Jorge, Iñigo y Martín se conocieron en la niñez, pero tras la emergencia, decidieron destinar su energía a crear un centro de acopio, desde aquí, han enviado más de 63 toneladas de ayuda a los distintos municipios afectados de Oaxaca, Chiapas y Morelos.
La iniciativa que surgió de manera espontánea, se convirtió en una asociación, ya que la voluntad era seguir ayudando a las comunidades devastadas en el futuro inmediato.
Y es que la tragedia de otros cambió la perspectiva de vida de muchos jóvenes.
Rigel, un joven de Guadalajara, es otro ejemplo, pensaba quedarse sólo cuatro días en Juchitán, Oaxaca, como voluntario, hoy, no tiene boleto de regreso.
Antes del sismo del 7 de septiembre, era Comunity Manager, su formación es la mercadotecnia, hoy, se ha convertido en un líder nato de un centro de acopio en Juchitán.
Rigel Duarte Fernández, señaló: “Platicaba con mis papás, cuando pasó el temblor, ellos me decían, sabes que, regrésate, es muy peligroso, allá estás arriesgando tu vida muchísimo y quizá tengan razón y los entiendo porque me cuidan, y quieren que esté bien, pero al ver la gente, ver la necesidad de la gente, ver sus casas derrumbadas, ver que no tienen nada, ni un techo para dormir, que duermen parados debajo de un árbol, es cuando dices aquí es donde tengo que estar”.
Tanto para él, como para muchos, regresar a la normalidad no ha sido una opción.
“Ver la situación, ver lo que está pasando te hace pensar lo que sigue de tu vida, cómo puedes después de una situación así, volver a tu vida normal, tu vida normal, porque te pones a pensar que la vida de la gente que vive aquí nunca va ser normal, nunca va ser normal después de esto”, destacó Rigel Duarte Fernández
Son jóvenes que siguen escuchando la misma música, siguen recurriendo a las redes sociales. La diferencia ahora es que la tragedia tocó sus corazones.
Con información de Karina Cuevas
LSH
