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Historia de la comedia política en México y el mundo

Conoce los referentes de la sátira política en la historia de la comedia, desde la antigüedad hasta "El Privilegio de Mandar".

Una persona sin oficio alguno va caminando por la calle y de la nada le cae excremento de paloma en la cara. Al ver lo ocurrido, varias personas lo señalan y se ríen a carcajadas. Ahora bien, una persona que resulta ser el gobernante de la región va caminando por la calle, acompañado por tres escoltas y dos asistentes, y de la nada le cae excremento de paloma en la cara. Al ver lo ocurrido, ¿qué hace la gente? La escena no deja ser chistosa: los subordinados limpian la cara de su jefe con sus corbatas, los escoltas forman un escudo humano alrededor del mandatario humillado, uno desenfunda su arma y trepa un árbol en busca de la paloma agresora… ¿Pero cuál es el comportamiento de los testigos durante esta ridícula escena? ¿Se estarán riendo a carcajadas como si el gobernante fuera cualquier persona o estarán luchando por contener la risa, temerosos de la reacción del tirano local? Manchado su rostro y su orgullo, ¿qué represalias sería capaz de emprender contra aquellos que prolongan su humillación?

A lo largo de la historia de la civilización humana este ha sido el eterno y principal dilema de los que recurren a la comedia política, sean comediantes de oficio o personas comunes y corrientes que se burlan del mandamás en turno en conversación privada con sus amigos. ¿Cómo va a reaccionar la persona que ostenta el Poder al saberse humillado por sus propios gobernados? En la comedia política no solo encontramos un pensamiento crítico, sino también una postura subversiva, porque la risa es la expresión contraria al miedo, condición necesaria para sumergir a la población en la obediencia y el silencio. Por ello la comedia política es una manifestación de las conquistas que ha logrado un pueblo en materia de garantías y derechos, como la libertad de expresión. Es muy diferente la comedia política en Reino Unido en contraste a la comedia política en Corea del Norte, si es que hay registro de ésta. Pero aún así, nunca ha sido fácil burlarse de las personas que ejercen el poder político (o cualquier otro tipo de poder, sea económico, judicial, militar, religioso, etcétera), incluso en las sociedades más liberales, justo por ese componente que desequilibra la balanza a su favor: el Poder.

The Daily Show with Jon Stewart (AP Photo/Jason DeCrow)

La comedia política empieza en la infancia, no en el pasado

La manera más sencilla de comenzar a ilustrar la historia de la comedia política es la escuela primaria. En el salón de clases hay dos tipos de “payasos”. El primero es aquel que se burla de los niños más débiles, es decir, aquellos que de alguna manera son “diferentes” al resto, ya sea porque usan lentes de botella o brackets, tienen sobrepeso, moquean todo el día, hablan con un acento extranjero, etcétera. Hay niños con una fascinante capacidad de discernir las particularidades de cada quien, y aquellos que se enfocan en esas particularidades para divertirse a costa de los demás son conocidos en la actualidad como bullies. En tiempos pasados el bully que molestaba a sus compañeros recibía el nombre de “gandalla”. El gandalla era aquel que aprovechaba su fuerza superior para abusar de los más débiles; les quitaba el dinero, les copiaba la tarea o los humillaba en frente de la clase, a menudo con el apoyo de otros gandallas. A la vez que la conducta del gandalla era alentada por las risas que provocaba entre sus pares, infundía miedo en los demás. Pero en la medida en que pasan los años, los niños aprenden a reconocer a los gandallas como los cobardes de la sociedad, porque solo son capaces de burlarse de otros cuando se benefician del amparo de una posición de privilegio.

El otro “payaso” de la clase no se burla de los más débiles, sino de los que están arriba de su “rango” en la sagrada jerarquía del salón de primaria. Es aquel que no titubea a la hora de reírse del estudiante más popular de la clase, de los bullies del salón, o del consentido de los maestros; es aquel que incluso comete la osadía de mofarse de los maestros o el mismo director de la escuela. En lugar de mirar hacia abajo, donde yacen los blancos fáciles, mira hacia arriba, asume el desafío y vive con las consecuencias. Los demás compañeros no tardan en detectar en este alumno una inteligencia distinta a la de los estudiantes aplicados, es decir, una manera de pensar más ágil, más viva. Quizás por naturaleza, este “payaso” de la clase aprende a ser más observador de su entorno, y con el tiempo comienza a detectar lo que no encaja, no en la apariencia física de sus compañeros, sino en el entramado social que influye sobre el comportamiento de las personas. Más adelante, el otrora “payaso de la clase” empieza a denunciar las injusticias de la academia, aunque con un pie en la comedia, ya sea a través de un dibujo, un cuento, o una serie de memes en redes sociales. Pero también empieza a reconocer que las represalias por sus bromas ya no son una junta con sus padres o una hora de detención, sino empiezan a subir de tono: una suspensión administrativa, un veto permanente, una amenaza contra su integridad física.

