CRIMEN Y SEGURIDAD

El hombre, ¿enemigo de la mujer?, el análisis en Despierta

La investigadora de la UNAM Marta Lamas y la columnista de ‘El Espectador’ Catalina Ruiz Navarro analizaron este jueves en Despierta con Loret la polémica surgida a raíz de la postura de intelectuales y artistas francesas que criticaron al movimiento MeToo, surgido en Estados Unidos contra el acoso sexual, y lo calificaron de “puritano” por hacer del hombre un enemigo.

El comunicado de las francesas señala, entre otras cosas, que la violación es un crimen, pero el coqueteo insistente o difícil de manejar no es un delito, ni la galantería es una agresión machista.

Marta Lamas dijo coincidir con las apreciaciones de las francesas, pero añadió que es necesario situarlas en el contexto en que se dieron. Consideró que hacer estas declaraciones después de la entrega de los Globos de Oro, del discurso de Oprah Winfrey contra el acoso sexual y de la serie de acusaciones de mujeres que han denunciado haber sido víctimas de acoso, fue desafortunado.

Añadió que el acoso sexual es un tema lo suficientemente complicado como para introducir matices y hacer una declaración como la de las francesas no quita que haya formas de galantería que son agresivas y que en el contexto en el que surge el movimiento MeToo no sólo se está hablando de galanterías sino que se está hablando de prácticas muy sostenidas en medios de poder, en donde mujeres que buscan un empleo tienen que acceder a situaciones sexuales para conseguirlo.

Para Catalina Ruiz Navarro, columnista de ‘El Espectador’, el movimiento MeToo en ningún momento ha ido en contra del coqueteo, ya que a todas las personas les gusta sentirse deseadas por las personas que les gustan.

Añadió que todas las personas tienen una dimensión sexual pero hay maneras en las que eso se usa para que la mujer se sienta dominada y para invadir su cuerpo. Dijo que esta situación es complicada porque a veces es muy sutil y a veces con una sola mirada “te ponen en su sitio” y te reducen a “una cosa”.

Manifestó que el problema principal es cuando alguien, desde una posición de poder, está avanzando sobre el cuerpo de alguien más, que no permite a esta persona negar un consentimiento. Puntualizó que todos conocemos la diferencia entre el sano coqueteo y el acoso.

Por su parte, Marta Lamas señaló que hay mujeres a las que les gusta, por ejemplo, que les pongan la mano de una cierta manera y que les coqueteen de cierta manera. Dijo que algo rescatable de la postura de las francesas es la crítica al puritanismo y añadió que en términos de cultura, la estadounidense es muy puritana y la francesa no lo es. Agregó que es necesario ver la complejidad, los matices y lo que está en el fondo de la discusión.

VÍCTIMAS Y VICTIMARIOS

Lamas añadió que las francesas reaccionaron contra la idea de que las mujeres siempre son víctimas y que los hombres son victimarios y de alguna manera están diciendo: ni todas son víctimas ni todos son victimarios.

“Claro que hay victimarios y claro que hay víctimas”, dijo Lamas y puntualizó que las víctimas están situadas en varios niveles y que no es lo mismo la víctima de violación o de acoso, que la víctima de un piropo en la calle.

Respecto a la postura de las francesas sobre la exageración de algunas mujeres que ha originado un cierto linchamiento contra los hombres, Marta Lamas puntualizó la función del “debido proceso”, es decir si alguien acusa a otra persona de acoso debe existir este debido proceso y escuchar al supuesto acosador y que haya una revisión del caso.

Para Catalina Ruiz Navarro la solución no puede ser legal ni penal pues se empezaría a definir al acoso de ciertas maneras en las que no se puede. “El acoso no está en las palabras que se usan, está en la intención y está en el contexto y se da cuando hay una desigualdad de poder”, puntualizó la columnista de ‘El Espectador’.

Marta Lamas dijo coincidir con Catalina en que no hay que juridificar ni penalizar en términos de ley muchas cosas, además que en el tema de la líbido y el deseo sexual no todo se puede explicitar previamente.

