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Aokigahara: La historia del bosque de los suicidios

¿Qué hace tan atractivo al bosque de Aokigahara para los suicidas, y desde cuándo comenzó esta tétrica costumbre? 

Ubicado a más de 100 kilómetros de Tokio, al noroeste de la base del monte Fuji, se encuentra Aokigahara, un hermoso y tupido bosque con una extensión de 35 km².

Aunque es muy reconocido alrededor del mundo, su fama se debe a una serie de hechos sombríos que durante años han tenido lugar en su interior y que han contribuido a que se le considere como un sitio maldito. Y es que desde hace tiempo, decenas de personas acuden a este bosque para quitarse la vida.

¿Qué hace a este bosque tan atractivo a los suicidas, y desde cuándo comenzó esta tétrica costumbre?

A continuación, la historia de Aokigahara, el bosque de los suicidios.

(Imagen tomada de flickr.com/photos/ajari/)

La entrada al cielo

Pero… ¿cómo es este bosque?

Como ya mencionamos, se encuentra en una de las laderas del Monte Fuji, que desde hace milenios era considera un sitio sagrado por los nipones. Antiguamente se creía que esta elevación era el centro de la Tierra, y que en su cima se encontraba la entrada a los cielos.

Entre los años 800 y 1083, la lava expulsada por el Fuji ayudó a formar este bosque que ahora está conformado por una capa de roca volcánica y que cuenta con un gran lago y varias cuevas.

Bosque de Aokigahara y el lago Saiko. (Imagen tomada de Wikimedia).

Conforme uno se adentra más, el silencio se vuelve mayor gracias a que la abundante vegetación no deja correr libremente el aire y hay muy poca presencia de habitantes. Esta sensación de quietud puede llegar a ser asfixiante.

Existe el mito de que los yacimientos de hierro magnético que hay en Aokigahara, provoca que en alfunas zonas no funcionen ni los GPS ni las brújulas. Por ello, muchos excursionistas van marcando el camino con cinta adhesiva para evitar perderse.

El origen de la maldición

Tradicionalmente, Aokigahara ha estado asociado a demonios de la mitología japonesa. No obstante, su historia puede rastrearse a partir de algunos poemas de hace mil años donde se insinúa que el bosque está maldito.

Hay registros sobre las epidemias y hambrunas que abatieron a la población del Japón feudal del siglo XIX, y que obligaron a las familias más pobres a llevar al bosque a los ancianos y niños para abandonarlos a su suerte. Desde entonces comenzó a llenarse de almas atormentadas.

Para muchos japoneses, Aokigahara es una especie de purgatorio para aquellos que perdieron la vida trágicamente. Estos fantasmas, conocidos como yureis y yokais, se encargan de evitar que aquellos que se internan en el bosque puedan salir.

El Boom de los suicidios

El suicidio es un práctica profundamente arraigada en la cultura japonesa, tanto que las tasas de suicidio en este país es de las más altas del mundo (para 2013 hubo 27,300 casos).

Además de los suicidios históricamente honorables, como el de los samuráis y los ataques kamikaze, los japoneses encontrado en el suicidio la salida a problemas como el desempleo, las presiones sociales y la depresión.

Esta relación con el suicidio también se ha reflejado en la literatura. En 1960 el autor Seicho Matsumoto publicó ‘Nami no Tou’, una de sus novelas más celebres, cuyos protagonistas (una suerte de Romeo y Julieta japoneses) deciden quitarse la vida en el bosque hacia el final de la historia.

(Imagen tomada de flickr.com/photos/simonippon/)

¿Esto desató la fascinación moderna de los suicidas por este bosque? Es probable, aunque lo cierto es que desde años atrás ya había reportes de suicidios en Aokigahara. Esta idea se reforzó todavía más en 1993, cuando Wataru Tsurumi lanzó una Guía para suicidarse donde recomienda este bosque para aquellos que quieran terminar con su vida.

Cada año, grupos de guardias forestales y elementos de la policía patrullan el bosque en busca de cadáveres. La mayoría de los cuerpos son encontrados junto a sus pertenencias.

En la actualidad, Aokigahara es el segundo sitio donde más gente se suicida, sólo detrás del puente Golden Gate, en San Francisco. En el 2003 la tasa de casos ascendió a más de 100 cadáveres.

Finalmente, en el 2016 la cinta de terror The Forest, basada en las leyendas y mitos que rodean a este bosque contribuyó a darle más fama, atrayendo a más suicidas y curiosos.

https://youtu.be/zeHQ_olgU_Q

La polémica por Logan Paul

Si bien este bosque y lo que ahí sucede es tema frecuente de reportajes, hace unos días nuevamente ocupó los encabezados noticiosos cuando el youtuber Logan Paul, de 22 años, grabó ahí un polémico video.

En las imágenes, que llegaron a sus más de 15 millones de suscriptores, Paul se internó en Aokigahara y junto con sus amigos encontró un cuerpo sin vida colgando en un árbol. Lejos de mostrarse sensible ante lo ocurrido, el youtuber reaccionó con comentarios poco respetuosos que muchos internautas interpretaron como una burla.

¿Acaso encontramos una persona muerta en la selva de los suicidios, colgando?”

… señaló en el video, donde también se muestran tomas muy cercanas al cadáver.

Incluso cuando uno de sus compañeros comenta que se no se siente bien, Paul respondió riendo:

¿Qué pasa? ¿Nunca estuviste cerca de una persona muerta?”

(Imagen tomada de YouTube).

Ante la gran cantidad de críticas recibidas, el video fue bajado de YouTube y Logan pidió disculpas, atribuyendo lo ocurrido al shock y terror que sintió en ese momento.

“Nunca enfrenté críticas como estas antes, porque nunca cometí un error como este antes. Estoy rodeado de buenas personas y creo que tomo buenas decisiones, pero soy siempre un ser humano, puedo equivocarme”.

También mencionó que su intención era crear conciencia sobre el suicidio y su prevención.

Luchando contra el estigma

Ante la afluencia de suicidas en el bosque y la mala fama que lo rodea, las autoridades japonesas han tomado varias medidas para mitigar este fenómeno. Por ejemplo, dejaron de darse las cifras oficiales del número de cuerpos encontrados cada año en un intento por desalentar esta práctica.

Grupo de estudiantes lee carteles de ayuda para suicidas, en el Bosque de Aokigahara. (AP Photo/Atsushi Tsukada)

También han colocado carteles en inglés y japonés a lo largo del bosque, con mensajes e información para persuadir a quienes buscan quitarse la vida.

Si bien el acceso al turismo no está prohibido, sí está limitado a zonas vigiladas pues después de 1 kilómetro el bosque se vuelve más denso y es más probable perderse.

Lamentablemente, Aokigahara sigue cargando con un estigma que está lejos de desaparecer.

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