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El día que me abrí la blusa en la calle

Facebook e Instagram censuran los senos femeninos. El problema no es mostrar los pechos sino la reacción de la gente que los ve.

El problema no es mostrar los pechos, sino lo que hace la gente cuando los ve: #ChichisConLaBanda

Hace unos meses, la diseñadora y fotógrafa Jacinta Lanz (@lanzgg) me invitó a colaborar en un proyecto que desarrolló mientras hacía una especialidad en la universidad mexicana Centro de Diseño, Cine y Televisión. “Se trata de sumar un granito de arena a la lucha contra el machismo”, me explicó. La idea general era recopilar una serie de fotografías de mujeres de cuerpo completo en las que se mostrara al menos uno de los pezones de la modelo en alguna calle de la delegación Cuauhtémoc de la CDMX.

Esta muestra va más allá de defender la libertad de exponer nuestros senos como mujeres al igual que los hombres, es una manifestación en contra de la doble moral, los estereotipos, la opresión y la desigualdad. (vía ST)

El proyecto lleva por nombre Stand Together, que en una traducción literal quiere decir algo cercano a “estar juntas”, pero cuyo significado profundo es más específico. Según el Diccionario de Oxford, la frase se usa cuando un grupo de personas está de acuerdo sobre algún tema en particular. Se entiende, además, que entre ellas hay un acuerdo muy fuerte y la decisión de actuar en conjunto en torno a una cuestión determinada.

Hoy nos unimos, hoy nos paramos juntas (today we stand together) y luchamos por la igualdad de derechos, luchamos en contra de la violencia hacia la mujer, luchamos por nuestra libertad. (vía ST)

¿Por qué mostrar los pechos?

Proyecto © Stand Together, fotografía tomada por Jacinta Lanz @lanzgg

Resulta que, mientras platicaba con sus amigas, Jacinta se dio cuenta de lo indignante que resultaba para varias de ellas la censura que algunas redes sociales imponen a la aparición de pezones femeninos en material multimedia. Su invitación era, como puede verse, a participar de manera activa en una lucha contra la inequidad de género, expresada en una de sus muchas facetas.

Después de pensarlo dos veces, acepté. Lo primero que hice para tomar la decisión fue revisar lo que dicen las leyes mexicanas sobre estar (semi)desnuda en la vía pública. Había visto que en las marchas feministas y del Orgullo LGBT+ las personas suelen mostrar más piel de lo que es común, pero como en esto no habría una multitud que nos protegiera y una demanda obvia para posicionarnos, tenía que tomar mis precauciones.

En la Ciudad de México no es ilegal mostrar una parte íntima en la vía pública, a menos que alguien se sienta ofendido por el hecho y lo denuncie. Dado el caso, la sanción corresponde a una falta administrativa y debe ser procesada por un juez cívico (el Código Penal local no dice nada sobre exhibicionismo en personas mayores de edad). Las multas pueden ir de 1 a 10 días de salario mínimo y proceden sólo cuando la persona afectada asiste al Juzgado Cívico a presentar su queja.

Mi segunda preocupación fue cómo me iba a sentir de estar desnuda en plena calle y de registrar el momento con una fotografía. Entonces fui a ver las otras fotografías que ya formaban parte de la muestra. Me gustó que en todas, las mujeres aparecen de cuerpo completo y la mayoría mira hacia la cámara. Esto me dio la sensación de que me miraban a mí. Si alguien posa y fija los ojos en el lente de la cámara, entonces se apropia del momento de ser contemplada. Pasa de ser un objeto de consumo a ser un sujeto que desea. Las expresiones faciales iban de una franca carcajada a una sonrisa disimulada que contrasta con el destape del cuerpo.

Cuando las imágenes se ven con atención, hay en ellas gestos mínimos que hablan del consenso que medió en la fotografía. La mano que jala la blusa hacia arriba o hacia los lados; la flexión de la rodilla que provoca un movimiento para mostrarse; los brazos que se alzan para levantar el pecho; los botones abiertos de la camisa… Recordé una entrevista de Erika Lust en donde ella dice que el nodo central de su cine para adultos alternativo (no emplea el término pornografía, por su historia violenta de machismo) es el acuerdo entre las partes. Ante la costumbre de ver con naturalidad la sumisión sexual de las mujeres, hace falta construir una cultura del consenso. La gestualidad explícita evita una interpretación violenta de las fotografías: detrás de cada imagen hay un acuerdo visible.

Quedé de ver a Jacinta en su oficina para dar un paseo y encontrar una fachada adecuada para la foto. Al empezar a caminar junto a ella, me sentí más segura de la decisión. Éramos dos mujeres armadas, ella con su cámara y yo ¡con mi cuerpo! Por primera vez sentí que elegí con detenimiento quién y cómo me vería en la calle. Esta vez yo decidía el objetivo y el tiempo de exposición. Recordé todas las veces que me lastimaron miradas lascivas, gestos o tocamientos indeseados.

Proyecto © Stand Together, fotografía tomada por Jacinta Lanz @lanzgg

Hubo un momento de la sesión memorable: vi a los ojos a un señor que venía en dirección hacia nosotras. Al llegar a mí hizo cara de sorpresa al ver mis senos descubiertos y cuando empezaba a sonreír yo le señalé con la cabeza la cámara que estaba en frente. En un cambio de actitud fugaz, sumió la cabeza entre los hombros, pidió perdón y se cruzó rápidamente.

