ECONOMíA

La economía británica se prepara para turbulencias del Brexit

La economía británica superó mejor de lo previsto la victoria del Brexit en el referéndum de junio, pero los primeros golpes serios llegarán con el inicio de las negociaciones de la salida de la Unión Europea (UE).

La mayoría de los economistas multiplicaron las advertencias antes del referéndum: si los británicos elegían abandonar el bloque, las tempestades se abatirían sobre ellos.

Pero la transición gubernamental, con la llegada de Theresa May, combinada con la inyección de liquidez del Banco de Inglaterra y la confianza de los consumidores, permitió que la economía estuviera en calma los primeros meses.

El crecimiento del Producto Interior Bruto (PIB) se mantuvo sólido: 1.8% en 2016, y una previsión oficial de 2.0% para 2017.

Pero los especialistas anticipan que eso podría terminar cuando el Reino Unido invoque el miércoles el Artículo 50 del Tratado europeo de Lisboa y se abran las negociaciones.

Paul Drechsler, presidente de la principal organización patronal británica, la CBI, advirtió: “Tengo la impresión de que acabamos de llegar a la cumbre de la montaña rusa del Artículo 50”; espera “en cualquier momento” sufrir “las curvas y baches de las negociaciones”.

Dreschler afirma que lo peor sería que Bruselas y Londres sellen su divorcio sin un acuerdo comercial que amortigüe el impacto de la salida del mercado único.

May ha repetido que prefiere salir de la UE sin acuerdo, en cuyo caso el comercio con la UE se regularía por las reglas de la Organización Mundial de Comercio, que con un mal acuerdo. Pero Nina Skero, economista del Centro de Investigaciones Económicas y Empresariales, sospecha que se trata de palabras para fortalecer la postura de Londres en la mesa de negociaciones.

“Lo más probable es que se llegue a un acuerdo en dos años, pero si no lo hubiera, la incertidumbre se prolongaría y frenaría la actividad económica”, advirtió, teniendo en cuenta que la mitad de las transacciones comerciales británicas son con el resto de la Unión Europea.

Los servicios financieros y los fabricantes de automóviles son los dos sectores estratégicos que más temen el fracaso de las negociaciones.

La aplicación de las reglas de la OMC supondría la puesta en práctica de unos aranceles del 10% a los autos británicos que entrasen en la UE, y la ‘City’ se quedaría sin su pasaporte europeo para vender productos financieros en el resto de Europa.

En ese contexto, cualquier decisión de los fabricantes de automóviles sobre sus inversiones británicas genera un gran nerviosismo, ya sea una nueva inversión de Nissan en su fábrica de Sunderland, en el noreste de Inglaterra, una reducción de efectivos de Ford en Gales, o la adquisición por la francesa PSA de las factorías de la marca Vauxhall (Opel en el resto de Europa).

En todos los sectores sin excepción, los empresarios británicos defienden seguir permitiendo la llegada de inmigrantes europeos, en un contexto de desempleo muy bajo, inferior al 5 por ciento.

Las tiendas, los bares y restaurantes, la construcción, el campo o los hospitales podrían ser los más afectados si se corta la llegada de europeos.

A la incertidumbre sobre el resultado de las negociaciones con Bruselas, se suma la posibilidad de que Escocia se independice, lo que suma incertidumbre para frenar las inversiones.

“Los créditos recibidos por empresas y particulares cayeron un poco desde inicios de este año. Es un primer signo de la progresiva ralentización que se espera en 2017”, constató Boris Glass, economista de S&P Global.

Los consumidores también han empezado a notar el encarecimiento de los productos importados por la fuerte depreciación -de alrededor del 15%- de la libra esterlina por culpa, y desde, el referéndum.

Así, en términos interanuales, la inflación en febrero fue de 2.3%, comparada con 1.8% en enero, su nivel más alto en 3 años y medio.

 

 

 

(Con información de AFP)

tfo