POR EL PLANETA

En Costa Rica habita una de cada 20 especies conocidas del mundo

En la Cordillera de Talamanca, la más alta del Istmo Centroamericano, los dioses son estatuas de humo y viento, volcanes dormidos atrapados en la neblina donde sobrevive el latido del bosque, trópico verde, luminoso, de maderas, de musgos y de líquenes que callan y que cantan para celebrar el eco del quetzal resplandeciente ‘cola larga de plumas brillantes’, que entre el alba y el ocaso nos revela el instinto de la naturaleza. Este es un viaje a través del corazón verde de Costa Rica, donde habita una de cada 20 especies animales y vegetales, conocidas en el mundo.

Se estima que en Costa Rica existen más de 13 mil especies de plantas, más de 6 mil especies de mariposas diurnas y nocturnas, alrededor de 163 especies de anfibios, unas 220 especies de reptiles y 850 especies de aves. Una biodiversidad protegida por ley, que está contenida en más de 13 mil kilómetros cuadrados en 30 reservas naturales, refugios silvestres y parques nacionales.

Vista panorámica de una cañada en Costa Rica (Por el Planeta, Noticieros Televisa)

Atravesaremos cañadas y quebradas para conocer el fascinante ecosistema de los anfibios más famosos del mundo: las enigmáticas ranas venenosas de Costa Rica y las ranas arbóreas, como la sorprendente “Agalychnis Callidryas”.
Ramón Castellanos, fotógrafo y líder de expedición, dice que “es increíble la manera como cualquier impacto humano elimina completamente las ranas del bosque”.

Rana arbórea de Costa Rica (Por el Planeta/Noticieros Televisa)

Registraremos imágenes poco comunes del tapir, una especie amenazada. Y le mostraremos imágenes extraordinarias de los grandes predadores del bosque tropical en un avistamiento único en la Estación Biológica Sirena.

Haiyer Santamaría Rodríguez, de la Estación Biológica Sirena en el Parque Nacional Corcovado, comparte su experiencia: “A mí hasta se me pusieron los pelos de puntas de ver estos animales cuando llegaron aquí, es la primera vez que los veo tan cerca”.

Y buscaremos al carismático perezoso en su hábitat natural.

Oso perezoso abrazado a un árbol en Costa Rica (Por el Planeta/Noticieros Televisa)

Estaremos en el bosque nuboso, sobre el filo de las montañas, con árboles que pareciera acarician el cielo y donde Costa Rica ha desarrollado un modelo único de ecoturismo rural que beneficia a las comunidades bajo criterios de sustentabilidad.

De pronto, del bosque nuboso sale el primer quetzal. Alberto Tinoco dice que “si avistar un quetzal es complicado en países como Costa Rica, no solo es posible ver un sólo individuo, sino, en este árbol, en este momento hay dos machos perchados, y teníamos uno más en este extremo de las ramas y eso es lo que hace a Costa Rica tan especial”.

Quetzal macho avistado en Costa Rica (Por el Planeta/Noticieros Televisa)

Para los antiguos pueblos mesoamericanos, el quetzal estaba asociado con lo divino, era el vínculo entre el cielo y la tierra.

Según Carmen Aguilera, investigadora del Instituto Nacional de Antropología e Historia, el quetzal aparece representado en numerosos códices mayas y mixtecos. Sus largas plumas iridiscentes eran símbolo de poder, de riqueza, de fertilidad, y de lo precioso.

Para los mayas del sureste de México, el quetzal estaba asociado con el dios Kukulkán. Para los mayas Quichés, era el nahual, su espíritu guía. Para los aztecas era Quetzalcóatl, la serpiente emplumada.

MLV