ARTE Y CULTURA

Juan Pablo Escobar presenta nuevo libro sobre su padre

A Juan Pablo Escobar no le gustan las series sobre las vidas de los narcos porque reflejan “una vida glorificada para la serie de televisión y miles de jóvenes están convencidos de que la vida es como la serie”, explicó en la mesa de Despierta con Loret al hablar de su más reciente libro Pablo Escobar, infraganti. Lo que mi padre nunca me contó.

El hijo de Pablo Emilio Escobar detalló que diariamente recibe “miles de mensajes donde los jóvenes me dicen, literalmente, ‘recién terminé de ver tal serie’ y piden que les diga cómo ser así y quieren convertirse en eso, pero nada que ver con la realidad”.

Escobar recordó que su padre nunca ocultó sus acciones. “Yo me daba cuenta, porque mi propio padre me lo contaba, él me lo decía, desde los siete años nos sentábamos a ver las noticias y él me decía ‘yo soy eso, a eso me dedico’, entonces, desde que yo era muy chico él no tenía problema en reconocer la autoría de esas fechorías”.

A la distancia, reconoció que le dejó “sensación de dualidad, porque por un lado tienes un padre que te da mucho amor, te aconseja bien, porque él no quería que siguiera sus pasos, pero al mismo tiempo ves un papá que hace mucho daño fuera de casa […] Él no tenía problema de decir ‘esa bomba sí la puse yo o a esa persona la tengo secuestrada’”.

La familia de Pablo Emilio Escobar cambió de apellido, explicó Juan Pablo, “cambiamos de identidad porque las aerolíneas no nos vendían el pasaje para escapar de la violencia, sólo por el prejuicio contra el apellido. Cambiamos de nombre y pudimos ser libres por cinco años; vivimos en el anonimato, en el privilegio de no ser nadie”.

Así fue hasta que, recordó, “aparece un escándalo en Argentina, que se resuelve positivamente a los siete años; eso hace que se descubran nuestros nombres y pierde sentido vivir en la sombra. Entonces aproveché el documental Pecados de mi padre para acercarme a las víctimas, pedirles perdón, y eso deviene en el libro, el primero, que es Mi padre y ahora en este, que estoy presentando”.

Tras la muerte del narcotraficante colombiano, detalló Juan Pablo Escobar, “recibimos amenazas, mi vida valía 4 millones de dólares cuando muere mi padre, por suerte ya no hay nadie que los pague; las amenazas venían de todo tipo, primero, los enemigos querían recuperar el dinero invertido en perseguir a mi padre y cada uno vinieron, con pistola en mano, a cobrar. Cada uno de los mafiosos. Hoy les agradezco que nos robaron el dinero, porque fue lo que nos dio la oportunidad de recomenzar; me condenaron a ser pobre; hoy soy arquitecto, escritor, conferencista y puedo vivir de esa actividad”.

El escritor detalló que hubo momentos en los que tuvo miedo, “como cuando estalló la bomba en el edificio Mónaco, el 13 enero 1988, y dio comienzo la era narcoterrorista en el país; y cuando el Gobierno designa agentes para protegernos y gente del entorno empieza a desaparecer y desde hace 25 años no sabemos nada de ellos; cuando los que te cuidan desaparecen a los que te quieren te da mucho miedo”. Reconoció que “ahora hay amenazas viejas de gente que me amenazó porque decidí no volverme narco”.

Para el nuevo libro, publicado por el sello Planeta, Juan Pablo contó que buscó “a los hijos de los peores enemigos (de mi padre); me fui a enfrentarlos, a verlos, a hablar con ellos para comprender qué significa ser enemigo de Pablo Escobar. Ya no es el libro desde los zapatos del hijo, ahora era investigar quién era, encontrar las historias que no me contó y que sí se sabían de memoria quienes las vivieron. Hablé con jefes paramilitares, con guerrilleros, con el hijo del cartel de Cali, William González Abadía; con el hijo de Barry Seal (Adler Berriman Seal, más conocido por Barry Seal, un piloto estadounidense, primer mercenario de la Agencia Central de Inteligencia, traficante de droga e informante de la Administración para el Control de Drogas), Aaron Seal y tuve la oportunidad de reconciliarme con él, con la viuda, con los hermanos”.

Este libro, insistió Escobar, “habla del proceso de reconciliación entre todas estas familias, pero no sólo hablamos de lo que pasó, porque este libro tiene un capítulo revelador, que es la relación de mi padre con agentes de la DEA para traficar desde los aeropuertos internacionales de Medellín y de Miami”.

Relató que el libro explica las conexiones de Pablo Emilio Escobar con agentes de la DEA para crear “el tren, que era una ruta del narcotráfico en la que estaban coludidas todas las autoridades. Mi padre enviaba unas 20 personas, cada una con entre 20 y 40 kilos de cocaína cada semana, eran 800 kilos en promedio por semana, y durante tres años no se perdió ni un gramo. Estos agentes corruptos le cobraban un tax entre 3,000 y 3,500 dólares por cada kilo que dejaban entrar. Se traficaron cerca de 90 mil kilos de cocaína por esa red y nunca se perdió un solo gramo”.

