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Las 10 mejores películas del 2018

Las mejores películas del 2018: Roma de Alfonso Cuarón, Hirozaku Kore-eda, Lucrecia Martel y Lynne Ramsay entre los laureles de este año.

¡Aquí está nuestra lista con las mejores películas del cine internacional en 2018!

Este año fue excepcional para el cine mundial: tuvimos nuevas cintas de grandes directores (incluyendo a leyendas como Godard y Kiarostami), tremendos debuts (como el de Ari Aster con Hereditary) y muchas propuestas arriesgadas que rebasaron las crudas limitaciones de salas llenas de superhéroes. También, fue un año excelente para el cine mexicano con grandes producciones de Alonso Ruizpalacios, Sebastián Hoffman, Alfonso Cuarón, Carlos Reygadas y Natalia Beristain.

Entre tantas propuestas innovadoras y tanto cine, tuvimos la muy difícil tarea de elegir diez películas (y unas inevitables menciones honoríficas). Para limitar nuestra elección, dimos un recorrido por el mundo y encontramos cintas de todos los continentes. Esperamos que les guste esta variada selección y que ustedes, lectores, completen este compendio con sus cintas favoritas del 2018.

10- 24 frames

Abbas Kiorastami, Irán / Francia. 

Hace dos años, en París, falleció el gran cineasta persa Abbas Kiarostami. Afortunadamente, su última película quedó completa para estrenarse. Y 24 frames es un ensayo delicioso sobre la fotografía y el cine. Se trata de una cinta que recopila 24 cuadros de cuatro minutos y medio compuestos por el director durante tres años. Como era costumbre del polémico creador, esta cinta no tiene mayores explicaciones, no busca llevar de la mano al espectador y solamente propone una serie de cuadros animados para mostrar la compleja frontera que une y separa al cine de la fotografía. Como documental, como forma fílmica, como ficción incluso, esta cinta es un hermosísimo ensayo sobre los límites delicados del arte y la belleza de lo cotidiano. Testimonio de vida dedicada a la observación de las formas y los planos, ojo lúcido sobre las cosas y documento ineludible, 24 frames es un monumento a la vida del genial Abbas Kiorastami.

9- Sweet Country

Warwick Thornton, Australia.

El gran cinefotógrafo y director Warwick Thornton hizo una película de indescriptible belleza este año. Sweet Country es un western histórico sensible que explora, de manera cruda, las disparidades raciales entre aborígenes y colonos en el territorio norte de Australia. La cinta, situada en 1929, sigue a Sam Kelly, un aborigen perseguido por matar a un hombre blanco en defensa propia. En la persecución de Sam Kelly se observa el inhóspito territorio australiano, las distancias culturales y físicas, el racismo, la violencia y la envidia anónima. Una cinta desgarradora que no puede dejarlos indiferentes; un retrato de enorme belleza paradójicamente centrado en la inagotable fealdad del ser humano.

8- La Casa Lobo

Cristóbal León y Joaquín Cociña, Chile.

La historia que inspiró La Casa Lobo es impresionante. En 1961, Paul Schäfer fundó en Chile la Sociedad Benefactora y Educacional Dignidad (mejor conocida como Colonia Dignidad). Schäfer creció en las juventudes hitlerianas y participó como camillero del ejército nazi en la Segunda Guerra Mundial. Después de la derrota de su país y de distintas acusaciones por abuso sexual a menores, fundó esta infame colonia para refugiados alemanes en Chile. El enclave sirvió durante años como centro de tortura y detención para la policía política de Augusto Pinochet hasta que, en 2005, las autoridades chilenas detuvieron a Schäfer por abuso sexual a 25 menores.

A partir de este hecho histórico horrendo, los artistas visuales Cristóbal León y Joaquín Cociña crearon un cuento grabado enteramente en stop motion artesanal. El resultado es un historia metafórica, onírica que se forma como el sueño malsano de una mujer que logra escapar de la Colonia Dignidad. Los ecos de miedo que se escuchan fuera de la casa, las paredes que cambian y los niños que se borran llenan este espacio de horror con un cúmulo de tétricos significados. Compleja, perturbadora y brutalmente original, La Casa Lobo es, sin duda, la película animada más sorprendente del año (con todo el pesar de Wes Anderson).

7- Climax

Gaspar Noé, Francia.

El brutal director argentino-francés, Gaspar Noé regresó a la pantalla grande después de su épica erótica en 3D, Love. El resultado es una película que tiene, en cada pliegue, su firma: ultraviolencia, sensualidad, cámaras coreográficas, música asfixiante y una permanente sensación inquietante. Climax es una obra maestra que se crea como teatro y explota con la forma de musical lisérgico. Es una muestra de la pura maldad humana concentrada en la desesperación de una fiesta que sale de control y muestra cómo el infierno, verdaderamente, está en los otros. Con una actuación estelar apabullante de Sofía Boutella y una fotografía fuera de serie, Climax es la mejor película de Noé desde que salió su enorme revelación, Irréversible.

