POR EL PLANETA

Mar Muerto y mar de Galilea, tesoros de agua de la tierra prometida

Nos encontramos en Haifa, edificada en las laderas del Monte Carmelo, al norte de Israel, frente a las costas del Mediterráneo. Aquí se conservan los vestigios arqueológicos del antiguo puerto de Cesárea, que data de hace más de dos mil años. Se trata de la ciudad marítima más grande que Herodes “El Grande” Rey de Judea construyó en honor a su protector, el emperador romano César Augusto. Pero lo que buscamos está bajo el agua. Del antiguo puerto, hoy sólo quedan vestigios en una especie de museo submarino, único en el mundo.

Nos dirigimos hacia el norte. En el trayecto cruzamos el mar de Galilea. Se trata del cuerpo lacustre más bajo del mundo. En la tradición cristiana se cree que sobre estas aguas Jesús caminó.
El mar de Galilea abastece de agua al 30 por ciento de las ciudades y zonas agrícolas de Israel.

Atravesamos el desierto de Judea, apenas mil 500 kilómetros cuadrados que parecen infinitos, donde la soledad es todo lo que el sol ardiente baña.

Vista panorámica del mar de Galilea, en Israel (Noticieros Televisa)

A la espalda del cielo se desnudan las sombras. La arena danza con el viento. Se desliza el silencio, como si fueran los ecos de la ausencia. Mano de sal deshabitada y el misterio de la libertad de los horizontes.

En lo alto se vislumbran los vestigios de Masada, bastión de las raíces del nacionalismo judío. Donde los “Zelotes” o celosos de Dios combatieron a sangre y fuego a los romanos que, ante la derrota inexorable, este antiguo pueblo judío prefirió quitarse la vida.

Frente al desierto de Judea se encuentra el mar Muerto, en realidad se trata de un lago a 430 metros bajo el nivel del mar, lo que lo convierte en el lugar más profundo de la superficie terrestre.

Este es el límite natural entre Israel, Jordania y el territorio palestino de Cisjordania. Tiene una longitud de más de 70 kilómetros y 18 de ancho, y una profundidad máxima de 328 metros. Este lago, que recibe las aguas del río Jordán, es una de las zonas lacustres más hipersalinas del mundo, con altas concentraciones de cloruro de sodio, sales y minerales. Su salinidad supera hasta en nueve veces la de cualquier océano del planeta.

Debido a los altos niveles de salinidad, es difícil hundirse de forma natural. La densidad del agua ejerce un empuje superior a la del mar, lo que permite flotar sin ningún esfuerzo.

Las imágenes aéreas nos dan una perspectiva diferente, de una rareza difícil de describir. Sobre el cuerpo de agua se observan formaciones de sal en grandes concentraciones, esto se debe a que este lago no tiene salidas. Los minerales que desembocan en él se quedan allí para siempre.

Sal acumulada en el fondo del mar Muerto, que sobresale en la superficie (Noticieros Televisa)

Aquí no hay vida o al menos no de peces o plantas, pero existen microorganismos como hongos y bacterias que se han adaptado a estas condiciones extremas.

El mar Muerto se está secando y se estima que el nivel del agua baja a un ritmo de un metro al año. Por un lado, llega muy poca agua hacia esta zona lacustre, ya que se desvía para el consumo humano. Y la industria de extracción de minerales ha sobre explotado el mar Muerto en la producción de cosméticos, fertilizantes y productos de consumo. Como sea, este ecosistema único debería ser preservado.

Aquí, termina nuestro viaje y sólo podemos decir gracias. Al final aprendimos, como decía el escritor Eduardo Galeano, que “somos lo que hacemos para cambiar lo que somos”.

Con información de Alberto Tinoco

MLV