CONFLICTOS ARMADOS

Intifada palestina, la rebelión contra la ocupación israelí

Jerusalén es una de las ciudades más antiguas del mundo, muy importante para tres religiones monoteístas (cristianismo, judaísmo e islam), y sus calles son testigo de siglos de historia, pero también de una larga disputa entre israelíes y palestinos que la reclaman como capital.

Jerusalén es importante para los cristianos como el lugar donde tuvo lugar la crucifixión y resurrección de Jesús; para los judíos porque es su más antigua capital donde fueron edificados sus templos; mientras que para los musulmanes es su tercer sitio más sagrado después de La Meca y Medina, Arabia Saudita.

Los judíos han mantenido una presencia continua en Jerusalén durante más de tres mil años, de hecho, desde principios del siglo XIX ha sido el grupo demográfico más grande, aunque en las últimas décadas ha disminuido el tamaño de su población, de 74 por ciento en 1967 a 63 por ciento en 2014.

Para 2016, los judíos comprendían el 62 por ciento de la población de la ciudad, mientras que la comunidad musulmana representaba el 37 por ciento y los cristianos el 1 por ciento.

Jerusalén formó parte del Imperio Otomano hasta que el Ejército británico la capturó en 1917.

Permaneció en manos británicas de 1922 a 1948, después de que en 1947 la Organización de las Naciones Unidas (ONU) aprobó una resolución que exigía que Palestina se dividiera en dos estados, uno judío y otro árabe, y se constituyera un régimen especial para la ciudad de Jerusalén.

En principio, los judíos aceptaron la resolución, pero los árabes la rechazaron, por lo que el entonces el primer ministro israelí David Ben Gurion declaró que Israel no aceptaría la internacionalización de Jerusalén y que ésta sería la capital eterna de Israel.

La ONU otorgó a los judíos una ciudad capital llamada Tel Aviv, pero el pequeño territorio no les bastó y decidieron expandirse tomando terrenos de la Franja de Gaza. La convivencia de ambos pueblos en la zona fue muy difícil durante más de 30 años.

Paramilitar israelí durante la guerra en 1948. (AP, archivo)

En ese mismo año, 1948, estalló la primera guerra árabe-israelí y al terminar el conflicto un año más tarde el sector occidental de Jerusalén fue declarado la capital oficial de Israel, por lo que se instaló allí la sede de la residencia presidencial, el Parlamento israelí (Knesset), la Corte Suprema y otras instituciones administrativas.

La parte oriental de Jerusalén (Cisjordania) había quedado en manos de Jordania, sin embargo, en junio de 1967 tiene lugar la Guerra de los Seis Días tras la cual Israel se anexa el Sinaí egipcio (Franja de Gaza), Cisjordania y los Altos del Golán (Siria) y declara la unificación de la ciudad.

Tras anunciar el libre acceso a los lugares sagrados de todas las religiones, restringido a judíos y cristianos desde 1949 por el gobierno jordano, Israel aprueba la Ley de jurisdicción y administración de Jerusalén, amplió sus límites y construyó comunidades alrededor para evitar que la ciudad fuera dividida otra vez.

Aunque la Organización de las Naciones Unidas (ONU) declaró nula e inválida esa ley, los palestinos designan a la ciudad como la capital de su futuro estado, pero ninguno de los dos reclamos es aceptado por la comunidad internacional y la ciudad permanece dividida.

LA PRIMERA INTIFADA

El 9 de diciembre de 1987 un jeep militar israelí chocó en Gaza contra un vehículo palestino, matando a sus cuatro ocupantes, un incidente que tuvo el efecto de una cerilla cayendo sobre un barril de pólvora y que marcaría la región con protestas y enfrentamientos durante los siguientes cuatro años.

Más de 170 israelíes (más de 100 de ellos civiles) y más de 1.100 palestinos murieron en los enfrentamientos, protagonizados del lado palestino por jóvenes (lo que le dio el nombre de Intifada de los Niños) y coordinados a través de comités populares que surgieron a nivel local y lograron agruparse en el llamado Liderazgo Nacional Unificado del Levantamiento (UNLU).

La intifada consistió sobre todo en dos tipos de acciones: protestas de resistencia y desobediencia civil, con huelgas, boicots, barricadas y enfrentamientos con las fuerzas israelíes con piedras y cócteles molotov, con los jóvenes en primera fila e incluso adolescentes que solo había conocido la ocupación militar desde 1967, por lo que también se la conoce como Intifada de las Piedras.

Soldados israelíes arrestan a palestinos durante los hechos de violencia en 1987. (AP, archivo)

Israel suspendió durante años el funcionamiento de las escuelas, lo que dejó a más jóvenes en la calle. Hoy en día, es fácil encontrar palestinos varones en la mitad de la cuarentena o en la cincuentena que aquellos días abandonaron los estudios y no regresaron a las aulas jamás, porque eran demasiado mayores cuando acabó la oleada.

Intifada significa, entre otras cosas, rebelión, sacudir, desempolvar, quitar, hacer temblar.

Justo ese año, 1987, Israel y la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) se reconocieron mutuamente y firmaron una declaración de principios sobre acuerdos provisionales de autonomía y en 1994 el primer ministro israelí Isaac Rabin y el presidente palestino Yasser Arafat firmaron en El Cairo su puesta en marcha.

Sin embargo, en el año 2000 fracasan las negociaciones para un acuerdo final en la Cumbre de Camp David, debido a la disputa por el estatus de Jerusalén, ya que israelíes y palestinos continúan reclamándola como capital.

