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Superman: Su mayor poder es adaptarse a los tiempos

Presentamos una retrospectiva del primer superhéroe de los cómics: el hombre de acero, Superman.

Con el pasar de los años, circulan, uno tras otro, textos anunciando el fin de la novela; una situación similar es la del rock, que sería desplazado por los ritmos urbanos de moda, según algunos expertos. Otro caso parecido es el del personaje ficticio Superman; el primer superhéroe ya no tendría nada más que ofrecer al público del siglo XXI. ¿Realmente es así?

Edad de Oro: el luchador social

En plena Gran Depresión, la crisis económica que azotó a Estados Unidos durante la década de los treinta del siglo XX, dos adolescentes judíos hijos de familias migrantes crearon a uno de los personajes más emblemáticos de la cultura pop: Superman.

El desarrollo del primer superhéroe de la historia no fue ni rápida, ni sencilla. Primero fue pensado como un villano para una historia corta en prosa escrita para una revista estudiantil. Posteriormente se retomó el nombre ‘Superman’ para un detective de acción en un cómic al estilo de Dick Tracy.

La versión definitiva publicada en el primer número de Action Comics es la que conocemos el día de hoy: un infante es enviado en una nave por sus padres desde el planeta Krypton a la Tierra, justo antes de que su mundo futurista explote. Unos granjeros de Smallville, Kansas, encuentran al niño y lo crían como si fuera su hijo. Con el nombre de Clark Kent, el extraterrestre con apariencia humana consigue trabajo de periodista en el diario metropolitano El Planeta, pero en secreto es Superman, poderoso héroe que lucha por “la verdad, la justicia y el modo de vida estadounidense”.

Conocer esta primera etapa del personaje es interesante porque es muy diferente del Superman de años posteriores. Su lucha no es contra un supervillano o un algún tipo de criminal que viva fuera de la ley, sino que enfrenta a aquellos que abusan de otros: el dueño de una minera que explotan a sus trabajadores en condiciones inseguras; un esposo abusivo que golpea a su mujer; o incluso hasta el bully que fastidia sus compañeros de escuela.

En la historia titulada “Superman en los barrios bajos” (“Superman in the slums”)  de Action Comics #8, el superhéroe evacúa un barrio pobre de la ciudad para luego destruir las casas en pésimas condiciones del rumbo; el ejército llega y bombardea el lugar con la intención de acabar con la nueva amenaza disfrazada. El plan del hombre de acero resulta exitoso: el gobierno se ve obligado a construirles viviendas mejores a la gente del rumbo.

La agenda del Superman de Siegel y Shuster es un reflejo de las políticas económicas estadounidenses de aquellos años del New Deal, encaminadas a ayudar a los más pobres, luego de la crisis. Para ir todavía más lejos, conocedores del tema, como Grant Morrison, consideran al primer Superman como un socialista.

‘El hombre de acero’. (Foto: Pixabay)

Con el inicio de la Segunda Guerra Mundial, en 1939, Siegel y Shuster dejarían atrás las tácticas agresivas y el izquierdismo de Superman; había que cerrar filas en contra del fascismo. No obstante, ser el defensor de los desprotegidos sigue siendo hasta el día de hoy el sello característico del personaje.

Edad de Plata: imaginación desbordada

En la posguerra, al igual que muchos personajes de la cultura popular, Superman se hizo “decente”. La crisis económica y la guerra habían terminado, ahora venía el tiempo de la bonanza y la propaganda del American way of life. Es así como el hombre de acero se convirtió en una figura paternal que protegía a Estados Unidos de Lex Luthor y extraterrestres que amenazaban la supuesta normalidad norteamericana, inmortalizada en el ideario colectivo por los medios masivos de comunicación.

Para que publicaran su trabajo, Siegel y Shuster vendieron a Superman a la editorial Detective Comics (ahora DC) por tan solo 130 dólares, así que el control legal sobre el personaje ya lo habían perdido. Algunos años después también perdieron las riendas creativas. Es en ese entonces llegaron otros guionistas e ilustradores, de estos últimos, el más destacado fue Curt Swan, el Norman Rockwell de los cómics. Su trabajo caracterizado por gente blanca, chapeada, en ambientes coloridos reforzaba la noción de un próspero y uniforme estilo de vida americano.

Sin embargo, no todo fue conservadurismo durante esos años; la Edad de Plata se caracterizó por una enorme creatividad: múltiples nuevos cómics, personajes y en el caso de Superman, la creación del primer gran universo ficticio estadounidense, varios años antes de Star Wars. La Fortaleza de la Soledad, los criminales de la Zona Fantasma, kryptonitas de múltiples colores y efectos, el Planeta Bizarro, la Legión de Superhéroes; múltiples conceptos poblaron el mundo de Superman e interactuaron unos con otros para dar las próximas décadas de historias. Es esta etapa se consolidó la saga del último hijo de Krypton.

Asimismo, la identidad de Superman deja de ser exclusiva de un hombre. Una joven sobreviviente del planeta Krypton, Supergirl; el sabueso, Krypton; Streaky, el superfelino; el simio de acero, Beepo… Por si fuera poco, el hombre de acero experimenta múltiples transformaciones: puede ser un bebé, un anciano, un león o incluso un hombre hormiga. Grant Morrison atribuye esta multiplicidad de formas al uso del LSD y sus efectos en la percepción de sus consumidores. El autor recuerda que aunque los cómics de aquel entonces eran escritos para niños, los autores eran escritores y artistas con vidas bohemias.

Por otro lado, una tendencia de la Edad de Oro que se consolidó durante la Edad de Plata es la idea de que Superman es una especie de guardián de la modernidad. Por un lado, protege a Metropolis de robots y experimentos fallidos; pero a pesar de todos esos errores del progreso, siempre está dispuesto a apoyar a científicos probando tecnología nueva. Probablemente por eso lleva el mote de ‘el hombre del mañana’. Una total confianza en la ciencia como motor de un futuro mejor.

