ECOLOGíA

Depredación humana pone en peligro a las tortugas

Las tortugas marinas sólo llegan a la playa para anidar. Las hembras buscan un lugar que no sea alcanzado por las olas, aun si sube la marea. Llegan a depositar hasta 100 huevos, que corren el riesgo de ser tomados por traficantes. Si esto no ocurre, luego de 70 días, nacen las crías. En su camino hacia el mar enfrentan nuevos peligros, como las gaviotas y pelícanos, que suelen estar listos para devorarlas.

Muy pocas llegan a ser adultas. Aún es esa etapa se enfrentan a desafíos importantes. Están los depredadores naturales como los tiburones. Las tortugas marinas, a diferencia de las de agua dulce, no pueden meter su cabeza en el caparazón y tampoco se pueden salvar de los filosos dientes de una tintorera.

Lo que no es natural y no debiera ocurrir, es que las tortugas queden atrapadas por la acción del ser humano. El fotógrafo submarino Armando Gasse encontró en Galápagos seis tortugas atoradas con palangre; logró salvar a tres.

En otra de sus muchas inmersiones, este activista protector de la fauna marina encontró cerca de Isla Isabel, Nayarit, una tortuga envuelta en una red de pescadores, una escena tristemente común. Por fortuna, llegó a tiempo para rescatarla.

Todas las tortugas marinas están en riesgo de extinción. Y es que, además de los huevos, se aprovechan la carne, la piel y el caparazón. Algunas de las más vulnerables son la carey y la laúd.

En el municipio Benito Juárez, en Quintana Roo, existe un programa de protección a la tortuga marina; a la zona llegan 4 especies de tortugas, pero la laúd solamente ha llegado 10 veces a Cancún en los registros que tenemos desde hace 20 años.

La tortuga laúd es la más grande de todas, llega a medir más dos metros y a pesar 700 kilos.

El programa protege a las tortugas que llegan a anidar y los huevecillos se ponen en unos corrales, se mantienen, se cuidan, se protegen, y una vez que eclosionan, las tortugas son liberadas. Muchas veces los turistas participan, evidentemente siempre vigilados y conforme a norma y reglamentación, lo que lo convierte en un atractivo turístico para Cancún.

Las aletas de las tortugas marinas están adaptadas para nadar. En tierra son muy lentas. Luego de llegar con dificultad al mar, se sumergen unos minutos, pero al volver a la superficie para respirar volvieron a ser vulnerables. Vimos cómo algunas aves se alimentaron con casi la mitad de las tortuguitas. De cada mil que se liberan sólo una llega a la edad adulta. Los seres humanos somos su principal depredador. Dejar de consumir su carne, no adquirir objetos hechos con su caparazón y denunciar la venta de sus huevos, puede ayudar a que esta cifra cambie.

Con información de Paola Rojas
BLR

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