesinatos, incendios y en otras cruentas historias que atestiguamos a través de sus fotografías.

La mañana de aquel 19 de septiembre y los días que le siguieron no fueron la excepción. El terremoto que transformó la ciudad, desde el ojo del fotógrafo, fue un cruento relato de destrucción. En ese año, Metinides ya tenía una larga trayectoria en el fotoperiodismo. Su primera foto la había tomado a los 10 años, y en 1985 ya tenía 51.

Así vivió el sismo Enrique Metinides

Casi con la precisión de una de fotografía, el maestro recuerda la mañana del temblor y el recorrido que había hecho por una ciudad que nunca más volvió a ser como antes: vivía en ese entonces en la avenida Mariano Escobedo y como a tantos otros que no estuvieran ya en la escuela, en sus trabajos, en el tráfico o esperando el transporte público, el movimiento telúrico lo despertó.

El maestro Enrique Metinides en su casa junto a su colección (David Polo / Cuartoscuro.com)

Yo trabajaba la fuente policíaca para La Prensa y me vestí rápido porque pensé que algo grave había pasado porque estuvo muy fuerte. A mí me tocó el terremoto del 57 cuando se cayó el Ángel, pero el más fuerte fue el del 85.

El maestro prosigue:

Agarré el coche y me fui a la Cruz Roja pero ya iban y venían ambulancias, ya no había ambulancias cuando llegué y esperé a una. Nos fuimos todo Ejército Nacional y nos llamaron a la calle de Edison. Nos avisaron que dos edificios se habían caído y había muchos heridos y muertos, hasta colgados en las ventanas. Ahí tomé fotos. Después pasé por el Monumento a la Revolución y se había caído otro edificio, nada más ahí hubo 85 muertos.

Solo quedaban siete heridos arriba de tres pisos de escombros. Los rescatan y me doy la vuelta a lo que ahora es la Procuraduría General de la República, antes era un hotel, un banco y una farmacia, que después se convirtió en la PGR. Ahí se acababa de aventar una americana y cuando los paramédicos la revisaron ya estaba muerta.

Para muchos, las primeras horas de aquel jueves eran algo increíble, sacado de una película de ciencia ficción y por lo mismo, se pensó que la tragedia no era de la magnitud que más tarde se mostró. Con los ojos bien abiertos, y mientras come una pastilla de miel para la garganta, Metinides recuerda cómo Jacobo Zabludovsky, quien en ese entonces era el titular del noticiero 24 horas, no creía la magnitud de la tragedia.

Se conocían de antes, así que en su famosa transmisión en vivo desde su coche, Zabludovsky entrevistó brevemente al fotógrafo:

“No me creía que yo ya había visto cadáveres. Me dijo: ‘Estás exagerando’, pero era una catástrofe. Después se convenció. Yo de ahí me fui a avenida Juárez, estaban todos los edificios tirados. Había muertos, pero horrible”.

Metinides se dirigió a la Alameda, donde estaba el hotel Regis y fue ahí donde logró una de las fotografías más conocidas del temblor, aquella en donde el hotel estaba en ruinas y arrojaba humo. Sin embargo, contrario a lo que se piensa, la foto la realizó un día después y no ese mismo día.

En ese momento estaba ardiendo, también se había caído el Hotel del Prado. Caminamos al Eje Central y en cada cuadra había cuatro o seis edificios tirados. Me fui a Tlatelolco, miles de muertos. No quisieron alarmar a la gente. Me fui a la Narvarte, la Doctores, Portales, la Roma. Muchos edificios que yo conocí estaban tirados. Cadáveres por todos lados. Cargábamos heridos y los íbamos a dejar a las ambulancias.

No solo el centro de la Ciudad de México quedó en ruinas. A donde fuera, la destrucción cobraba los tintes de la catástrofe.

En el Multifamiliar Juárez, donde ahora quedan pocos edificios y el recuerdo de lo que fue, ya no quedaba nada que no fueran escombros. Los muertos eran incontables, pero también, los sobrevivientes.

Tenían como unos 60 cadáveres ahí. Corrí y me metí entre los escombros y en la avenida Toluca que tenía un paso a desnivel que después cerraron, había cuatro ambulancias detenidas. Corrí y les grité ‘venganse todos con camillas porque hay muchos heridos’ y empezaron a recoger más y más gente.

El maestro enfatiza la labor de los mexicanos para socorrer a los damnificados.

Los mismos vecinos estaban rescatando a los que podían. La gente se paraba en medio de la calle para pedir ayuda, rascábamos la tierra para sacar a la gente. Sacamos a una muchacha que ni siquiera estaba lesionada, solo estaba sepultada viva, quedamos todos como si nos hubieran echado cubetadas de tierra. Ella salió ilesa y empezó a besar en la frente a los de la Cruz Roja de gusto y toda la gente aplaudió.

Vista del Multifumuliar Juárez en la colonia Roma destruido tras el paso del terremoto (Foto tomada de internet / Archivo Excélsior / oscarenfotos.com)

Poco a poco, Metinides observó una ciudad no solo bajo los escombros, sino también, cubierta por la muerte. Fue al Estadio de Béisbol del Seguro Social -que hoy es un centro comercial- en la avenida Cuauhtémoc y el Viaducto Miguel Alemán en donde se fueron juntando los cadáveres del sismo.