Rogelio Naranjo (FOTO: DIEGO SIMÓN SÁNCHEZ / CUARTOSCURO.COM)

El superpoder de provocar risa

Los grandes pensadores del pasado aprendieron a disfrazar sus críticas al Poder a través de la comedia y las artes quizás como mecanismo de defensa. Si un bufón de la corte se reía del príncipe en su cara, era de esperarse que su próxima cita sería con el verdugo. El siglo XVI nos ofreció algunos ejemplos muy claros de este fenómeno. El primero fue Utopía, una crítica de Tomás Moro al sistema de gobierno de Inglaterra en tiempos de Enrique VIII, aunque disfrazado de un relato fantástico sobre una isla exótica en el Nuevo Mundo. Casi al mismo tiempo que el Viejo Continente se divertía con Utopía, Erasmo de Róterdam escribió Alabanza de la Estupidez, una obra todavía más feroz que ridiculizaba a las grandes figuras de autoridad del momento, incluyendo intelectuales, cardenales y monarcas. A este disfraz literario se la da el nombre de sátira, subgénero de la comedia que ha permitido a cientos de pensadores a lo largo de la historia burlar las restricciones del Poder. Si bien las publicaciones de Moro y Erasmo no estuvieron exentas de lectores indignados y llamados a la censura, ambos pensadores libraron ser sancionados directamente por las ideas escandalosas expresadas en sus textos (muchos años después, Moro sería ejecutado por otros motivos mientras que Erasmo estaría sujeto a la excomunión, también por otros motivos).

Con el paso de los siglos, las naciones de Occidente se transformaron paulatinamente, a menudo por la vía de la revolución armada o la insurrección popular; adoptaron leyes más liberales, otorgaron mayores derechos a la ciudadanía, configuraron sistemas de gobierno menos autoritarios e instauraron instituciones más democráticas. La crítica al Poder comenzó a ser tolerada, a veces a regañadientes, porque se llegó al acuerdo social de que una democracia liberal debía permitir la pluralidad de opiniones para seguir evolucionando. Pero no ha sido sencillo, sobre todo en países con democracias imperfectas o recién adoptadas. En regiones del mundo con tradiciones autoritarias bien arraigadas en su cultura política, al Poder le ha costado trabajo someterse a los equilibrios del liberalismo y por ello su primera reacción a la crítica sigue siendo la misma: callarla. Con la comedia crítica, en cambio, siempre ha sido más complicada la censura, a veces porque la crítica está muy bien escondida (¿sabían que El mago de Oz es una sátira política?), pero también porque el cómico suele contar con ese elemento que el intelectual solemne carece: una audiencia, es decir, respaldo social.

Por ello, el cómico se ha valido de varias avenidas para salirse con la suya en su cruzada para exhibir las injusticias y las absurdidades del Poder. La comedia tipo stand-up (George Carlin, Bill Maher, David Cross); la parodia tipo sketch (Monty Python, Saturday night live); la sátira literaria (Rebelión en la granja, El señor de las moscas); las comedias políticas del cine (El gran dictador), la televisión (Parks and Recreation) y el teatro (On the Rocks). En México la caricatura tal vez sea el medio donde más se ha desarrollado la comedia política y la crítica social, incluso en el siglo XX. Los artistas que desenvolvieron sus talentos en este ramo gozan de un prestigio que está a la par de los grandes moneros de cualquier otro país. Figuras como Abel Quezada, Rogelio Naranjo, Eduardo del Río “Rius”, Helioflores, Magú y Jis, entre muchos otros, han hecho temblar a todos los poderes del país con la fuerza de unos trazos en una hoja de papel.

En México, la tradición de la comedia política sigue vigente y se ha expandido más allá de los cartones en las revistas y periódicos. En la televisión se cuenta con el referente de El privilegio de mandar, una serie cómica del tipo parodia que se presenta en el formato de sketch comedy. La parodia es un subgénero de la comedia que se basa en la imitación cómica de personas o situaciones reales, mientras que un sketch es una puesta en escena de duración breve presentada por un grupo de actores cómicos.

El Privilegio de Mandar

El privilegio de mandar regresa a la televisión con el estreno de su cuarta temporada el lunes 1 de agosto a las 22:00 horas por medio de la plataforma ViX o desde el sitio nmas.com.mx., seguido por un nuevo capítulo todos los lunes a la misma hora.

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