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El trauma original de México

¿A quién le conviene que los mexicanos se narren como un país de derrotas?

Hace ya un par de semanas en el programa de análisis a cargo de Leo Zuckerman, en FOROtv, llamado La Hora de Opinar, entre los invitados se encontraba el historiador Héctor Aguilar Camín. En un momento de la charla entre los invitados, dicho historiador, haciendo referencia al contenido de su nuevo libro intitulado Nocturno de la democracia mexicana, comentó que le intrigaba por qué la memoria histórica de México ha priorizado enaltecer a héroes derrotados o hechos de derrota, en detrimento de las victorias logradas, rezando a personajes y calificándolos: a Hernán Cortes como el gran villano y a Cuauhtémoc como héroe vencido; a Hidalgo y Morelos como héroes vencidos ya que fueron asesinados y a Iturbide como villano; Porfirio Diaz como villano y Zapata y Villa como héroes derrotados. De manera sesgada pero, al final sugiriendo, que los villanos no lo fueron tanto y que debieron de haber recibido el carácter de héroes en el escrutinio de la memoria histórica de México, abundando Zuckerman que el país vecino del norte, ha hecho precisamente lo contrario, enaltecer victorias y ganadores.

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Me pareció curioso que el señor historiador dejara así no’más la duda en la mesa y no emitiera una hipótesis propia acerca del por qué se ha gestado así nuestra memoria histórica colectiva.

Juárez siendo coronado por la Patria en presencia de la Ley. Wikimedia Commons

Seguramente fue el señuelo para que varios curiosos acudiéramos a comprar su libro, cosa que aún no hago, o bien, para que algún espontáneo, como yo, saliera a emitir opinión al respecto, siendo un gran tema de reflexión dicho patrón histórico-cultural de tener más presentes lo que él llama “derrotas” que las “victorias”.

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La entrada de Cortés y con él la entrada de Occidente a lo que hoy conocemos cono América es toral para intentar esclarecer dicha duda:

Todos aquellos territorios que fueron colonizados, entre los habitantes originarios y los recién llegados, se gestó la relación más compleja y traumática de la historia de la humanidad.

Esta frase tan dura es de Ania Loomba, nacida en la India, doctora en artes y ciencias sociales, y la acuña en su libro Colonialismo Postcolonialismo, en el que explica de manera muy clara el fenómeno de la invasión europea y sus consecuencias en América Latina, Asia y África.

Loomba explica el término colonias, palabra que el Diccionario Oxford define como:

…palabra de origen Romano que significa granja o asentamiento, referente a romanos que se asentaron en otra tierra pero que mantenían su ciudadanía. Esta definición se refiere a la llegada de humanos a una nueva localidad para formar una comunidad y generar descendencia.

Sin embargo omite mencionar la existencia de pueblos originarios, el encuentro entre personas, la conquista o la dominación. Es así que Loomba propone que la definición real de colonialismo debe ser: la conquista y control del territorio de otras personas y sus bienes.

Como es sabido, todos aquellos vestigios de victorias prehispánicas fueron enterrados o reducidos a cenizas por decirlo menos. No hay historias de victorias claras antes de la llegada de los españoles que nos podamos contar entre los mexicanos, porque los conquistadores fundaron su estrategia precisamente en esa misión, acabar con la narrativa victoriosa de aquel pueblo mexica, el más victorioso de esa parte del mundo hasta la llegada de los ibéricos.

Quizás es la derrota más aparatosa de la historia de la humanidad, no exagero, no encuentro otro simil de tales dimensiones.

La imagen del Escudo Nacional ha sido representada a lo largo de todo el territorio mexicano (Foto: Wikipedia)

Casi tres siglos después, la elite criolla y mestiza que gestó y ganó la guerra de Independencia en contra de la corona española a principios del siglo XIX, creó la nación-estado llamada México, a semejanza de la “madre patria”, sin reconocer prácticamente nada de las culturas originarias. En aquellos días no eran tantas las generaciones que separaban a los indígenas y a algunos mestizos de las familias originarias, de su cultura, sus costumbres y creencias.

Esta acertada calificación que hace Loomba entre colonizadores y colonizados de “compleja y traumática”, me parece que explica en gran medida la desigualdad que se vive en México hasta al día de hoy. Los roles de conquistadores y conquistados parece que se heredan de generación tras generación, acentuándose cada vez más, como si hubiera un molde y receta que produce el mismo resultado: pocos privilegiados y muchos desprotegidos o de pocos recursos.

Un país donde hay más de cien millones de personas, donde más de la mitad son de muy bajos recursos económicos y educativos, que produce fortunas de las más grandes del mundo, nos deja ver que hay algunos grupos que no les afecta dicha situación de rezago en lo mas mínimo, sino, por el contrario, parece que la promueven. Les beneficia que la gente siga teniendo determinadas necesidades que tienen que ver con el rezago económico y el letargo educativo. Así son pocos los que tienen el control de muchos, sistema que se caracteriza más por el control que por la competencia leal.

En pleno siglo XXI parece que se repiten los rasgos inequitativos característicos de las épocas coloniales, donde los grupos de poder o élites actuales toman la posición que tenía la corona: la de sacar el mayor provecho posible de la explotación de las masas, recordándoles consistentemente que son derrotados y así controlar y manipularlas en su beneficio.

¿Será que en algún momento podremos contar colectivamente historias de victoria de manera natural? supongo que el día que hayamos sabido superar colectivamente el trauma de aquella gigantesca y aparatosa derrota de hace cinco siglos que aún nos persigue… yo creo que sí.

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