Puso como ejemplo a Suecia, que tiene una actitud “absolutamente puritana”, donde se tiene que estar diciendo previamente todo: “¿Te puedo tocar la chichi?, ¿te puedo agarrar aquí?, ¿te puedo dar una mordidita?, ejemplificó la investigadora de la UNAM y añadió que este tipo de situaciones le parecen “deserotizantes” y lo que se está discutiendo en el fondo tiene que ver con un cambio en las relaciones entre hombres y mujeres, que tiene que ver con la crisis civilizatoria y que tiene que ver con que antes los hombres daban por hecho muchas cosas sobre las mujeres y ahora tienen que empezar a pensarlo de una manera distinta.

“Para mí el juego del erotismo sí también implica cierta sorpresa, un cierto arrojo, un cierto robar un beso”, añadió.

Catalina Ruiz Navarro dijo no coincidir al respecto con Marta Lamas pues el erotismo no puede ser por obligación ya que “no hay nada más sexy que el consentimiento, no hay nada más sexy que yo diga sí, quiero y quiero que me hagan esto y sí acepto tus manos en mi cuerpo”.

“LAS MUJERES SON COSAS DE LAS QUE USTEDES PUEDEN SERVIRSE”

Ruiz Navarro agregó que el lenguaje humano es lo suficientemente sofisticado para entender los bemoles en cada uso de las palabras y la manera en que alguien se te va acercando.

Especificó que los humanos estamos capacitados para entender las señales no verbales, pero el problema ha sido que a los hombres nunca les han dicho que tienen que buscar señales de consentimiento en la mujer a la que se están acercando. “Les han dicho: las mujeres son cosas de las que ustedes pueden servirse”, y puntualizó que cuando el deseo de una persona es agradar y seducir a alguien se debe poner el consentimiento de esta persona en el centro.

Marta Lamas reiteró que lo que quieren decir las francesas, que han criticado al movimiento MeToo, es que a veces no hay una mala intención y que a veces el contexto de la situación permitía una confusión y que hay hombres que por el tipo de educación y condicionamiento social que han tenido creen que cierto tipo de abordar a una mujer es lo que éstas esperan.

Agregó que lo importante del planteamiento de las francesas es la denuncia del puritanismo y el planteamiento de romper la idea de que las mujeres siempre son víctimas y los hombres siempre son victimarios.

Dijo que el consentimiento “es un gran punto”, pero también hay que tomar en cuenta que en el contexto en el que se están moviendo los hombres y en cómo han sido educados, las mujeres también han tenido ventajas, ya que han usado su capital erótico para conseguir cosas.

Marta Lamas hizo hincapié en que vivimos en una cultura del patriarcado, en una sociedad desigual en donde muchas mujeres usan ese capital erótico para conseguir cosas.

Dijo que puede haber hombres que hagan un piropo que le resulte desagradable a una mujer, pero eso no es acoso, ya que éste implica una cierta constancia. “Otra cosa es una grosería, otra cosa es un manoseo, otra cosa son estas miradas amenazantes y otra cosa es la relación de poder… no es lo mismo que un compañero tuyo de trabajo te diga algo a que te lo diga tu jefe”, puntualizó Lamas.

Catalina Ruiz Navarro aclaró que hay mujeres a las que les gusta que los hombres sean “más rudos” para conquistarlas y hay que pensar en poner los deseos de las mujeres en el centro y eso es lo que se está pidiendo.

Reiteró que durante años se les ha dicho a los hombres que las mujeres están ahí a su disposición y nunca les han dicho que deben preguntarse qué quieren las mujeres.

“Les han dicho: las mujeres son incomprensibles, así que ni te lo preguntes. Entonces no están tratando a las mujeres como personas”, subrayó y consideró que toda la censura social deberá servir para obligar a los hombres a encontrar otras formas de coquetear.

