En Nueva York vive Micaela Flores, originaria de Olinalá, Guerrero, quien emigró hace nueve años con una de sus hijas, buscando mejores condiciones de vida.
Micaela trabajaba en el campo y ahora labora en la cocina de un restaurante de Harlem.
Para cruzar a Estados Unidos y reunirse con su esposo y dos hijas más, que ya estaban en Nueva York, tuvo que pagar miles de dólares; ahora tiene temor a ser deportada.
Cuando Micaela se enteró que Donald Trump ganó las elecciones presidenciales sintió tristeza, “todavía ando con miedo en la calle porque dice que según nos van a poner a la inmigración y nos van a agarrar, que nos van a botar para nuestro país”, comentó.
“Yo tengo miedo porque allá no tenemos dinero para comer… ya nosotros no tenemos casa, tenemos casa de adobe”, agregó.
Karla de Anda, originaria de Guadalajara y desde hace 14 años es líder de la Alianza Nacional de Trabajadoras del Hogar de Miami Dade, Florida, dijo que “las trabajadoras del hogar se sienten realmente aterradas en estos momentos, por todos los cambios en las políticas que ha habido. Tienen miedo de ir al autobús, de tomar el metro”.
Aseguró que “también les están bajando el sueldo porque ellos corren un riesgo al tenerlas y aprovechan de la situación migratoria… Las cien mil trabajadoras que existen en el sur de la Florida son mujeres y más del 80% son indocumentadas, latinas y afrocaribeñas”.
En la localidad de San Benito, en el valle del sur de Texas, a unos 25 minutos de la frontera con México, vive, desde hace 13 años, Bibiana, originaria de Veracruz.
Ella llegó a Estados Unidos cuando tenía 19 años de edad, buscando también un mejor nivel de vida y con la ilusión de construirle a sus padres una casa.
Bibiana ya no sale, prácticamente, de su domicilio por miedo a que la deporten.
“Pues ahora que entró el presidente nuevo nos sentimos decepcionados, acorralados, angustiados, porque siento que no nos están dando esa oportunidad de… demostrarles que somos personas que venimos a trabajar”, declaró.
Con información de Alan Pérez.
RMT
