ESTADOS UNIDOS

Deportados sufren violencia y discriminación de oficiales de Migración

María del Carmen tiene cuatro hijos de 18, 16, 15 y nueve años de edad que viven en Estados Unidos, los cuida su mamá desde que ella fue deportada, por primera vez, en el 2008, cuando su hijo más pequeño tenía sólo dos meses de edad.

“Me deportaron el día 16 de diciembre por tratar de pasar a Estados Unidos, fui arrestada con mi esposo cuando nos paró la patrulla fronteriza, golpeó a mi esposo y le quebró su nariz y él está todavía detenido, está en San Diego”, explicó María del Carmen, migrante detenida.

Ahora intentaba volver a vivir a lado de sus hijos y a visitar a su mamá quien está enferma.

“Está muy enferma, van tres veces que le da un derrame cerebral y quería ir a ver a mi mamá”, comentó María del Carmen.

Quiso arriesgarlo todo, incluso pasar de manera ilegal.

“A mi esposo cuando lo agarraron le pegaron muy feo, lo golpearon lo levantaron, cuando levantaron del suelo él estaba todo sangrado todo sangrado”, relató María.

Fueron encerrados en un centro de detención donde, al llegar, asegura que los oficiales de Migración les retiraron sus pertenencias. Tres meses después recuperó sus objetos personales, pero, dice, que faltaba su teléfono.

En el centro de detención, Carmen conoció a Jasmine, originaria de Puebla.

“Intenté regresar a los Estados Unidos caminando, no es así de fácil”, aseguró Jasmine, migrante deportada.

Jasmine fue deportada en 2013, por primera vez, pero tiene una hija de ocho años que vive con una amiga en Carolina del Norte desde que la niña tenía nueve meses de edad.

Intentó regresar de manera ilegal porque para obtener una visa, dice, piden demasiados requisitos que no podría cumplir.

Fue arrestada durante 60 días y acaba de salir por la frontera de Tijuana.

“Apenas llegué a Tijuana pienso regresarme a Puebla, nada más en cuanto pueda recuperar mis cosas que me quitaron”, explicó Jasmine.

Ambas se encuentran deprimidas porque no pudieron cruzar.

“En emigración nos han estado tratando bastante mal, como si fuéramos perros, uno no puede usar el idioma español porque a ellos les molesta, entonces yo pienso que deberían ser justos en eso por qué hay una ley. Uno de los oficiales fue y me aventó una botella de agua y una bolsita con un sandwich y me lo aventó como si fuera perro, no lo comí porque siento que no nos deberían de tratar así”, explico Jasmine.

Con información de Adriana Valasis

MAP