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Así mantienen el hambre en el mundo las ayudas “humanitarias”

La mayoría de las "personas con necesidad" se encuentran en el centro y norte de África y Medio Oriente. El presupuesto para 2017 de la ONU destinado a apoyos humanitarios es de más de 22 mil millones de dólares, el más alto que se haya aprobado. El presupuesto pretende "apoyar" a 92.8 millones de personas de las 128.6 millones de personas que la ONU catalogó como "personas con necesidad" en 33 países como Siria, Afganistán, Myanmar, Palestina, Sudán, Sudán del Sur, Malí, Somalia, Burundi y más.

Cuando la ayuda es negocio

El presupuesto para 2017 de la Organización de las Naciones Unidas destinado a apoyos humanitarios es de más de 22 mil millones de dólares, el más alto que se haya aprobado. El presupuesto pretende “apoyar” a 92.8 millones de personas de las 128.6 millones de personas que la ONU catalogó como “personas con necesidad” en 33 países como Siria, Afganistán, Myanmar, Palestina —territorio ocupado por Israel— , Sudán, Sudán del Sur, Malí, Somalia, Burundi, Etiopía, Burkina Faso, Senegal, Haití, etc. La mayoría de las “personas con necesidad” se encuentran en el centro y norte de África y Medio Oriente. El presupuesto es equivalente al 3% de los gastos militares en el mundo. Pero, ¿esta ayuda humanitaria es realmente benéfica para las personas y ayuda a erradicar la violencia?

Los apoyos humanitarios

A mediados de la década de 1980, la Organización de las Naciones Unidas declaró un estado de desastre histórico en varios lugares del mundo. Durante los últimos 15 años han sucedido desastres históricos en el Océano Índico, con el tsunami que aplastó Indonesia, Sri Lanka, Tailandia e India, en Sudán por el conflicto en Darfur que resultó en el desplazamiento forzado de millones de personas, las inundaciones de Pakistán, la hambruna en Somalia, los terremotos en Haití que cobraron la vida de miles y miles de personas durante y después de la catástrofe.

En cada uno de estos desastres históricos, la comunidad internacional, liderada por la ONU, acude a estos lugares y con las personas afectadas para mostrar la miseria de una realidad de la que escapan inmediatamente para volver al comfort de su propia casa, en donde se comienza a coleccionar fondos humanitarios para enviar a las personas con necesidad.

Entre más impactantes sean las imágenes que se muestran en las agendas de comunicación, más atención cobra la situación; y entre más importante o sonada sean las situaciones bélicas o desastrosas para las personas, son más susceptibles a recibir apoyos humanitarios. Esto muchas veces termina haciendo buen dinero que no siempre termina ayudando como se esperaría que lo hiciera.

La ayuda humanitaria como negocio

Desde finales de la Guerra Fría, el humanitarismo expresado en apoyos en especie o monetarios se ha vuelto una industria que depende de y que alimenta a la industria de la comunicación, además de complementar varias industrias como la alimentaria y la armamentista.

Después de la desaparición de la Unión Soviética, las agencias occidentales de apoyos humanitarios y las economías que las respaldan tuvieron la oportunidad de entrar en las zonas de guerra a las que antes el acceso era casi imposible, principalmente en África y Asia. La expansión de las agencias humanitarias implicaron la expansión masiva la industria de la ayuda humanitaria. Linda Polman recuerda que en 1980 había 40 organizaciones no gubernamentales trabajando con migrantes camboyanos en la frontera con Tailandia; 10 años después, durante la guerra yugoslava, 250 organizaciones trabajan en el lugar del conflicto; en la década siguiente, el número de organizaciones trabajando en Afganistán se elevó 10 veces, es decir, 2 mil 500 organizaciones.

Paradojas económico-militares de la ayuda humanitaria: el caso de Ruanda

En 1994, en Ruanda, sucedió una de las más impresionantes masacres en la historia de África y del mundo. Los Tutsi, que en el pasado fueron desplazados por los Hutu, organizaron una invasión desde Uganda para detener la violencia que los Hutu ejercían sobre ellos. Una buena parte de la población Hutu, entre ellos los milicianos que violentaron tremendamente a los Tutsi, huyó hacia Goma, en la República Democráctica del Congo — en ese entonces Zaire.

Víctimas del genocidio en Ruanda (Photo by Chip Somodevilla/Getty Images)

Los apoyos humanitarios llegaron a Goma, a los campos de refugio que instalaron hordas de trabajadores de agencias internacionales de apoyos humanitarios para albergar a los Hutu que salían de Ruanda. En Ruanda, sin embargo, país desangrado y lleno de cadáveres de hombres y mujeres Tutsi — cerca de un millón— , las ayudas humanitarias eran escasas o nulas.

El concepto buscado por las agencias internacionales para comenzar a trabajar era “refugiado”, los cuales eran Hutu. Los apoyos humanitarios de 1.5 miles de millones de dólares se destinaban a los perpetradores de la violencia en ese momento del conflicto entre estos dos pueblos en Ruanda. Dice Linda Polman que esta operación humanitaria de rescate para los Hutu fue la que mejor recolección monetaria había tenido en la historia.