Aseguró que estaban coludidos “desde el primer empleado de la aerolínea hasta el último; estaban completamente coludidos los de rayos equis, policías, los de Migración; todo mundo estaba vinculado con esta red del narcotráfico absolutamente a la vista, porque todo mundo estaba involucrado en esta operación”.

Desde su perspectiva, en Estados Unidos sí hay cárteles locales, “¿por qué sabemos los nombres y apellidos de jefes de carteles del muro hacia abajo, hasta la Patagonia, pero no tenemos ni idea de quién es el jefe del cártel de Miami, Los Ángeles, Chicago, Nueva York?, pero existen, existen, y por eso revelo las matemáticas del narcotráfico. Nada más en esta operación del tren mi padre se mete al bolsillo cerca de 800 millones de dólares; los agentes corruptos, 440 millones de dólares y los cárteles inexistentes se metieron al bolsillo más de cuatro mil millones de dólares. Y el único nombre que ha salido siempre es Barry Seal”.

En el libro también “se revela la relación de mi padre con agentes de la CIA, que vende droga para financiar la lucha anticomunista en Sudamérica”.

Juan Pablo Escobar detalló que la correlación de fuerzas entre cárteles de la droga ha cambiado, porque “antes, los cárteles colombianos tenían tanto poder, que empleaban a los cárteles mexicanos para ser parte del negocio, pero hoy es la inversa, hoy son los cárteles mexicanos los que contratan a los colombianos”.

Dijo que al acabar con los narcotraficantes más visibles de Colombia, “eso no significa que se acabó el narco, sólo se desplazó a otro lado, porque es un negocio altamente rentable y mientras exista un consumidor, siempre habrá un par de narcotraficantes dispuestos a llevarle la droga hasta donde esté”.

Reconoció que “es real que ha incrementado la violencia en México”, pero “no creo que hayan llegado a los niveles de Colombia, porque allá tocamos fondo con el narcoterrorismo, bombas que explotaban de manera indiscriminada en cualquier lugar, y espero que eso nunca llegue a México, espero que acá encuentren un camino de paz frente a la droga, es a través de la educación como se puede hacer frente a este problema”.

Desde su perspectiva, no se puede hacer comparación entre Juan Pablo Escobar y Joaquín Guzmán Loera, porque “son épocas diferentes, personajes distintos; hay drogas diferentes en el medio, en época de mi padre había 10 o 15 drogas ilegales, ahora hay 500 drogas ilegales diferentes”.

Reconoció, en cambio, una diferencia, porque “todos los capos, después de la era de Pablo Escobar, aprendieron que era muy malo para el negocio enfrentarse al Estado; Pablo lo hacía con nombre propio, le ponía su firma y su huella, amenazaba constantemente al Estado y lo sometió a su voluntad por la vía del terrorismo, del secuestro extorsivo; los capos aprendieron que eso le hacía daño al negocio, que los ponía en el ojo de todo el mundo, por lo que prefieren infiltrar al gobierno, las instituciones; ahora prefieren evitar la notoriedad”.

Juan Pablo Escobar dijo que lo han buscado “hijos de capos mexicanos; muchos se solidarizan con el mensaje que le llevo a la sociedad, a miles de jóvenes, para llevarles el mensaje de que ésta es una historia para no repetir. Muchos han vivido idénticos dramas, me he encontrado gente profesional que prefiere no seguir los pasos de sus padres. Hemos aprendido esas lecciones y muy pocos nos hemos sentido orgullosos del camino de los padres, del dolor que han generado”.

Admitió que, “aunque siempre está el prejuicio, me he encontrado con gente que ha elegido un camino diferente, de paz (..) No puedo entrar a Estados Unidos, no tengo visa, porque no soy narco, no me la dan por eso”.

Juan Pablo Escobar aseguró que, en la lucha contra el tráfico de droga, “creo en la palabra regularizar, porque para mí ya están legalizadas; no hay una cadena efectiva de la prohibición; en realidad están legalizadas, el Estado tiene que asumir el control, pero, con la prohibición, el Estado delega el negocio a los grupos delincuenciales”.

Se dijo seguro de que “el Gobierno de Estados Unidos hace negocio, porque en todos los países latinoamericanos nos muestran como destruyen la droga, pero nunca lo hemos visto en Estados Unidos; también hay una gran corrupción. No puedo creer que no entiendan la gran violencia que genera la prohibición, y es una violencia que nos queda como herencia a los latinoamericanos”. Aseguró que “es momento de revisar las reglas contra las drogas, porque esta violencia no es nueva, lleva 100 años creciendo de manera ininterrumpida y exponencial”.

Juan Pablo Escobar recordó que, cuando murió su padre, las autoridades lo buscaron “para tratar de recuperar 800 millones de dólares que supuestamente estaban en cuentas en Estados Unidos. Ellos me ofrecían 100 millones de dólares, les dije ‘yo les firmo lo que quieran y con 10 millones me alcanza, no necesito 100’, pero en realidad ese dinero no existió. Así es la justicia estadounidense; ahora no es qué delitos cometiste, sino cuánto dinero tienes para pagar y arreglar el problema”. (Con información de Despierta con Loret)

 

 

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