LA MUJER TAMBIÉN TIENE RESPONSABILIDAD

Respecto a una posible exageración en la postura de las mujeres estadounidenses que han denunciado ser víctimas de acoso, Marta Lamas dijo que desde hace más de 20 años se ha estado dando un proceso en Estados Unidos muy vinculado a una mirada que quita la responsabilidad a las acciones de las mujeres, sobre todo chicas universitarias, que un día se iban de fiesta, se emborrachaban, se acostaban con uno a varios hombres, y días después decían: “ay qué horror, me violaron y abusaron de mí”.

Explicó que en la Universidad de Harvard hay un grupo de personas que dice que hay que buscar las formas de distinguir cuándo ha habido abuso y cuándo ha habido actos que pueden ser desagradables, pero en los que la mujer también participa con una cierta responsabilidad.

Lamas hizo referencia al caso del actor Kevin Spacey, acusado de acoso contra un menor de edad, y explicó que en este caso hubo un intento “grosero” de seducción, que no fue acoso sexual, sino una insinuación, improcedente tal vez por tratarse de un menor de edad, y que el precio que tuvo que pagar Spacey fue desproporcionado.

En contraste, Catalina Ruiz Navarro señaló que en el caso de Spacey sí hubo acoso pues una persona no debe insinuarse a menores de edad y que Spacey estaba en una situación de poder porque era uno de los actores más famosos y reconocidos en el mundo.Agregó que este tipo de cosas deben ser denunciadas y que la cultura no va a cambiar hasta que se cuenten todas estas cosas y se cree una nueva cultura.

Lamas difirió e insistió que para que haya acoso debe haber insistencia y en el caso de Spacey se trató de una insinuación y una invitación a que el joven se quedara con él.

Sin embargo Ruiz Navarro insistió en que Spacey debió ser responsable y pensar en que desde su postura no podía decirle cosas a un niño de 16 años porque las posibilidades que tenía éste de decirle que no eran muy pequeñas. “Si esa relación de poder existe, la persona que tiene el poder tiene que ser responsable de sus acciones”, dijo la columnista y agregó que las mujeres tienen mecanismos de defensa ante ciertas situaciones peligrosas.

Sobre las mujeres que usan su potencial erótico para conseguir cosas, Ruiz Navarro cuestionó que en qué terrible mundo estamos en que para poder conseguir cosas las mujeres se ven todavía obligadas a usar un capital erótico. “Yo no puedo juzgarlas porque creo que en un mundo de adversidades como es el patriarcado cada mujer le hace como puede, pero es terriblemente indignante que esto sea una manera de avanzar. Si las mujeres tuviéramos otras formas de poder, acceso a la educación justa, reconocimiento, pago justo, independencia, autonomía, no tendríamos que estar usando nuestro potencial erótico para conseguir cosas”, enfatizó y reiteró que el poder está concentrado en los hombres.

Finalmente, Marta Lamas dijo que no está mal usar el capital erótico, ya que estamos en el capitalismo y cada quien tiene capitales culturales, económicos, sociales, intelectuales, y hay que entender que hay códigos en la cultura, hay costumbres y cosas que tenemos internalizadas y esto hace muy difícil para muchos hombres y muchas mujeres salirse de reglas del juego que pueden ser transformadas en cosas mucho más amables y equitativas.

Reiteró que el tema del consentimiento es importante, pero también hay que entender que el deseo a veces lleva a cosas que no pueden estar “tan reglamentadas” y que esos abordajes y esos impulsos no necesariamente son negativos ni son acoso.

Dijo que las mujeres tampoco son víctimas inocentes y sí hay una responsabilidad en la actitud que toman y que es lamentable haber mezclado la conducta correcta de las francesas en un momento y en un contexto muy importante en el que muchísimas mujeres estaban denunciando un acoso laboral muy fuerte en el mundo de los espectáculos.

“Si logramos separar las dos cosas y si entendemos además la pugna cultural entre una cultura francesa y una estadounidense eso nos va a ayudar a ver mejor lo que está pasando”, concluyó la investigadora.

Con información de Despierta con Loret

AAE