Los apoyos humanitarios en este contexto y en esta situación (como en otras) ayudaron a mantener los conflictos entre los pueblos de Ruanda y que las actividades bélicas tremendamente violentas se mantuvieran.

Otros casos similares en los que los apoyos humanitarios han contribuido a la manutención de las guerras son Chad y Darfur. En estos contextos, los apoyos humanitarios llegados gratuitamente a los territorios eran un motín perfecto para las partes beligerantes. Los recursos necesarios para mantener conflictos armados llegaban gratuitamente y sólo estaban ahí para tomarlos y usarlos a favor. Además las negociaciones entre agencias internacionales y las partes beligerantes confieren legitimidad a las mismas, sean cuales sean.

Paradojas económico-políticas de la ayuda humanitaria: el caso de Somalia

Aproximadamente durante los mismos años en que hubo un desastre humanitario en Ruanda, en 1995 la Comisión Europea destinó millones de euros al desarrollo rural en marcos de proyectos de seguridad alimentaria en Somalia. Sin embargo, por lo menos desde 1991, es decir, desde hace 26 años, los habitantes del país han sufrido hambrunas y el país no ha dejado de recibir los apoyos alimentarios.

Latones de aceite vegetal provenientes de Estados Unidos en un campo de refugio en Somalia (Photo by Oli Scarff/Getty Images)

Allí donde las contradicciones salen a flote, donde se muestran en la superficie del entendimiento de la realidad, es donde hay un problema mucho más grande. Las contradicciones sólo son puntas de icebergs que mantienen invisibles bajo el agua los problemas estructurales.

¿Cómo es posible que los fondos de la Comisión Europea y otras organizaciones que son mediados por la ONU no hayan resuelto las hambrunas en Somalia después de dos décadas?

Los apoyos alimentarios, que llegan a Mogadiscio, la capital de Somalia, en especie, han inundado el mercado. La inundación de ayuda alimentaria en la capital de Somalia ha fomentado la existencia de una cotidianidad en la que la comida gratuita está disponible, lo que provoca que los agricultores del país no puedan intercambiar sus productos por su valor real. Que haya apoyos alimentarios durante la temporada de cosecha provoca la distorsión de los movimientos mercantiles. Así, la pobreza asecha a los agricutores por no poder vivir de su producción. Algunas agencias como el Programa Mundial de Alimentos de la ONU han sido un obstáculo para la recuperación productiva de Somalia y para los mercados y los trabajadores agrícolas locales.

Sin embargo, el problema no se queda allí, sino que trasciende fronteras políticas y económicas. Es menester, asimismo, preguntarse de dónde proviene la comida que es llevada a Somalia. La mayoría de los apoyos alimentarios provienen de Estados Unidos, el principal benefactor del Programa Mundial de Alimentos. Así, la hambruna declarada en Somalia provoca el empobrecimiento de los agricultores locales y permite el desarrollo de las actividades económicas de los agriculores extranjeros, en este caso estadounidenses. Los apoyos alimentarios provenientes de Estados Unidos hacia Somalia, en este caso, son una salida de plusproducto que produce plusvalor al interno de un país. La ayuda alimentaria, como uno de los momentos o modalidades de la ayuda humanitaria presenta una paradoja y una contradicción intrínseca, fundamental: puede suponer o provocar la destrucción de la economía agrícola local, especialmente cuando las ayudas alimentarias se extienden durante un tiempo suficientemente considerable como para distorsionar los procesos económicos, como en el caso de Somalia.

Letrina en un campo de refugio en Somalia (Photo by Oli Scarff/Getty Images)

En 2005 sucedió un caso muy similar en Niger, donde la desnutrición se volvió una condición crónica y los precios de los alimentos locales llegaron a los suelos.

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Hay veces en las que los apoyos humanitarios no hacen más que empeorar las situaciones que intentan arreglar. Como dice la economista zambiana Dambisa Moyo, la ayuda humanitaria es la causa y no la solución de los problemas de los países pobres. La fácil salida de entregar apoyos destruye economías y recubre con un simplificaciones los verdaderos contextos y razones políticas que se tuvieron que haber desarrollado para llegar a un momento tan crítico como una crisis humanitaria.

Los apoyos humanitarios corren el gran riesgo de mantener violencia donde se pretende pacificar, mantener hambrunas donde se pretende nutrir y mantener desigualdad donde se pretende mantener desigualdad. La desigualdad es condición necesaria para la existencia de los apoyos humanitarios y condiciones necesaria para la existencia de las agencias internacionales que se dedican a ello.

En vez de intentar lograr acciones efectistas en los que donadores se sienten moralmente aportando dinero a causas “salvadoras”, se deberían reconsiderar las razones profundas de las desigualdades y los conflictos que causan crisis humanitarias. La comprensión de las razones de fondo y la acción sobre ellas es realmente una solución humanitaria. Es necesario entender las raíces y no solamente implantar hojas a un tallo lastimado.

Bill Clinton visita África (Photo by Justin Sullivan/Getty Images For The Clinton Foundation)

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