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Clara Schumann: Más allá de Robert y de Brahms

Clara Schumann fue una de las figuras más importantes del siglo XIX. La música de Robert y Brahms no sería lo mismo sin ella

Schumann. Al escuchar o leer ese nombre, es muy probable que pensemos en Robert. No obstante ese apellido también fue el de una de las mujeres más importantes y brillantes del siglo XIX. Una mujer que sin su influencia, tal vez la música de Johannes Brahms no sería la que conocemos. Porque la obra de su esposo, sin duda, no sería la misma. Una pianista, compositora, editora, profesora, todo eso y más fue Clara Schumann.

Pasión por el piano

Clara Schumann, nacida en Viena el 13 de septiembre de 1819, empezó sus clases de piano desde los 5 años. Su maestro fue su propio padre, el conocido maestro del piano Friedrich Wieck.

Antes de comenzar sus lecciones, la pequeña Clara apenas había pronunciado sus primeras palabras entre los 4 y 5 años. Durante sus primeros años, manifestó una especie de desinterés por todo lo que pasaba a su alrededor, una condición que no se “curó por completo” -como ella misma dijo- hasta los 8 años. Tal vez esto se debiera a la mala relación de sus padres, que culminó en divorcio cuando apenas tenía 6, quedando en custodia de su padre.

(Imagen: Wikimedia Commons)

Además de las lecciones de piano, su padre le hizo tomar clases de composición y aprender idiomas. También la hizo que practicara gimnasia. Todo esto era parte del programa educativo integral que tenía planeado para su hija.

La personalidad de Wieck era dominante. Clara comenzó a tener el hábito de llevar un diario, y durante un tiempo él le dictó lo que debía escribir en él. Este hábito tuvo algunos efectos secundarios positivos: las frecuentes observaciones de Wieck sobre el negocio de la música y la vida de un pianista de concierto ayudaron a preparar a Clara para una carrera independiente, y hoy ofrecen una visión del mundo musical de la época.

Cuando tenía 11 años dio su primer recital como pianista. Posteriormente, su padre publicó las primeras composiciones de su hija. Era el inicio de una prometedora carrera.

Robert Schumann

En 1830, Robert Schumann, un estudiante de leyes de 20 años, comenzó a estudiar con Wieck. Fue entonces cuando conoció a Clara, quien era 9 años menor.

Mientras que la carrera como pianista de Clara iba en franco ascenso, ganando el reconocimiento de figuras como Goethe, Liszt, Mendelssohn, entre otros, su relación con Schumann fue evolucionando de una amistad hacia algo más profundo. Su padre se dio cuenta y se opuso terminantemente. La llevó a una gira para tratar de alejarla de Robert, pero fue en vano.

Clara y Robert Schumann (Imagen: Wikimedia Commons)

En 1837 fue reconocida como una de las virtuosas más importantes de Europa, y su carrera como compositora también estaba floreciendo. Sus primeras composiciones datan de 1830, pero sus Soirées musicales de 1836, ya mostraban una considerable sofisticación. En ese mismo año, ella y Schumann se comprometieron, a pesar de las objeciones de su padre, que se rehusó a dar su permiso. Al ser Clara menor de edad, requería de la venia de Wieck.

Robert y Clara decidieron ir a la corte y demandarlo. El juez autorizó el matrimonio, que tuvo lugar el 12 de septiembre de 1840, el día previo al cumpleaños número 21 de Clara, cuando alcanzó la mayoría de edad.

Clara en la obra de Schumann

Al día siguiente de su boda, Robert le dio un nuevo diario a Clara por su cumpleaños, recomendándole que escribieran e intercambiaran el diario semanalmente, para que cada uno pudiera escribir sus reflexiones sobre la música que habían escuchado, los proyectos en los que estaban trabajando y cualquier tema personal. Notas al otro que las palabras habladas no pueden expresar. También escribieron sobre las personas que conocieron, aquellos con quienes cenaron y tocaron su música.

Clara y Robert tuvieron ocho hijos (diez embarazos) y su prolífico historial médico sin duda daría para muchos estudios. Debido a la inestabilidad física y mental de su esposo, Clara asumió muchas de las responsabilidades familiares. Estos le impidieron practicar, tocar y componer. Además, la proximidad de sus dos pianos a menudo hacía imposible que Robert y Clara trabajaran en casa simultáneamente: se distraían el uno al otro. Inevitablemente, Clara dejaría a un lado su música por deferencia a Robert.

La pareja dio prioridad a la composición de él por encima de la actividad de ella. Esto hizo que Clara, de alguna manera asimilara la noción de que las mujeres no debían ser compositoras:

“Una vez pensé que poseía talento creativo, pero he abandonado esta idea; una mujer no debe desear componer; nadie ha podido hacerlo, y ¿por qué debería esperarlo yo? Sería arrogancia, aunque de hecho, mi padre me llevó a eso en los primeros días.”

Sin embargo, eso no evitó que su influencia y su inspiración no se hicieran presentes en la obra de su marido.

Al haber tenido una educación musical tan intensiva y estricta, Clara tenía claro lo que debía de hacerse en cuanto al trabajo de composición de su marido. Buscó establecer la tradición alemana de Bach y Beethoven y quería que Robert fuera parte la misma. Fue parte fundamental para ello, y, curiosamente, quedó fuera de la misma por las razones previamente expuestas.