Cuando llegué a tomar fotos llegaron camiones llenos de hielo y lo echaban encima de los cadáveres porque no había donde ponerlos y estaban apestando. Yo fui como a los tres días y había cadáveres”.

Ante la inexactitud de las cifras, la desatención de las autoridades, la censura de información y otros relatos que configuran la memoria del terremoto, Metinides no puede aventurarse a afirmar cuántas personas perdieron la vida, ni mucho menos, cuánto tardó la ciudad en ser reconstruída o bien, si esta se recuperó del todo.

Supe que fueron 15 mil los que murieron, pero debieron ser más. No hubo lista oficial, pero yo creo que estaban tratando de no alarmar más a la gente”.

El estadio de béisbol del Seguro Social, el Parque Delta fue uno de los espacios donde se depositaron los cuerpos de los fallecidos en el sismo (Foto: Pedro Valtierra/Cuartoscuro.com)

Con tono molesto, afirma: “Ahorita hay un edificio en la colonia Roma al que me tocó ir varias veces: siguen ahí sepultadas más de quince personas, ahorita. 2017. Entrando por la calle de Monterrey, antes de Álvaro Obregón, es un edificio en el que todavía vive gente arriba de los escombros, hicieron sus casas, ahí viven desde ese tiempo. No ha habido autoridad que vaya a darles alojamiento y quitar el edificio”.

En varios puntos de la ciudad que recuerda con precisión, el maestro sabe que las huellas del sismo no se han borrado y que permanecen por la negligencia de la autoridad, o bien, porque una ciudad como la nuestra jamás deja de crecer.

Hay muchos lugares donde me tocó ir quince años después, por ejemplo, en la Narvarte, donde estaban quitando tierra para construir y encontraron esqueletos, nunca los recogieron porque eran cientos y cientos que no alcanzaban los servicios de emergencia a escombrar.

Era el pueblo el que recogía a los muertos”.

El día del temblor, aunque trabajó como rescatista, Metinides tampoco abandonó su misión como fotógrafo y realizó, según su propia memoria, más de cien fotografías. Eran, por supuesto, otros tiempos.

En esos días yo tomaba como diez rollos en un mismo día. Para donde volteara uno estaba para hacer cien fotos, entonces teníamos que tomar pocas fotos, pero escoger la mejor gráfica. Nos atacaba la Policía, la Marina, para que no tomáramos fotos, ¡si era una catástrofe mundial!.

Ese 19 de septiembre, Metinides tomó fotos de los cadáveres pero su director le advirtió que las mismas no se iban a publicar. “Tómalas, pero para tener el archivo histórico: no se te van a publicar”, le dijo.

“No querían publicar una sola gota de sangre en los periódicos”.

En el recuerdo, uno que a casi cualquier persona le saca las lágrimas, Metinides también siente el horror cuando lo rememora. Las calles, sumidas en la destrucción, son algo que aquellos que lo vivieron, no lo podrán olvidar.

Sentí horrible de ver todo el Eje Central. Estaba lleno de muertos. Vi a gente que conocía morir ese día. Caminando lloraba uno, no se podían aguantar las lágrimas de ver tanta cosa. Cuando uno ve un edificio que conocía ya tirado se siente horrible, y es que eran cientos y cientos de edificios hechos añicos.

La tragedia alcanzó a la familia del maestro.

Sé que murió la madrina de mi hermana, hubo mucha gente que murió por falta de rescate, mucha gente que vivió, pero murió porque no podían rescatarla. Hubo muchos derrumbes con la réplica -el 20 de septiembre por la noche- y murió más gente que estaba rescatando a otra gente. Todo el mundo quería ayudar. Había señoras y niños que querían ayudar. Gente que estaba vendada estaba ayudando a buscar más gente.

Vista de los escombros del Hotel Regis, lugar en donde hoy se encuentra la Plaza de la Solidaridad (Pedro Valtierra / Cuartoscuro.com)

Metinides no cree que un sismo similar al de 1985 pueda prevenirse del todo actualmente. (El día que se realizó esta entrevista, en la noche, un sismo de magnitud 8.1 sacudía a México desde las costas de Oaxaca; el 19 de septiembre de 2017, un sismo de magnitud 7.1 con epicentro en los límites entre Puebla y Morelos, resucitaba la tragedia vivida 32 años antes).

Aunque uno salga corriendo, se va a a caer el edificio y va agarrar a alguien, ¿a dónde se va a meter la gente? Alguna vez hubo un temblor ‘no importante’ y hubo víctimas: salieron dos niñas corriendo y pasó un carro y las atropelló. Eso quiere decir que pueden ocurrir muchos accidentes aunque el temblor tal cual no tenga víctimas.

Para el maestro, el terremoto fue olvidado. Sin embargo, para alguien que a los 51 años había tomado miles de fotos de distintas tragedias de distinta índole solo una cosa superaba al terremoto: la guerra.

El trabajo del maestro Metinides en exhibición. (Foto: Isaac Esquivel / Cuartoscuro.com)

Más especiales