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Humanos criados por máquinas y otras pesadillas futuristas – Entrevista con la directora Natalia Almada

En entrevista, la documentalista mexicana Natalia Almada nos cuenta sobre los miedos futuristas de Users, película por la que fue premiada en Sundance.

Hablamos con la importante documentalista mexicana Natalia Almada sobre Users, película con la que ganó el premio a mejor directora de no-ficción en el Festival de Sundance.

Con el avance abrumador de la tecnología, cada vez es más difícil pensar en el futuro. También, es difícil imaginar un futuro cuando el cambio climático y la avaricia corporativa siguen una marcha inexorable. La tecnología se impone y nos permite ver, en tiempo real, cómo se queman los bosques y los ciclones arrasan poblaciones; cómo las sequías y las inundaciones son cada vez más frecuentes, y los países más poderosos del mundo se sientan para discutir acuerdos estériles. Sin embargo, aquí seguimos. Seguimos viendo al mundo arder, criando a las siguientes generaciones, pensando en un futuro imposible.

(Cortesía PIANO)

En medio de este ambiente de desasosiego, Natalia Almada comparte sus preocupaciones distópicas con un documental intrigante llamado Users. La idea central del documental nace de algo muy cercano y vital para la documentalista mexicano-estadounidense. Después de ensayar sobre la dura vida entre dos países con Al otro lado  (2005), su pasado familiar con El general (2009), y la violencia en México con El velador (2011), Almada hizo una primera ficción con Todo lo demás, en 2016, protagonizada por Adriana Barraza. Ahora, cinco años más tarde, regresa al documental con su película más íntima. En Users, Almada deja la dolorosa realidad mexicana para pensar en sus hijos y, en particular, para pensar el mundo en el que crecerán.

La documentalista observa una cuna inteligente y piensa en la pelea por la maternidad de su progenie: los va a criar ella tanto como las múltiples pantallas y máquinas automatizadas que los rodean. Entonces enfrenta el miedo de cara. Graba un programa que digitaliza su voz y les habla. Piensa, en imágenes, un futuro en el que todas las madres serán computadoras. Los ve crecer a través del más allá distante de las pantallas. Observa, mientras, un presente cada vez más automatizado cuyos procesos se nos escapan.

(Cortesía PIANO)

En todo este recorrido de imágenes poéticas que se construyen con sonido, Almada nos invita a perdernos en abstracciones estéticas para regresar a preocupaciones concretas. Y en el seno de su angustia, anida la nuestra. El resultado es un poderoso documental que juega con la ciencia ficción para dialogar inquietudes colectivas desde lo íntimo.

El miedo de Herzog en Low & Behold: Reveries of the Connected World (2015) se junta con las imágenes de la trilogía Qatsi de Godfrey Reggio y uno de los más impresionantes paisajes sonoros creados por el prolífico Kronos Quartet. Todo en una angustia muy propia que nos deja pensar, atravesados por un presente demasiado presente, en un futuro que tal vez nunca llegue.

(Cortesía PIANO)

Nicolás Ruiz: Primero que nada cuéntanos cómo nació este proyecto y cómo fue regresar al ensayo documental después de haber pasado por la ficción.

Natalia Almada: Hacer una ficción me dio mucho valor para hacer algo más ambicioso a nivel formal. Por otro lado, tuve hijos. La maternidad me hizo pensar sobre el futuro y me hizo plantear preguntas mucho más existenciales sobre nuestra relación con la tecnología.

N.R. : En un sentido formal, te quería preguntar sobre la importancia del diseño sonoro en la película y luego de la relación con Kronos Quartet para la música original que me hace pensar en las composiciones de Phillip Glass en Koyaanisqatsi y la posterior trilogía Qatsi de Godfrey Reggio. ¿Puedes platicarnos sobre toda esta construcción sonora que es tan importante en Users?