COMIENZA LA SEGUNDA INTIFADA

El 28 de septiembre del año 2000 se registró la polémica visita a la Explanada de las Mezquitas (para los palestinos) o el Monte del Templo (para los israelíes) por parte del entonces líder de la oposición israelí Ariel Sharon. Esto detonó el comienzo de la Segunda Intifada, o insurrección palestina.

Los tres años de movilizaciones armadas dejaron un saldo de más de 2 mil 300 palestinos muertos (127 de ellos en atentados suicidas) y cerca de 900 israelíes, así como un sinnúmero de heridos, mutilados, huérfanos, familias y vidas destruidas.

Las imágenes televisivas mostraban una guerra es aniquiladora, con escenas de destrucción de pueblos enteros.

El informe de Amnistía Internacional sobre el primer año afirmó que “en la mayoría de los casos, los asesinatos y lesiones ilegales en Israel y los Territorios Ocupados han sido cometidos por las Fuerzas de Defensa de Israel (IDF), haciendo un uso excesivo de la fuerza. En particular, las IDF han utilizado helicópteros estadounidenses para perpetrar ataques con misiles donde no había un peligro inminente para la vida”.

Palestino durante una demostración en Gaza, en diciembre del 2000. (AP, archivo)

En febrero de 2001 Ariel Sharon ganó las elecciones israelíes y se intensificaron los enfrentamientos con los palestinos.

En ese entonces, Israel decidió construir un muro en Cisjordania, lo que fue visto por los palestinos como un intento de Israel de anexarse el territorio.

Luego de ser elegido, Sharon se negó a reunirse con el líder palestino Yasser Arafat y los esfuerzos internacionales por lograr un acuerdo de paz se estancaron.

En 2002, los líderes palestinos intentaron de nuevo acabar con la violencia y respaldaron una iniciativa de ‘Paz árabe’, pero Israel ignoró la iniciativa.

Al año siguiente, luego del nombramiento de Mahmud Abbas como primer ministro palestino se volvió a intentar un acuerdo de paz, en el que se contaba con la participación de la ONU, la Unión Europea, Estados Unidos y Rusia, pero las negociaciones fracasaron.

Continuó la violencia y altos cargos de la milicia palestina Hamas fueron asesinados por Israel.

En 2004 falleció el líder palestino Yasser Arafat y para algunos observadores este hecho marcó un momento crucial del conflicto.

El bando palestino se debilitó al producirse una fractura entre islamistas de Hamas y partidarios del oficialista Al Fatah. Al llegar a su fin en 2005, el levantamiento había causado miles de muertos, la mayoría del lado palestino.

Todavía aún después de la segunda intifada, no se ha terminado la violencia y la confrontación entre palestinos e israelíes no acaba del todo.

¿TERCERA INTIFADA?

Actualmente, a unos días de haberse cumplido el aniversario número 30 del inicio de la primera intifada, el Medio Oriente vuelve a ser una bomba de tiempo por las declaraciones del presidente de los Estados Unidos sugiriendo que la capital de Israel debe ser Jerusalén, y a tal efecto dio órdenes para mudar la embajada norteamericana de Tel Aviv a esa ciudad.

Se sabe que el Ejército de Israel ha movilizado a miles de soldados y reservistas para reforzar cualquier acción. Autoridades palestinas y mandatarios europeos han manifestado ya su malestar por la inesperada declaración de Donald Trump.

El jefe político del movimiento islamista Hamas, Ismail Haniye, llamó a los palestinos a comenzar una “tercera intifada” tras las palabras de Trump.

“El viernes 8 de diciembre será el día de la ira y el comienzo de una nueva intifada llamada ‘la liberación de Jerusalén'”, dijo Haniye en una rueda de prensa en Gaza capital, donde también pidió que se suspenda la coordinación de seguridad y la cooperación “con la ocupación israelí”.

Además, expresó: “afirmamos que Jerusalén está unida, no es oriental ni occidental, y seguirá siendo la capital de Palestina, de toda Palestina”. Finalizó diciendo que “Trump se arrepentirá de su decisión”.

Manifestaciones palestinas contra la decisión de Trump sobre Jerusalén. (AP)

La protesta palestina empezó a desbordarse el viernes 8 de diciembre con algunos enfrentamientos de baja intensidad con las fuerzas de seguridad en la Ciudad Santa y en Cisjordania. La muy conocida Puerta de Damasco, principal acceso al barrio musulmán del recinto histórico amurallado, tuvo momentos de tensión excepcional; policías antidisturbios contuvieron a cientos de jóvenes que se manifestaron al terminar el rezo en la mezquita de Al Aqsa.

Hubo mayor dramatismo en la frontera de Gaza. Allí un palestino de 30 años falleció por heridas de bala.

En los accesos a Belén las imágenes de televisión mostraban una batalla campal con generalizado intercambio de pedradas y neumáticos quemados por granadas lacrimógenas, balas recubiertas de goma y cañones de agua a presión.

Se contabilizaron cerca de 90 heridos, 26 de ellos de consideración. Los manifestantes han seguido manifestándose en contra de la medida unilateral del presidente de Estados Unidos.

La actual revuelta afortunadamente no ha alcanzado la intensidad de las dos intifadas palestinas anteriores. Parece ser un círculo sin fin; hay guerra porque hay odio, y el odio en vez de disminuir aumenta, luego habrá más guerra.

Con información de Noticieros Televisa, EFE y Notimex

AAE