ECONOMíA

La lenta incorporación de la mujer en las decisiones del campo

Las películas son muy bonitas, pero el escenario del campo de México en la segunda década de este siglo es cada vez más de las mujeres.

Reparten, abren surcos, distribuyen semillas, ahuyentan depredadores, riegan, cosechan, guardan, pero casi nunca toman la última palabra.

Estamos en Jamaica, en la Cumbre XXXV de la FAO, donde un grupo de parlamentarios del continente investiga por qué -a pesar de los esfuerzos de los gobiernos en 100 territorios- no puede disminuirse el hambre.

Tres grandes razones: retrasos en el crecimiento, aumento de migración, afectaciones en el clima y, otra además, una lenta incorporación de las mujeres a las decisiones y presupuestos para el campo.

En México, la Legislación agraria contempla: las mujeres tienen el mismo derecho que los hombres a la sucesión de la tierra.

Las mujeres con derechos ejidales tienen voz y voto en las asambleas. Pero en el campo mexicano y latinoamericano hay otra ley.

“Digo que el campo es de las mujeres porque 3 de cada 10 ejidatarios es hoy mujer, pero las decisiones las siguen tomando los hombres. Nosotros hemos tomado una modificación a la ley de Reforma Agraria para que por lo menos 30% de los comisariados ejidales o de los comités de los comisariados ejidales sean mujeres, pero aún la decisión de comercializar sigue estando en los hombres”, señaló la senadora Luisa María Calderón, coordinadora del Frente Parlamentario contra el Hambre.

El rezago afecta a mujeres en la agricultura y la industria de procesamiento de alimento en todo el mundo.  Un estudio hecho en España reveló que 3 de cada 10 mujeres en la agroindustria ganan menos, hacen trabajos más difíciles y casi nunca tienen contratos fijos.

Hace 5 años, el Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA), tuvo que aceptar prácticas discriminatorias contra trabajadoras de origen hispano en un juicio millonario.

Fuera de los contratos con salarios abajo del mínimo, sin vacaciones y sin permiso por enfermedad; hasta el 90% de las agricultoras sin documentos de los grandes campos agrícolas de California denunciaron constantes acosos de los administradores: más horas o te denuncio y te deportan, el trabajo más insalubre o te denuncio y te deportan, encuentros sexuales con compañeros o con el jefe: o te denuncio o te deportan.

Trabajadores del campo en México. (AP, archivo)

Un estudio del Banco Mundial alertó también del trabajo diferenciado: Los hombres operan la maquinaria que asiste la cosecha y el empacado, las mujeres a mano.

Las aportaciones de las mujeres en el mundo de la producción de alimentos está restringida incluso, en áreas de investigación: hace un año, Carole Daly y Hollie Lewis dos investigadoras del Instituto de Agrociencias de Belfast recibieron compensaciones de casi 30 mil libras cada una, después de que se descubriera que eran relegadas de los proyectos, que sus anotaciones y hallazgos eran archivados.

Pero en todas las cadenas que tienen que ver con la alimentación hay mujeres involucradas:  ganadería, acuacultura, almacenamiento, combate a plagas, consumo. Son las principales y más puntuales pagadoras de microcrédito, pero casi nunca llegan a los liderazgos regionales o sindicales.

14 millones de mujeres en México viven en regiones rurales o semi rurales.

“Dar una atención especial a las mujeres rurales indígenas. Porque son las más vulnerables entre las vulnerables: las que tienen los mayores índices de pobreza, las que sufren más desigualdad, las que tienen el menor acceso a tecnología y a crédito. Siempre lo he pensado, el peso del país, el peso de México está en los hombros de las mujeres”, manifestó Martha Barcena, representante permanente de México ante la FAO.

Si usted es una mujer mexicana y está relacionada con el medio rural puede acceder al apoyo técnico de “el campo en nuestras manos”, un programa de Sagarpa que contempla activos productivos, cursos de actualización paquetes de huertos y pies de corral para autoconsumo, y otros proyectos masivos como los del cocotero en Guerrero.

Al respecto, Ignacio Lastra, subsecretario de Alimentación y Competitividad de Sagarpa, dijo:

“En Guerrero hemos podido hacer el programa mil mujeres, mil hectáreas de cocotero por año, qué representa el cocotero en la alimentación. Producir, saber artesanías en la capacitación con la hoja, la concha para el carbono 14, y la parte de la copra para la parte del aceite de primera extracción.  Están trabajando, pero los esposos llevan la actividad principal, para ellas llevar la actividad principal necesitamos capacitarlas”.

Por eso es necesaria otra película: La de hoy. La de ellas en los campos, protegidas por sus compañeros y la ley. No como víctimas de la migración sino como agentes productivos.  No sólo con la carga en la espalda y los viajes a vender.

Las mujeres en el campo trabajan 13 horas más a la semana que un hombre. Y según foodTank, si las mujeres tuvieran acceso a decisiones sobre producción, 150 millones podrían salir del hambre en un año.

Con información de Karla Iberia Sánchez

AAE