ESTADOS UNIDOS

Migrantes en el forense de Arizona esperan identificación

No tienen nombre o, mejor dicho, sí tienen, pero todos se llaman igual.

Si son hombres, son conocidos durante su estancia como John Doe, si son mujeres, Jane Doe

Así identifica el Servicio Médico Forense del condado de Pima, Arizona, a los 2 mil 700 cuerpos de migrantes indocumentados, que, en su intento de llegar a Estados Unidos, han muerto en la parte desértica desde el año 2000 a la fecha.

A esa oficina es enviado todo cuerpo o resto óseo encontrado desde la frontera de Nogales, Arizona, hasta Tucson.

En sus cámaras de refrigeración hoy están los restos de 150 personas, sin identidad.

Llegan desde cuerpos completos, hasta pequeños fragmentos de hueso, pero el número podría crecer en caso de concretarse la ampliación del muro fronterizo.

El doctor Greg Hess está a cargo. Con su experiencia sabe en qué resultaría.

“La Patrulla Fronteriza en Estados Unidos realizó un par de operaciones en los años 90 llamadas ‘Gate keeper’ y ‘Hold the Line’ y lo que hicieron los oficiales fue poner muchas barreras para hacer más difícil el cruce por las áreas más pobladas pensando que eso iba a bajar el número de cruces ilegales. Y sí, eso pasó, pero empujaron a la gente a entrar por áreas más remotas incluyendo esta área del sur de Arizona. Así que como consecuencia vimos un gran número de este tipo de muertes. La gente seguirá cruzando sin importar que haya muro o no”, dijo.

En esta área de Arizona, 50% de los hallazgos de cuerpos o restos los hace la Patrulla Fronteriza, con la otra mitad, se topan organizaciones pro migrantes, cazadores de animales y alpinistas.

“Estos son nuestros vehículos. Si los restos son encontrados en el desierto y podemos ir por ellos, vamos. Si los restos están en un área muy remota, son recogidos por grupos de la autoridad, ellos los traen a un camino accesible y ahí nos encontramos. En los pizarrones blancos detrás de mí, podemos ver dónde está localizada la gente en el cuarto refrigerado. Los espacios con color azul son para los indocumentados. Donde hay color azul está la gente que creemos que cruzó la frontera, incluyendo estos espacios”, afirmó Hess.

Y tal cual, los cientos de ‘John Doe’ y ‘Jane Doe’ están acomodados, a una temperatura de un grado.

“Esta es una etiqueta que dice ‘John Doe’. Así sabemos que es un hombre, los restos fueron encontrados en 2016. Consiste esencialmente en el cráneo, es un cráneo humano. sabemos que es hombre por la forma que tiene el cráneo”, detalló el doctor.

De todos los casos, 65% llega a ser identificado por los familiares.

“Si creemos que tenemos posibilidades de identificar a una persona, aquí se queda. Si creemos que no hay oportunidad para identificarla, la enviamos al panteón. No se da por perdida, simplemente no la podemos tener aquí para siempre”, reiteró.

Otras pistas que ayuden a la identificación también son almacenadas.

“Estas identificaciones fueron encontradas con los restos de una persona que está en la cámara refrigeradora. No sabemos si es esa misma persona, pero es una gran forma de empezar. El Consulado viene, ve estas identificaciones y checa si la persona existe en el sistema, si se parece a la que está en la credencial o si ha sido alterada. Y claro, revisa si hay familiares de esta persona.

“El hecho de que esta persona tenga una identificación no significa que sabemos quién es. A veces la gente viaja con documentos falsos. Lo último que queremos hacer es identificar al cuerpo como de una persona incorrecta porque nunca lo encontrarían”, concluyó el doctor Greg Hess.

En 50% de los casos, las personas quedan reducidas a huesos por el extremo clima y la fauna lo que complica todavía más la identificación.

En el laboratorio se corta un pedazo de hueso, es sometido a un proceso para convertirlo en pasta y los resultados de ADN se comparan con el de algún familiar para, si es exitoso, sustituir el ‘John Doe’ o el ‘Jane Doe’ por el nombre original.

Con información de Claudio Ochoa

KAH