6- Manbiki Kazoku (Shoplifters)

Hirokazu Kore-eda, Japón.

La hermosísima cinta que ganó la Palma de Oro en el Festival de Cannes de este año es un hito en la carrera del director japonés Hirokazu Kore-eda. En realidad, Shoplifters es una obra maestra que conjunta todas las obsesiones en la carrera del genial director: paternidad, precariedad infantil, pobreza, familia y la cruda vida contemporánea en Japón. En el recorrido por la existencia cotidiana de una familia hacinada en una pequeña casa urbana, Kore-eda empieza a deconstruir los lazos habituales de la familia, la consanguinidad y la normalidad de una sociedad rota entre el deber ser y la miseria. Una cinta que te hace enamorarte de personajes llenos de defectos, que te hace sentir una ternura mal emplazada y que no te permite quedar indiferente frente a los destinos brutalmente expuestos.

5- Leave no Trace

Debra Granik, Estados Unidos.

Ocho años después de que estrenara su genial película, Winter’s Bones, Debra Granik regresa con otra obra monumental. Esta talentosísima directora es, tal vez, una de las más importantes exploradoras de los más olvidados de Estados Unidos. Es por eso que sus películas tratan temas particularmente difíciles y son, generalmente, desechadas por las miradas higiénicas de la academia americana: la drogadicción en Down to the Bone (2004), el abandono infantil y la miseria en Winter’s Bones (2008) y el estrés postraumático de los veteranos en Leave no Trace.

Protagonizada por una enorme revelación joven como Thomasin McKenzie (después de que Granik descubriera, en cintas anteriores, a Vera Farmiga y a Jennifer Lawrence) y el gran Ben Foster, esta cinta cuenta la historia de un exmilitar que necesita alejarse gradualmente de todo contacto humano. Cuando su hija le pide una mayor cercanía con una sociedad que repudia, él tendrá que decidir entre el impulso por huir al bosque y la imposible reinserción en un mundo que no lo entiende. Una cinta conmovedora, hermosísimamente filmada y dirigida que confirma el monumental talento de una de las directoras más propositivas de Estados Unidos.

4- Zama

Lucrecia Martel, Argentina.

Hace casi diez años Lucrecia Martel estrenó en Cannes un brutal comentario social con La Mujer sin Cabeza. Desde entonces, la gran directora argentina se mantuvo en silencio, llevando una vida discreta, hasta que encontró la obra maestra de Antonio Di Benedetto, Zama. Después de un complicadísimo rodaje en el que la directora tuvo que pasar días en el lodo, con el agua a la cintura y malabareando instrucciones en seis o siete idiomas distintos, la diagnosticaron con cáncer uterino. A pesar de esas dificultades, el cáncer de Martel está en remisión y la cinta que creó es un verdadero poema visual sobre la soledad, la distancia y la necesidad humana de crear villanos fantásticos. Una cinta inteligente, creativa y filmada con una incomparable maestría que demuestra todo el talento maduro de una de las cineastas más importantes del mundo. Zama es una imperdible clase de cine.

3- Cold War

Paweł Pawlikowski, Polonia/Francia/Reino Unido.

Llegando al podio de honor está una de las cintas más hermosas del año: se trata de Cold War del director polaco Paweł Pawlikowski. Esta película gira en torno a la tórrida relación de una pareja desgarrada por el muro de hierro a través de tres décadas. Con nada más y nada menos, Pawlikowski logra hacer una de las más intensas historias de amor de nuestro siglo. Delicada, brutal, honesta e increíblemente bien actuada por Joanna Kulig y Tomasz Kot; con una increíble fotografía de Łukasz Żal y una selección musical impecable, Cold War demuestra que Pawlikowski es uno de los directores más prometedores del mundo.

Ida ya era una película impresionante pero, me parece, no hay comparación con la sensibilidad impecable de Cold War. Nada en esta cinta es superfluo y, en sus escasos 85 minutos, logra mostrar una historia amplísima e imperecedera. Corren los créditos y el espectador queda petrificado escuchando la mejor aplicación de las Variaciones Goldberg en la historia del cine (con respeto al Dr. Lecter). Ahí, los murmullos de Gould arrullan la sorpresa muda de los que se sometieron a un mágico encantamiento del que no hay posible retorno.

2- Roma

Alfonso Cuarón, México.