Su producción total publicada de 23 obras fue pequeña para los estándares del siglo XIX, pero obtuvo respuestas positivas al publicar sus propias obras. Nuevas grabaciones de piezas de Clara Schumann como las Seis Canciones de 1840-1843 han revelado a un compositor cuyo estilo no era un clon del de su marido, sino que se inspiraba en influencias de varios contemporáneos, incluidos Felix Mendelssohn y Frédéric Chopin, cuya música solía tocar. El ambicioso trío de piano en sol menor de 1846, escrito con cuatro niños pequeños en la casa, a menudo se considera la obra más importante de Clara.

Revolucionando el recital

La carrera de Clara como pianista se ralentizó poco durante la década de 1840.

Por mucho que a Robert Schumann le disgustara que su esposa saliera de gira, él dependía de ella hasta cierto punto. Clara entendía y apreciaba su música mejor que nadie, y era ampliamente conocida como su mejor intérprete. Robert Schumann, como casi todos los compositores del siglo XIX, no podía tocar su propia música de piano, que era todo un reto interpretativo, ya que había sufrido daño nervioso en uno de sus dedos a principios de la década de 1830.

(Imagen: Wikimedia Commons)

Es importante contextualizar que a principios del siglo XIX no existía la música clásica. Es decir, el término no existía y tampoco el concepto. La gente tocaba música nueva y, en su mayor parte, lo hacía en casa. No había salas de conciertos públicas.

La idea que tenemos del recital de piano, el comprar un boleto para ir a un auditorio a escuchar a un gran pianista interpretar Bach o Beethoven le debe mucho a Clara Schumann.

Estaba el brillante Liszt, por supuesto, pero su estilo era más el de un showman. Clara era más seria, tradicional.

Su aporte al recital fue memorizar la música que tocaba. Nadie había hecho esto antes de que ella —y Liszt— apostará por esta manera de interpretar, ya que antes, al interpretar música nueva, muchos apostaban por hacerlo guiándose por las partituras. Clara también tocaba música nueva, pero su fama se basaba cada vez más en su defensa de la música del pasado, la música clásica, y la tocaba de memoria, como todavía lo hacen la mayoría de los pianistas clásicos.

Pero Clara hizo más que popularizar la memorización de música. Ayudó a establecer lo que ahora consideramos el canon clásico, y esto, es un un legado que perdura hasta nuestros días.

Clara y Johannes Brahms

En 1853, los Schumann se mudaron a Düsseldorf, y Clara tuvo un verano muy productivo, componiendo varias obras importantes, incluida sus “Variaciones sobre un tema de Robert Schumann” y el “op. 23”. En 1854, Robert Schumann sufrió un colapso mental e intentó suicidarse, tras lo cual fue internado en un asilo donde vivió el resto de su vida. Hasta la fecha se discute si padecía esquizofrenia o era bipolar. Falleció en 1856.

Johannes Brahms, quien había conocido a los Schumann en 1853 a través del virtuoso del violín Joseph Joachim, se convirtió en una figura cada vez más importante en la vida de Clara. Hasta el día de hoy, su relación exacta no está clara, pero es difícil refutar las afirmaciones de que tuvieron una aventura. Para el alemán, Clara era la representación de la femineidad, era la mujer idealizada, la mujer perfecta. Para la austriaca, Johannes fue siempre una apoyo, la esperanza y una ilusión.

Johannes Brhams (Imagen: Wikimedia Commons)

Brahms era 14 años menor que Clara y posiblemente sintió que la diferencia de edad era un obstáculo demasiado grande para el matrimonio, por lo que lo suyo terminó siendo algo platónico.

Eso no evitó que Clara fuera una inspiración para el compositor alemán y que ella no dudara en poner su talento para ayudarlo  a adquirir fama y reconocimiento.  Le daba consejos, sugerencias musicales, a las que Brahms siempre atendía porque la respetaba como música. Su amistad con Brahms duraría hasta el final de la vida de Clara.

Últimos años y legado

Si la muerte de Robert Schumann puso fin a la carrera como compositora de Clara, tuvo el efecto contrario en su concertista.

Con libertad y motivación financiera, reinició su carrera como intérprete y ganó reconocimiento internacional. Se mudó a Berlín en 1857 y fue considerada una de las piansitas de élite de la capital alemana, realizando cerca de 20 viajes a Inglaterra, donde era especialmente popular, y recorriendo lugares tan lejanos como Rusia.

(Imagen: Wikimedia Commons)

Sus interpretaciones se destacaron por su profundidad y sus programas por su variedad. Tocó muchas de las obras de Beethoven, y, en un momento en que muy pocos pianistas lo hacían, miró hacia atrás a la era barroca de la música para teclados, interpretando obras de Johan Sebastian Bach y Domenico Scarlatti. Jugó un papel importante en el establecimiento del estatus permanente de Robert Schumann y Brahms en el repertorio de piano.

En 1878, Clara Schumann se trasladó a Frankfurt-am-Main, Alemania, y en sus últimos años enseñó piano en el Conservatorio Hoch. Continuó dando recitlaes hasta 1891 y murió en Frankfurt el 20 de mayo de 1896.

Clara Schumann fue parte de la cultura que creó el mundo de la música clásica como lo conocemos hoy en día. Aprovechó su carrera para su ascenso, y de muchas maneras dejó su huella en ella: por ejemplo, Robert Schumann es una figura central dentro de la “música clásica” en gran parte porque Clara hizo de su música su tarjeta de presentación.

Pero al mismo tiempo, Clara Schumann y sus composiciones han ocupado un lugar destacado en los esfuerzos por hacer que la “música clásica” sea más inclusiva, en particular para incluir más música de mujeres compositoras en el escenario del concierto y en la academia. Para el público actual de música clásica, es a la vez la encarnación de una tradición establecida y un icono de transformación.

Fue una revolucionaria.

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