ARTE Y CULTURA

Jesucristo de Pampanga, rey de los filipinos crucificados en Viernes Santo

El “Jesucristo de Pampanga”, Ruben Enaje, fue hoy crucificado por 31 año consecutivo en esta provincia al norte de Manila, donde más de una decena de penitentes cumplieron con la sangrienta tradición del Viernes Santo.

Cuatro clavos de acero de diez centímetros, dos atravesando las manos y otros dos los pies, fijaron a este filipino de 57 años a una cruz de madera ante la mirada de las 60.000 personas –según estimaciones- que asistieron al famoso rito anual en el barangay (barrio) San Pedro Cutud de la localidad de San Fernando.

Enaje pasó once minutos clavado a la cruz, un sacrificio al que también se sometieron otros cinco penitentes en el mismo lugar, nueve más en diversos lugares de la provincia Pampanga y otros tres -entre ellos una mujer- en la vecina provincia de Bulacan, también al norte de Manila.

Turistas se hacen fotos junto a tres cruces tras la representación de la crucifixión de Cristo con motivo de la celebración del Viernes Santo en San Fernando, Filipinas (EFE)

“Es imposible describir lo doloroso que es cuando te atraviesan los clavos y la sangre comienza a manar de tus manos y tus pies, o cuando estás arriba y tienes las extremidades clavadas y no las puedes mover”, describe Enaje en una entrevista previa a su martirio.

Los devotos llegaron al montículo de las crucifixiones en San Pedro Cutud tras recorrer descalzos centenares de metros con cruces de madera al hombro bajo la custodia de vecinos con disfraces de soldados romanos que les asestaban golpes y empujones.

“Llevar la cruz es la verdadera penitencia, ya que provoca secuelas que duran hasta cinco meses”, aseguró Enaje, el principal protagonista de hoy, que cada año ha acudido puntual a su cita con el dolor desde que en 1985 sufriera un percance que le cambió la vida.

Entonces, este pintor de profesión cayó al suelo desde un tercer piso y por un momento pensó que no lo contaría, pero al reincorporarse comprobó que no se había hecho “ni un rasguño” y lo atribuyó a una intervención divina.

Desde aquel momento decidió crucificarse cada Viernes Santo para dar las gracias a Dios, además de adoptar la apariencia de su hijo y mesías al dejar crecer su cabello.

“Me llaman Jesucristo aquí en nuestro barangay y estoy muy orgulloso de ello, porque gracias a mí se acuerdan de Jesús”, afirma Enaje.

Un penitente filipino está clavado en la cruz durante la recreación de la crucifixión de Jesucristo el Viernes Santo en el pueblo de San Juan (EFE)

Aunque las crucifixiones acaparan la mayor parte de la atención mediática, la Semana Santa en Pampanga también ha dejado impactantes escenas de procesiones callejeras en las que miles de penitentes recorrieron kilómetros descalzos hasta la catedral de San Fernando.

Muchos de ellos completaron el recorrido propinándose latigazos en la espalda hasta dejarla en carne viva y sangrando, mientras otros lo hicieron con pesadas cruces sobre el hombro.

Estas prácticas, con las que los penitentes buscan limpiar sus pecados experimentando el martirio de Jesucristo camino del Calvario, se llevan a cabo desde hace más de un siglo en Filipinas, según explica monseñor Eugenio Reyes, máxima autoridad de la catedral de San Fernando.

La Iglesia católica filipina, que ostenta una fuerte influencia en la excolonia española, suele considerar impropios este tipo de comportamientos, aunque tampoco se opone con contundencia.

El prelado asegura que cada año recomienda a sus feligreses abstenerse de martirios innecesarios, aunque reconoce que “la tradición es muy fuerte” y respeta la voluntad de los que deciden seguir al pie de la letra el camino del mesías.

El “Jesucristo de Pampanga”, por su parte, asegura estar molesto con las reprobaciones que recibe cada año de las autoridades de la Iglesia por practicar lo que él considera su pasión.

“Los curas no nos apoyan, están en contra de esta tradición. Cada año vienen y me dicen que es contraria a la Biblia, a Jesús, pero esto empezó en 1955 cuando ni ellos ni yo habíamos nacido. ¿Por qué entonces no dijeron nada y ahora sí?”, protesta.

MLV