Trámites burocráticos, el pesar de los mexicanos deportados de EU

En 2006, las autoridades estadounidenses le pidieron a Emma Sánchez cruzar a México para regularizar su situación migratoria en Estados Unidos.

Emma tenía seis años casada con Michael, un veterano de la Marina, pero las autoridades norteamericanas no la dejaron regresar.

“El oficial de Migración dijo que no importaba, que hiciera lo que quisiera hacer, yo no regresaba en 10 años. No aceptó la carta de perdón”, comentó.

Se instaló en Tijuana, Baja California, para estar más cerca de su esposo. Los problemas iniciaron cuando quiso inscribir a sus hijos en preescolar.

Les pedían actas de nacimiento apostilladas, traducidas al español.

“Tenía que pagar perito para que las tradujeran al español… Mi esposo tenía que ir hasta Los Angeles a apostillar las actas de nacimiento”, señaló.

Al no poder inscribirlos en escuelas públicas, optaron por ingresarlos a una privada; ante la imposibilidad de pagar tres colegiaturas tomaron una decisión:

“Cuando cumplieran cinco años, mi esposo se los fuera llevando de uno a uno para que estudiaran en los Estados Unidos porque allá tenían más posibilidades de estudio, de atención médica. Y fue lo que hicimos. Los nenes se tuvieron que regresar con mi esposo”.

La hermana de Emma, Bertha Sánchez, regresó de Estados Unidos en 2007 para acompañarla en Tijuana, se graduó de la “higshcool”, en el condado de Vista California; sus estudios no valieron en México.

“Me decían que no aplicaba porque era otro país… me dijeron que no valían porque era un apostillado en Estados Unidos, que tenía que ir al Palacio de Gobierno y apostillarlos aquí en México”, relató.

“Los apostillé aquí en México y los llevé al Palacio de Gobierno y me dijeron que no valían, porque no eran apostillados con la persona que ellos tenían para apostillar, entonces me hicieron otra vez volverlos a apostillar”, narró.

Siete años más tarde, la Universidad Autónoma de Baja California validó sus estudios. Hoy Bertha cursa el quinto semestre de Negocios Internacionales y considera que si el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cumple sus amenazas de deportar mexicanos indocumentados, muchos pasarán por las mismas dificultades que ella.

“Igual yo tuve la suerte que tenía familiares allá, que me pudieron ayudar, pero si alguien es repatriado y no puede regresar, cómo le va a hacer para pedir una carta. Nos truncan la vida con tanto trámite que nos piden”, aclaró.

 

Con información de Raymundo Pérez Arellano.

 

RMT