N. A. : Creo que la comparación con Koyaanisqatsi es buena, sin duda es el lenguaje cinematográfico de donde sale esta película, pero yo quería involucrar aquí otros procesos que no están en esa película. Koyaanisqatsi usa pura música y no trabaja con sonido. Para nosotros, en cambio, el sonido era parte esencial de lo que queríamos lograr. El diseño sonoro fue hecho por mi pareja y, desde el principio, antes de filmar, empezamos a hablar de cómo hacer esta composición. Él empezó a trabajar desde ahí y construimos en paralelo el sonido y las imágenes. El concepto de base era fluctuar entre lo natural y lo artificial. Esa era la idea que queríamos traducir. A lo largo del proyecto, la fuimos desarrollando más y más: jugando con el sonido, el audio directo, con formas de manipularlo todo, usar la radio para crear sonidos que crearan ritmos y volver a manipularlos… Poco a poco sentimos que la película también necesitaba música. Tuvimos mucha suerte de que nos pusimos en contacto con Kronos Quartet a través de un amigo que trabajó con ellos. Era plena pandemia y no podíamos viajar, pero coincidimos en San Francisco. Y fue algo increíble porque el sonido y la música no habían sido pensados para un cuarteto, porque nunca nos imaginamos tener esta posibilidad. Entonces empezamos a traducir esa música en partituras para un cuarteto de cuerdas. y de ahí surgió algo muy interesante. También, el Kronos Quartet fueron muy generosos al darnos un día de grabación para improvisar, crear texturas e ir incorporando más detalles sonoros a la película. Al final, fue un proceso increíble.

(Cortesía PIANO)

N.R. : Pensaba claro en Baraka, Koyaanisqatsi y toda esa tradición, pero también pensaba en un libro de Michel Houellebecq que se llama La carte et le territoire en donde hay un artista abstracto que fotografía, con un acercamiento exagerado, las guías carreteras Michelin. Ahí, en sus fotos, se plasman líneas sin sentido, dibujos abstractos, que, sin embargo, hablan de una geometría muy concreta. Hay algo en tus imágenes que me parece relacionarse con esta idea de Houellebecq: encuadras nuestra realidad de tal forma que aparece como abstracción, cuando en realidad estás mostrando algo muy concreto, relacionado con la producción material de nuestros bienes de subsistencia, como la agricultura, la ganadería, la hidroponía, internet, y el transporte comercial…

N. A. : Sí, en parte nuestra idea era darle orden al caos. Pero también queríamos darle una forma distinta a algo conocido. Transformar lo cotidiano para volverlo a pensar. Porque todo lo que sale en la película ya se ha visto: no estamos mostrando un mundo exótico y lejano, sino algo cotidiano. La idea era lograr representar ese cotidiano de otra forma. Y algo que sabe hacer mi fotógrafo Bennet Cerf es mover la cámara. Así que empezamos a jugar con la forma de componer planos para desubicar y desorientar al espectador. Al hacerlo perder el piso, va a empezar a sentir la película en el cuerpo. Queremos que le dé un poco de vértigo, que pierda el sentido de lo próximo y lo lejano.

(Cortesía PIANO)

N.R. : Viendo tu película me puse a pensar en la ecología y cómo se planteó en los años 60. La idea era que todos estamos conectados en esta gran máquina termomecánica que es el mundo. Pero creo que la ecología es también una forma de conectar, en pensamiento, el pasado con el presente y con el futuro. Creo que Users es una película sobre el tiempo. En el curso irremediable de la historia, ¿crees que el cine es un mecanismo particularmente efectivo para capturar el paso del tiempo?

N. A. : Parece evidente, pero esta no es una pregunta que hagan mucho. Gracias por hacerla. (Se ríe) Sí, es una película sobre el tiempo. Más que nada, para mí lo que es interesante es pensar la ciencia ficción como una forma de imaginarnos el futuro a partir del presente. Creo que el cine por el hecho de que sucede en el tiempo, nos permite hablar del pasado. No sé si todo el arte, pero creo que el cine está hecho de tiempo.

(Cortesía PIANO)

N.R. : Mi siguiente pregunta iba hacia ese punto: la ciencia ficción siempre ha soñado con mundos posibles, pero siempre los futuros que imaginamos son una lectura del presente. En este sentido, ¿Users es tu testamento sobre el presente?

