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Camilo Sesto y los artistas españoles que cautivaron el corazón de México

Camilo Sesto fue un músico español que cautivó a México, y junto a él, otros como Miguel Bosé, Rocío Dúrcal y Raphael hicieron historia.

México y España tienen una relación histórica que une a las dos naciones desde hace siglos. Estos dos países se han enriquecido el uno con el otro no solo en el campo social, político o económico, sino también en el de la creación artística y diversos aspectos culturales.

Para inicios de la década de 1970, después de que México y el mundo atravesaran una revolución encabezada por miles de jóvenes, un muchacho de 27 años y originario de Alcoy, España, llegó a este país para cantarle al amor, la vida y el romance de una forma poco antes vista.

Se trataba de Camilo Blanes Cortés, mejor conocido como Camilo Sesto, un músico, cantante y compositor que de inmediato tuvo la atención de una generación que buscaba experimentar emociones nuevas y sumamente intensas.

Estas encontraron cobijo en las letras de Sesto, quien con una desbordante alegría hizo de México su segunda patria y cultivó así un gran romance  que dejó un legado tanto en lo cultural como en lo musical.

“Y sabe Dios que como México no hay dos”, diría a los cuatro vientos después de haber logrado ventas millonarias en este país y abrirle paso a decenas de artistas que seguirían sus pasos.

Después de Camilo, muchos artistas vieron en México el trampolín mediático para posicionarse en Latinoamérica, por lo que atraídos por la gigantesca propuesta de hacer de esta región no solo un terreno fértil en ventas, sino en seguidores, toda una generación nos invadió con su romance y abrió las puertas a lo que, podríamos atrevernos a decir, hoy es la música romántica mexicana.

Para entender el fenómeno que causó la llegada de Camilo y el surgimiento de muchos otros cantantes, músicos y artistas, es necesario echar un ojo al programa Siempre en Domingo, en la cual el alcoyano tuvo importantes presentaciones para el inicio de 1980.

En esta producción, que además marcó la apertura de un nuevo género televisivo a nivel público con los “programas de revista”, también aparecieron otros músicos como Miguel Bosé, Rocío Dúrcal y Raphael. Estos monstruos llenos de talento hicieron de México un destino que los protegería del olvido y mantendría sus carreras en vigencia hasta nuestros días.

En 1975, el panameño, italiano, colombiano y español, Miguel Bosé fue incentivado por Camilo a crear música. La amistad de los dos españoles comenzó a forjar profundos lazos y, sin que lo supieran en ese entonces, cimentó las bases que los mantendría unidos más allá de la muerte. Pocos años más tarde, Bosé firmó un contrato con CBS, una importante cadena de radio que se encargó de darle popularidad y fama.

A México llegó a inicios de los ochenta y desde entonces dio a conocer su talento y propuesta musical.  En este país no solo encontró un segundo hogar, sino a un gran número de seguidores que se encargaron de hacerlo resonar hasta en los rincones más lejanos de Latinoamérica.

Bosé fue el padrino de una agrupación juvenil Timbiriche, y con poco más de veinte años, comenzó a trabajar con Luis del Llano en una serie de producciones musicales que harían relucir lo mejor de su creatividad y talento.

También le cantaría al amor y a la vida, pero en un estilo diferente al de Camilo, por lo que la diversidad musical y sexual de estos dos artistas bastaría para que los mexicanos adoptaran por completo al talento que cruzaba el Atlántico y renovaba lo que la balada y los covers al rock and roll le habían legado a una generación.

Con idas y venidas un poco más marcadas que las de Blanes, Bosé tomó de sus viajes a España influencias para cambiar su estilo musical y mejorar algunos puntos en su carrera. Modificó su registro vocal y su sonido maduró para encaminarse hacia el glam rock en el que David Bowie y Depeche Mode ya estaban marcando tendencia.

Para finales de los noventa e inicio del nuevo milenio, Bosé regresó a México con una imagen nueva, provocativa, revolucionaria y profundamente sexual que resonó en los jóvenes que para entonces comenzaban a forjar su propia identidad.

Pese a que en 2005 uno de sus video fuera censurado en este país por tener “contenido erótico”, en 2008 Bosé se llevó un triple disco de platino y mantuvo en primer lugar su álbum por quince semanas consecutivas en México, por lo que su relación con músicos y artistas mexicanos, como Daniela Romo, fusionó toda una propuesta creativa, cultural e ideológica sobre el sentido de la música y el espectáculo.

Sin embargo, para quienes gustaban más de las viejas tradiciones, el amor romántico y veían a Angélica María salir del país, recibieron con asombro y aplausos a Rocío Durcal; una española que a poco tiempo se definiría como “la más mexicana de todas” que cambió la forma en que se cantaba el mariachi y supo hacer equipo con talentos emergentes y de importancia, podría decirse internacional, como Juan Gabriel.

Durcal quiso a México como pocos lo han hecho y cantó temas clásicos que  vivían estáticos bajo la piel mexicana de miles de personas.