Edad de Bronce: un Superman de carne y hueso

De esta época un autor sobresale de los demás, firma con el nombre de Elliot S! Maggin, famoso no solo por sus cómics, sino también por sus novelas Last Son of Krypton (1978) y Miracle Monday (1981).

Entre las historietas de su autoría, la más recordada es “Must there be a Superman?” (“¿Debe haber un Superman?”) en Superman #247 (1972), ilustrado por el aún activo Curt Swan. En la historia, Superman es cuestionado por unos seres casi omnipotentes, los Guardianes del Universo, una raza de sabios que observan y regulan las relaciones entre los seres de distintos planetas. Los Guardianes observan que, al salvar a los terrícolas de todas sus grandes crisis, ha frenado su crecimiento como sociedad.

“¡Por años he jugado a ser el hermano mayor ⦋big brother⦌ de la raza humana! ¿Me habré equivocado? ¿Dependen de mí demasiado… demasiado seguido?”, reflexiona Superman.

El tenaz justiciero que en su etapa inicial fue un feroz izquierdista que iba hasta las últimas consecuencias por ayudar a los desfavorecidos queda indefenso ante el pensamiento individualista de los setenta.

No obstante, una vez más Superman es definido más por sus aventuras contadas en medios electrónicos y no por las historietas. En 1978 se estrena en las salas cinematográficas una película que cambiará por completo la forma en que se hace cine de superhéroes. Superman de Richard Donner es un film ambicioso que presenta al superhéroe en locaciones reales de Estados Unidos y Canadá, y con un guión que trata a los personajes de los cómics con una autenticidad nunca antes vista.

Por si fuera poco, Donner consiguió al Superman perfecto para su película, Christopher Reeve. No solo la apariencia lo hacía parecer como salido de los cómics, sino que además su interpretación relajada y benevolente se convirtió en la versión definitiva del personaje en todos los medios donde aparece.

El director Christopher Nolan declaró que la cinta de Donner fue su inspiración para la trilogía de Batman; dijo que, cuando vio Superman en el cine, de niño, era la primera vez que parecía que un superhéroe existía en el mundo real. En la Metropolis ahí retratada se mostraba la vida caótica de las grandes ciudades, mezclada con las reacciones de asombro ante las hazañas del hombre de acero.

Edad de Hierro: muerte, resurrección y matrimonio

En los ochenta, el extraordinario John Byrne, guionista e ilustador, renovó la personalidad y el mundo de Superman. Calcó la impecable interpretación de Christopher Reeve en las películas. Compasivo y acomedido en extremo, pero sin el paternalismo autoritario de anteriores entregas. Además, ahora Clark Kent era un tipo común y corriente, en apariencia, que pasó su juventud creyéndose un humano con habilidades extraordinarias; mientras que Superman es un personaje que él actúa ante el público cuando quiere ayudar a los demás.

Pero los cambios más radicales vendrían en los noventa. Superman murió, fue sustituido, resucitó, perdió sus superhabilidades, se casó y hasta tuvo un nuevos poderes y traje. Fue una época de extraordinarias ventas, La Muerte de Superman fue un hecho que marcó la década como ningún otro cómic. Sin embargo la calidad de los relatos decayó con el tiempo.

Renacimiento: deconstrucción y reconstrucción

A principios de los noventa, nuevos superhéroes como Spawn, Cable, Youngblood, entre otros, fueron introducidos a la escena del cómic estadounidense. Eran más radicales, capaces de matar sin piedad a sus enemigos. En un primer momento lograron gran popularidad y le ganaron las ventas a personajes más tradicionales, como Superman. Sin embargo, su racha de fama fue efímera.

Y la leyenda de Superman se hizo más grande con clásicos como Kingdome Come, Secret Identity, Red Son y All Star Superman.

Superman. (Foto: Tom Woodward/Flickr)

Por otro lado, en el aire seguía la pregunta acerca de para qué sirven los superhéroes en un mundo que ya no cree en mesianismos ni soluciones definitivas. En JLA #4, los integrantes de la Liga de la Justicia discuten su rol en el mundo actual. ¿Para qué nos necesitan?, pregunta Flash. Y Superman responde: “Para cacharlos, si caen”. Una frase que no va dirigida a la población ficticia del universo DC, sino a los lectores. No se trata de que los superhéroes resuelvan los problemas del mundo real, sino de su potencial como mito: un referente de inspiración en un mundo moderno secularizado.

Época actual

Hoy existe un esfuerzo editorial por parte de Marvel y DC en reflejar la diversidad racial y sexual de nuestro mundo. Títulos como Ms. Marvel, de G. Willow Wilson y Adrian Alphona, y Batwoman, de Greg Rucka y J.H Williams III son brillantes ejemplos de representación de mujeres, gente no blanca o pertenecientes a la comunidad LGBT.

Podría parecer que en este contexto, un hombre blanco heterosexual como Superman no tiene cabida; sin embargo su historia es la de un migrante que llega a la Unión Americana a dar lo mejor de sí mismo. Sin duda, todavía se ve lejana la última historia por contar del hombre de acero.

Además, ahora Superman tiene un hijo, Jon Kent, cuya vida refleja cómo son las experiencias de los jóvenes LGBT en el siglo XXI.

Guionistas, ilustradores y otros creativos del mundo de los cómics, caricaturas y el cine continúan dándole nueva vida a Superman por sus distintos medios. Los tiempos y la percepción de la justicia cambian, pero persiste una maravillosa idea de un individuo con el poder para lograr lo que sea, pero que dedica su vida a apoyar a los desprotegidos.

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