N. A. : Creo que es mi testamento sobre el presente en términos de las preguntas que me estoy haciendo ahora mismo. De cierta forma, lo que me propuse es enfrentarme a todas las decisiones cotidianas y banales que uno tiene, como madre, con los niños de una forma más filosófica y existencial. En lugar de sólo comprar pañales, pensar qué implica usar este tipo de pañales. De hecho, la película empieza con un plano de una cuna inteligente. Me parecía muy fácil y natural fantasear sobre esa cuna, porque en la desesperación de ser madre con un bebé chiquito que no para de llorar, la posibilidad de una cuna que te resuelva todo es muy atractiva. Pero, a partir de ahí, el miedo de que tu bebé se encariñe con la cuna es muy fuerte. Piensas que, de alguna forma,  la cuna es mejor madre que tú. Y eso era todo. Es un pensamiento sobre el presente porque son preguntas que surgen de mi contexto inmediato, pero creo que estas preguntas son lanzadas al futuro por el hecho de ser madre, por el hecho de tener hijos.

(Cortesía PIANO)

N.R. : Claro, supongo que tener hijos debe cambiar la forma en que uno piensa el tiempo. Tener hijos, de cierta forma, es imaginar el futuro en donde van a vivir…

N. A. : Sí, y yo no estaba preparada para eso. Para nada. Mi forma de ver el futuro era muy abstracta, pero con los niños se vuelve algo muy real. Quieres proteger ese futuro de alguna forma. Ese futuro ya te incumbe.

N.R. : Hay una idea sobre el futuro que también me pareció interesante en tu película: la idea del reemplazo progresivo de los seres humanos por las máquinas. Como el ejemplo que mencionas de la cuna. Esto nos atañe a todos, pero en tu película es muy íntimo porque se centra en la idea de la computadora madre, de la posibilidad de sintetizar tu voz y que una computadora te reemplace en la crianza de tus hijos. Ahí está la idea de las máquinas reemplazando la maternidad, la tuya, y la de toda la humanidad. Las máquinas como las únicas encargadas de reproducirnos. ¿Crees que, en el progreso tecnológico, estamos perdiendo algo de humanidad?

N. A. : Creo que lo que es interesante es permitirnos hacer esa pregunta. Al preguntarnos sobre la humanidad en el cambio tecnológico, tratamos de definir cuál es la esencia de lo humano. La idea de la voz digital es un muy buen ejemplo. Porque lo pensaba en este sentido doble: cuando yo no esté, si esa voz les provoca algo a mis hijos, entonces tiene algo esencial de lo que soy, capturó algo de mi esencia; si no reaccionan, me indica que hay algo esencial de mi voz, de mi cuerpo, que es imposible de suplantar.

(Cortesía PIANO)

N.R. : Hay otra cosa que me interesó de tu película y es que en ella aparece un trasfondo de la vida cotidiana. La vida contemporánea cada vez está más higienizada: cuando le jalamos al escusado, no nos preguntamos a dónde va el agua, no nos preguntamos cómo llegó un bistec al súper, cómo llegan los paquetes de Amazon a nuestra casa o cómo cruza el internet el mar por un cable. Esta stevjobización del mundo, esta higienización tecnológica del mundo, es parte de nuestra vida. ¿Querías mostrar esta parte trasera de la vida contemporánea? ¿Revelar todo lo que, por comodidad, nos ocultamos?

N. A. : Sin duda. Y creo que hay diferentes formas de ver esto. El arte nos invita a reflexionar. Y necesitamos esa reflexión para cuestionar nuestro entorno. Mi propuesta creativa creo que es una respuesta al mundo en que vivimos a través de un ejercicio crítico. Aunque sea entretenido o estético, en mi opinión, el arte en el fondo tiene que cuestionar al mundo que habitamos.

N.R. : Te hago una última pregunta. Esta pregunta es una tontería con propósito y me gusta dejarla al final de las entrevistas: ¿crees que el cine puede cambiar al mundo?

N. A. : (Risas) ¿Mi cine por sí solo? No, definitivamente no. ¿El cine como arte? Por supuesto. Nada más hay que decir que, sin el arte, no podríamos entender el porqué de muchas cosas. Por eso, el cine, como todo arte, cambia al mundo.

(Cortesía PIANO)

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