En la manera de movernos juntas, había una solidaridad que pocas veces he sentido con un hombre. Nuestra mirada evaluaba de manera sincrónica y coordinada cada posible escenario: “ahí hay mucha luz”, “no me encanta el contraste de ese fondo con la ropa”, “vámonos allá que no hay hombres cerca”. El objetivo de la foto no era satisfacer una idea de belleza o de comportamiento impuestas por una presencia masculina. Cada vez que Jacinta apretaba el obturador, yo sabía que, saliera como saliera en la foto, iba a estar bien. Mis curvas de grasa, el fino vello oscuro que cubre mi abdomen, la palidez de mi piel, todos eran aspectos que yo había elegido fijar en una fotografía.

En su Servicio de Ayuda, Facebook dice que “compartir fotos de desnudos o fotos de contenido sexual supone una infracción de las Normas comunitarias”. El argumento es que, una vez que tus fotos están arriba, pierdes el control de su distribución y pueden llegar a lugares indeseados. Lo sancionable es, por tanto, la circulación indebida o ilegal del material visual. Sin embargo, no es eso lo que busca Facebook detener, sino la subida de imágenes eróticas o sexuales a la red.

Claro: sin producto, no hay circulación. Pero, ¿conviene tomar estas medidas? Quizás haya otras soluciones: por ejemplo, bloquear la descarga del material que el usuario elija, dar opción a borrar el material tras un tiempo definido y, sobre todo, promover una cultura del respeto hacia expresiones de la sexualidad femenina. Por medio de la educación puede lograrse un cambio paulatino en el comportamiento de las personas y siempre es mejor tomar medidas en la dirección a la que deseamos llegar que en la dirección opuesta. Hace 65 años era impensable que las mujeres votaran, hoy hay candidatas a la presidencia. Prohibir fotografías de desnudos totales o parciales por el riesgo que supone la pérdida del control de su circulación es una forma de responsabilizar a la posible víctima de un abuso cometido en su contra.

Si revisamos el Centro de privacidad y seguridad de Instagram, encontramos restricciones similares a las de Facebook sólo que expresadas de forma más específica: la censura aplica a “fotos, vídeos y determinado contenido digital que muestren actos sexuales, genitales y primeros planos de nalgas totalmente al descubierto”. Adelante se añade que “también se aplica a algunas fotos de pezones femeninos; sin embargo, sí se permiten fotos de cicatrices de mastectomías y de lactancia materna”.

El argumento en este caso es conservar el respeto “a todos los usuarios de Instagram”. ¿Cuáles son los criterios de la plataforma para decidir que constituye una ofensa? Si se trata de un tema de protección a menores, podría colocarse una advertencia 18+ en el material que así lo requiera; si se trata de un problema moral, lo justo sería que los lineamientos sean claros. De otro modo, parece que hay una restricción sin fundamento a la difusión de representaciones sexuales. La restricción exclusiva para mujeres da por sentado que el pecho femenino, si no es usado para amamantar o como testimonio de una enfermedad, debe estar escondido tras la ropa, dado que su exposición puede resultar ofensiva.

Proyecto © Stand Together, fotografía tomada por Jacinta Lanz @lanzgg

Las razones de ambas redes sociales son ejemplo de un ambiente cultural que normaliza el desprestigio de las mujeres que muestran su cuerpo y señalan como responsable a la persona que sube el material (y muchas veces es víctima de estos abusos) y no a los perpetradores de los abusos. Es como si, para reducir el índice de asaltos nocturnos, se le pidiera a la ciudadanía permanecer en casa a partir de las 7 pm en vez de castigar a los criminales.

El cuerpo de la mujer ha sido víctima de la objetivización y ha sido sexualizado por décadas, tal es el caso que hoy en día a pleno siglo XXI, los pezones de la mujer son censurados y/o bloqueados de algunas de las principales redes sociales, peor aún, mujeres amamantando corren el riesgo de ser agredidas física y verbalmente o inclusive multadas. Esto no es más que un simple reflejo de la inequidad de género que tristemente seguimos viviendo. (vía ST)

En el resultado final (mi fotografía) no quedó registrado sólo mi gesto de mostrar una parte de mi cuerpo por voluntad propia, si no también la mirada que lo registró. Una mujer que posó con el pecho descubierto para otra mujer. El acto se sintió liberador porque en la sesión no rigió un punto de vista masculino. Mostré una parte íntima de mi cuerpo en la calle y las personas que transitaban por allí, podrían verme como yo elegí ser vista. Más adelante, las que naveguen por el sitio web, quieran o no, podrán verme sólo a través del filtro de la mirada de Jacinta, frente a quien yo decidí posar.

Estos desnudos parciales son contestatarios y subversivos. Desde luego, las fotografías tienen principios de composición notorios en los colores, las luces y la disposición de los elementos en el espacio. Protestamos sin renunciar a la estética porque lo que queremos normalizar es que una mujer elija qué hace con su cuerpo, en dónde y cómo. Estas fotografías son un ensayo por crear un nuevo lenguaje de protesta para combatir un viejo problema de inequidad. Pusimos el arte y la técnica a nuestro servicio y, como a todo manifiesto político, lo firmamos con nombre y seña porque el anonimato en este caso no protege, perpetúa.

En nuestra cultura, muchas imágenes que muestran el cuerpo femenino al desnudo cuentan la historia de mujeres sometidas a la satisfacción del deseo masculino. ¿Cómo son las imágenes que cuentan historias distintas? Cierro con las palabras de Jacinta, a manera de invitación para las que quieran descubrirlo:

Todas estas mujeres son mis hermanas, por el simple hecho de ser mujeres, por el simple hecho de ser seres humanos. Son mujeres chingonas, mujeres talentosas y valientes. Hoy nos unimos, hoy nos paramos juntas (today we stand together) y luchamos por la igualdad de derechos, luchamos en contra de la violencia hacia la mujer, luchamos por nuestra libertad. (vía ST)

Si quieres ver el proyecto da clic aquí.

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