La multipremiada y multicitada cinta de Alfonso Cuarón es, sin duda, una de las más importantes obras cinematográficas del año. Desde el aspecto técnico, esta cinta no tiene rival: el enorme diseño de producción encabezado por Eugenio Caballero (Pan’s Labyrinth), la increíble cinematografía planeada por el Chivo Lubezki y realizada por Cuarón en blanco y negro; y el apabullante sonido Dolby Atmos que te afecta físicamente son simplemente impecables. La cinta de Cuarón es un retrato intimista, lleno de correspondencias y reflejos, de la vida cotidiana de una familia de clase media alta en los años setenta. Es una biografía sin concesiones que no oculta sus costuras y que admite su llana lectura de una problemática compleja. Profunda, reveladora e increíblemente directa, Roma es una rareza en la filmografía de Cuarón… y, posiblemente, su obra maestra.

1- You Were Never Really Here

Lynne Ramsay, Reino Unido / Francia.

Como mejor película del año tenemos que elegir el cuarto largometraje de la directora escocesa Lynne Ramsay. Desde que presentó su primer corto, el maravilloso Small Deaths en Cannes, hace más de veinte años, Ramsay no ha hecho una sola mala película. Parece que le es físicamente imposible crear una obra banal, tener un tropiezo o traicionar su compleja visión artística. Con la adaptación de la novela de Jonathan Ames, Ramsay ganó un premio al mejor guión en el Festival de Cannes y Joaquin Phoenix se llevó el de mejor actor. Y estos premios se quedan cortos frente a la enormidad de You Were Never Really Here.

Esta cinta es un poema sobre la depresión, el estrés postraumático y el suicidio; una obra de poderosísimo impacto emocional que saca toda la oscuridad de un personaje entrañable, distante y brutal. Como sus anteriores cintas, la exploración de Ramsay está acompañada de un score perfecto a cargo del guitarrista de Radiohead, Johnny Greenwood. Como sus cintas anteriores, también, You Were Never Really Here no se parece a nada, es un hito de lenguaje cinematográfico propio, propositivo e increíblemente eficaz. Así, este Taxi Driver sin política, esta denuncia íntima, es una pieza esencial de cine que resonará, muchos años después, para recordarnos con hermosura el eterno martirio humano de la violencia creando violencia.

No podíamos dejar nuestro conteo anual sin una breve mención de dos enormes películas que no pudieron entrar en las mejores del año. Estas dos cintas merecen, sin embargo, todos los honores y nos hubiera parecido injusto dejarlas fuera de cualquier consideración anual.

Mención Honorífica: Quién te Cantará

Carlos Vermut, España.

El tercer largometraje de Carlos Vermut es un ensayo hermoso, de planos pacientes, fríos e inmóviles, sobre la autoría. La cinta gira en torno a una cantante de pop noventera que, después de lo que aparenta ser un intento de suicidio, pierde la memoria y tiene que aprender, a través de una fan, a ser ella misma. Con las enormes actuaciones estelares de Najwa Nimri, Eva Llorach, y Carme Elías, Quién te Cantará explora los límites de la autoría, la originalidad y la inspiración de una manera descarnada y brutal. Es un hermosísimo logro que recuerda el lenguaje cinematográfico del cine clásico en los detalles y los encuadres llenos de simetría; una cinta inteligente y directa que, después de verla, me dejó reflexionando por días. Un verdadero logro.

Mención Honorífica: The Rider

Chloé Zhao, Estados Unidos.

Chloé Zhao hizo esta joya sin actores profesionales: la cinta gira en torno a un vaquero de rodeo que recrea, él mismo, la historia de una grave lesión craneal que sufrió en 2016. Con un enorme trabajo de actores y una perspectiva fluida entre la introspección ficticia y la mirada externa del documental, The Rider es una cinta única. La realidad que muestra nos habla del llamado del talento, de las limitaciones físicas del hombre y de las terribles caídas de la vida. Al nunca ceder ante el sentimentalismo de las cintas de superación, la obra de Zhao es conmovedora sin cursilerías. Un poema de película que marca un hito en la carrera de otra talentosísima y muy joven cineasta.

Mención Honorífica: Mandy

Panos Cosmatos, Canadá / Estados Unidos.

Violenta, lisérgica y completamente impredecible, la obra maestra de Panos Cosmatos es, sin duda, la mejor película de género del año. No nada más es una cinta de impecable manufactura sino que tiene el sello de rareza del director que nos apabulló con Beyond the Black Rainbow: colores estridentes, actuaciones estridentes, demencia estridente, todo en esta cinta es demasiado. El talento de este joven director parece propulsarse a nuevas locuras con cada cinta que dirige y Mandy es, simplemente, la sorpresa más divertida del 2018.

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