CONFLICTOS ARMADOS

Rohinyás, la historia de un pueblo masacrado en Birmania

“Mataron a muchos de mis familiares en Birmania y vine a Bangladesh con tres de mis hijos. El Ejército asesinó a mucha gente en el pueblo. A una tercera parte de la gente en mi aldea la asesinaron y aventaron al río”, dice Rahamat, un rohinyá refugiado.

Rahamat es una de las más de 370 mil personas del pueblo rohinyá que han llegado como refugiados a Bangladesh. Huyó de Birmania, el país que lo vio nacer, tras casi tres semanas de ataques indiscriminados por parte del Ejército birmano contra la comunidad rohinyá.

Decenas de miles, la mayoría mujeres y niños, huyen a pie a través de la selva. Otros intentan cruzar el peligroso río Naf, mientras el Ejército destruye sus hogares y los caza hasta la frontera.

Las fuerzas armadas birmanas incluso han puesto minas en el terreno cercano a la frontera con Bangladesh y aquellos rohinyás que lograron cruzar se encuentran traumatizados, en una tierra extranjera cuyo idioma desconocen, desprotegidos ante quienes quieren sacarles provecho y con ayuda insuficiente.

“Hemos pasado por mucho dolor. Estuve sin comer dos días después de llegar aquí. Compartimos un paquete de comida entre ocho de nosotros y aún tengo hambre. No me gusta este lugar”, explica Matlab Adul, otro rohinyá refugiado.

Los rohinyá son una comunidad musulmana minoritaria en Birmania, donde domina el budismo y por décadas han sufrido discriminación y represión. La mayoría viven en extrema pobreza. El gobierno birmano no los reconoce como ciudadanos. No tienen acceso a servicios de salud o educación y no pueden tener un trabajo formal.

El conflicto no es nuevo, pero se agravó el 25 de agosto cuando el Ejército de Salvación, un grupo rohinyá rebelde, atacó treinta puestos de las fuerzas armadas birmanas y la respuesta de éstas fue brutal, barriendo con pueblos enteros, asesinando a civiles y rebeldes por igual y violando y torturando a los prisioneros.

Al menos 10 mil casas han sido quemadas y tres mil rohinyás han muerto.

El lunes, la Organización de las Naciones Unidas criticó fuertemente al gobierno por la respuesta desproporcionada del Ejército, así como por negarle el acceso a Birmania a los investigadores de derechos humanos.

La ONU dijo que tiene reportes e imágenes satelitales que prueban que las autoridades birmanas están cometiendo crímenes contra la humanidad.

“La situación permanece, o parece, un ejemplo de libro de texto de limpieza étnica”, dijo Zeid Ra’ad Al Hussein, alto comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos.

La semana pasada, Aung San Suu Kyi, mandataria de Birmania, habló al respecto y aseguró que los medios estaban engañando a la comunidad internacional.

“No creo que se esté llevando a cabo una limpieza étnica. Creo que ese término es demasiado fuerte. Son musulmanes matando a musulmanes también, por si crees que están colaborando con las autoridades”, señaló la mandataria.

La presión sobre Aung San Suu Kyi es doblemente fuerte, pues la mandataria ostenta el Premio Nobel de la Paz.

Otros galardonados como el sudafricano Desmond Tutu y la paquistaní Malala Yousafzai han presionado a Suu Kyi para que proteja al pueblo rohinyá, al igual que líderes religiosos como el papa Francisco o el Dalai Lama.

“Aquellas personas que están persiguiendo a algunos musulmanes deberían recordar a Buda. Creo que en estos casos Buda ayudaría, definitivamente ayudaría a esos pobres musulmanes. Así que aún siento mucha tristeza, mucha tristeza”, puntualizó el Dalai Lama.

 

Con información de J. Parcero

 

AAE