LOS ÁNGELES, Estados Unidos, may. 21, 2015.- Una mujer hispana diagnosticada con una enfermedad terminal y que ya ha superado el plazo de tres años de vida que los médicos le dieron en 2012 se ha unido a una campaña contra una ley que autorizaría el suicidio asistido en California.
Stephanie Packer, de 32 años, casada con un estadounidense y madre de cuatro hijos, fue diagnosticada en mayo de 2012 con esclerodermia, una enfermedad degenerativa y muy agresiva que endurece gradualmente los tejidos.
Debido a complicaciones anteriores con infecciones pulmonares, la esclerodermia le agravó su situación al restar flexibilidad a sus pulmones en un proceso irreversible.
“Mi enfermedad no me permite llevar suficiente aire a los pulmones, ni al cerebro ni a todo mi cuerpo”, explicó Packer en entrevista con Efe, en la que destacó que los tres años de vida que le dieron los especialistas se cumplieron este mayo.
Por ello, cuando supo de una propuesta de ley que se analiza en el Congreso de California que promueve el suicidio asistido con ayuda médica, decidió oponerse y contar su caso.
“Fue inmediatamente cuando supe acerca del proyecto de ley que tuve la necesidad de empezar a hablar sobre mi caso y de mostrar que hay otras opciones”, explicó Packer.
La propuesta de ley “Muerte con dignidad”, presentada en enero por los senadores demócratas Bill Monning de Carmel y Lois Wolk de Davis, busca permitir que los pacientes terminales que deseen poner fin a su vida, puedan tomar ellos mismos una medicación fatal recetada por un médico.
La iniciativa SB 128 surgió como respuesta al caso de Brittany Maynard, una joven californiana que sufría un tipo invasivo de cáncer cerebral y que se mudó a Oregón para poner fin a su vida, dado que allí hay una ley que lo permite.
La propuesta de California sigue la misma línea de la ley vigente en Oregón, según destacaron los legisladores al anunciarla.
Packer contactó a la Oficina de Vida, Justicia y Paz de la Arquidiócesis de Los Ángeles para compartir su historia y ayudar en una campaña para detener el proyecto de ley.
“Agradecemos a Stephanie y su familia por salir al frente y manifestarse valientemente contra una legislación dañina que desorienta a aquellos en sus últimas horas, para hacerles pensar que el suicidio es la única opción”, dijo Kathleen Buckley Domingo, directora asociada de la oficina de la arquidiócesis.
Según Buckley Domingo, aunque se han presentado más de 100 proyectos de legislación sobre suicidio asistido en los últimos 20 años, solamente tres estados del país lo han aprobado como ley.
En el caso de Oregón, tras la legalización del suicidio asistido se registró un incremento del 49 % en los suicidios de personas con enfermedades terminales, lo que es un 41 % más alto que el promedio nacional, destacó la activista provida.
La hispana afirmó que cuando una persona está en riesgo de cometer suicidio por motivos médicos “lo que hay que hacer es enviarla a un médico y no entregarle un arma”.
“Si permitimos el suicidio asistido, le estamos diciendo a todos aquellos que son débiles, vulnerables o pobres que son una carga, y que sería mejor que simplemente se fueran”, agregó Buckley Domingo.
Luis Alvarado, portavoz de la Coalición Californianos en Contra del Suicidio Asistido, igualmente destacó que en California en tres ocasiones anteriores se han presentado sin éxito proyectos de ley similares.
Al referirse a la SB 128, Alvarado dijo a Efe que “tiene demasiadas aberturas por las cuales se puede abusar del proceso y hacer que las personas que se encuentran en una condición terminal puedan recibir un daño”.
Esta coalición también considera que detrás del proyecto pueden estar los intereses económicos de los seguros de salud, pues es más económico ofrecerle a una persona una sobredosis de medicina para que se suicide que mantenerla con cuidado asistido durante meses.
En una decisión inesperada, este miércoles la Asociación Médica de California, que se había opuesto a medidas de este tipo, cambió la postura que han mantenido sobre este tema durante 30 años y se declaró neutral.
Por su parte, la hispana señaló que oponerse al suicidio asistido no es una cuestión de fe o de religión, sino de respeto a los derechos de las personas.
“Esta ley quiere presionarnos para que tomemos decisiones en contra de nuestra propia vida”, concluyó Packer, madre de cuatro hijos, de 11, 10, 8 y 5 años.