Aunque al tiempo que Bosé y Camilo revolucionaban a las generaciones de 1970 en adelanta, Durcal mantuvo vigente a los antiguos jóvenes de 1960 y supo adaptar su carrera a los requerimientos de su época.

A Rocío, el público mexicano la vio como la gran mujer que levantaba la voz al amor, el despecho y a la libertad femenina, al igual que como una estrella que abrió su alma, porte y música a un país que la maravilló desde pequeña.

Nos ofreció interpretaciones históricas que hasta la fecha siguen erizando nuestra piel. Su llegada se remonta a 1962 para debutar en el cine y después se instaló en el escenario de Siempre en Domingo con todo y su séquito de músicos,

Junto a estos nos legó grandes temas como “Contigo y mi tristeza”.

La vida artística de Rocío surgió en el franquismo, cuando era una jovencita y, junto a Juan Gabriel revolucionó la interpretación de las baladas románticas, la música ranchera y el pop, ella aceptó gustosa experimentar la revolución sexual, afectiva y cultural que se vivía de este lado del mundo.

María de los Ángeles de las Heras Ortiz, su nombre real, fue considerada la embajadora de la música folclórica y si bien en sus venas corría sangre española, en México llegó a representar un ícono cultural.

Desde niña se dejó llevar por la armonía del mariachi. Le fascinaba esa atmósfera sonora que en España no existía y por ello vino a conocerla y después recrearla. Rocío deslumbró al mundo y el mundo, en consecuencia, la hizo suya.

Sin dejar de lado ninguna de sus banderas, desde 1976, Dúrcal comenzó a acrecentar su presencia en nuestro país con constantes visitas hasta el 2006, año en que un terrible cáncer que padecía la tomó por sorpresa y le provocó la muerte.

En un último acto de amor eterno, sus familiares dieron a conocer que uno de sus deseos fue que sus cenizas se repartieran en dos lugares, uno su querida España y el otro México; el lugar donde se encontró tantas veces a sí misma y que hasta la fecha no la ha olvidado.

Tras su muerte, la música de Rocío siguió sonando en el día a día a través de la radio y fue retomada para fechas muy importantes para los mexicanos como el Día de las Madres.

En 1999, para despedir al siglo pasado, la cantante portó un vestido rosa e hizo suya La Noche de Raphael, un programa de televisión que era conducido por el Divo de Linares, Miguel Rafael Martos Sánchez, mejor conocido como Raphael.

Este cantante, actor y músico español, al igual que el querido Camilo, fue y sigue siendo uno de los artistas más prolíficos de la década de los sesenta, y al igual que Dúrcal y Bosé, atrapó el corazón del público mexicano con su forma de interpretar baladas.

Como contexto, podría decirse que Raphael fue el encargado de abrirle el camino hacia los demás, ya que su carrera fue una de las primeras en llegar a México y tener presencia a nivel mediático desde 1959.

En ese año, el interprete de temas como “Mi Gran Noche”, “Como Yo Te Amo”, “Digan lo que Digan” o “Estar enamorado” escaló la cima hacia al éxito y conquistó a los oyentes hispanos.

Al igual que Rocío retomó elementos del folclor mexicano y como Bosé, supo escuchar a su entorno para tomar influencias modernas que ayudaran a su desarrollo musical en todos los sentidos.

De nuestro país tomó la “Sandúnga”, el “Huapanguero torero” y la “Llorona” para hacerlos suyos y cambiar su interpretación. Con ello el público mexicano terminó por enaltecerlo y consagrarlo como uno de los mejores artistas de los sesenta.

Dramático e intenso, Raphael fue mucho más explosivo que Camilo en el escenario, pero unidos por una misma nación, ambos se conviertieron en referentes de la balada contemporánea para la década de 1970.

Desde entonces, lejos de iniciar una rivalidad, ambos supieron mantener una entrañable amistad donde la admiración y el respeto fue mutuo.

A diferencia de Raphael, Camilo se llevó primero una Gaviota del festival Viña del Mar, pero esta estatuilla tampoco pudo dañar el cariño de los cantantes ni la reputación del músico de Linares.

Con la muerte de Camilo Sesto, siguiendo a la de Rocío Durcal, Raphael emitió un profundo mensaje a través de sus redes sociales en el que se pronunció “triste y roto”, ya que una de las voces más importantes de España y Latinoamérica se iba para siempre del mundo físico que lo vio crecer.

El legado de Camilo, así como el de estos músicos españoles, hoy se mantiene más fuerte que nunca.

Claro ejemplo de ello lo son esos miles de seguidores, músicos y fanáticos que siguen haciéndolo uno de los artistas más de tres millones, treinta mil oyentes mensuales.

Los jóvenes del 2000 y los años consecuentes han tomado sus canciones y las han adaptado, versionado y hasta difundido redes sociales, por lo que el músico sigue levantando su voz para recordarnos el mundo que existió gracias a sus canciones.

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