Alepo, alguna vez la ciudad más próspera de Siria

CIUDAD DE MÉXICO, México, sep. 8, 2016.– Alepo, alguna vez fue la ciudad más poblada de Siria, la más próspera y el centro financiero del país.

Más de cinco años de guerra civil han hecho de Siria un país fantasma y de Alepo, en disputa desde mediados de 2012, un conjunto de ruinas en donde todo se ve igual: casas, hospitales, escuelasy comercios ahora son escombros.

Nadie está a salvo. Los barrios orientales, en manos de rebeldes; las zonas del este azotadas por bombardeos de artillería; los barrios occidentales controlados por fuerzas gubernamentales. Fuera de la ciudad, al oeste y suroeste, mandan los yihadistas del llamado Ejército de la Conquista.

En Alepo escasea el agua y alimento. No hay gasolina, la electricidad es un lujo.

Pero la gente que aún sobrevive en Alepo se las ha ingeniado para hacerlo.

Un habitante de Alepo cuenta que antes tenía el generador funcionando 12 horas el día, después del asedio lo prendía por ocho horas al día, cada día lo prendía cada vez menos por una o dos horas. Ahora no pueden echarlo a andar porque no tiene acceso al diésel y el precio del diésel es hoy cinco veces mayor.

Según la Organización de Naciones Unidas (ONU), al menos 300 mil personas están atrapadas en la parte oriental de la ciudad, en la parte oeste un millón 200 mil no tiene acceso a servicios básicos.

El régimen cortó todas las vías de abastecimiento de los rebeldes, los civiles quedaron en medio del bloqueo y en medio de los ataques.

Porque las bombas no distinguen.

Un doctor sirio destacó que desde el inicio de la revolución siria y particularmente después de que iniciaron los ataques en la ciudad de Alepo, el régimen no distingue entre civiles o militares, instalaciones médicas o públicas, bombardean a civiles y a los hospitales.

Desde enero de 2016, más de 25 instalaciones médicas han sido destruidas en los bombardeos aéreos. En las que siguen de pie, no hay equipo ni medicinas ni médicos suficientes para atender a los pacientes, de los cuales,  80 por ciento son heridos de guerra.

La opción es buscar ayuda en ciudades turcas cerca de la frontera. Es caro, es arriesgado, pero para muchos es la única alternativa; tienen miedo de ir a los hospitales, ahora blancos fáciles de ataque.

La guerra civil no sólo cambió la cara de Alepo. Cambió la de su gente: en sus calles conviven día a día los distintos rostros del conflicto.

Uno es el de aquellos que en medio de la destrucción buscan retomar la cotidianeidad. Caminan por lo que queda de las banquetas. Se reúnen con los que conocen, van al mercado, aunque en estos días no haya mucho que comprar.

Otro rostro es el de los optimistas que apuestan por el cambio y por levantar la voz en vez de las armas.

Portan la bandera siria de las tres estrellas, la de los rebeldes moderados. Piden la salida del presidente Bashar Al-Assad y le preguntan a gritos a Naciones Unidas por qué les da la espalda.

El rosto de la oposición armada: los rebeldes. Conformado por un amplio espectro de combatientes extremistas, kurdos e  islamistas; aunque con distintas visiones, unidos por una misma fe.

Éste, es quizá el rostro más noble de la guerra: los Cascos Blancos, la Defensa Civil siria. Operan en barrios controlados por los rebeldes antes de la guerra eran maestros, ingenieros, arquitectos, agricultores pero la oferta y la demanda cambió. Ahora son rescatistas, paramédicos, voluntarios. Desde 2013, han salvado más de 60 mil vidas y han ayudado a millones de heridos.

Son casi tres mil, sus edades van de los 18 a los 35 años. 129 han muerto en labores de rescate, pero la demanda crece.

Este año, los Cascos Blancos están nominados al premio Nobel de la Paz.

En Alepo también vemos la inocencia perdida: los niños que ya no juegan en las calles. Ahora defienden su ciudad. Desde 2011 cuando se inició la guerra civil, han nacido 3.7 millones de sirios, sus ojos sólo han visto destrucción, son vidas marcadas por la violencia, el miedo y el instinto de supervivencia.

Un joven sirio comentó:

Es una defensa aérea que hemos hecho, nadie nos apoya, nos han fallado los árabes y el mundo entero, no tenemos misiles antiaéreos, no tenemos el apoyo de ninguna de las partes o país, la gente nos da sus llantas propias o las compra, las quita de sus autos para usarlos como una defensa aérea.

Con el humo de las llantas, buscan bloquear la visibilidad de los pilotos que bombardean la zona este de la ciudad. Alimentan el fuego con plástico y químicos.

Así transcurre la vida en Alepo entre el anhelo del ayer y el golpe de una guerra que no ve el fin.

Los turistas ya no recorren las calles. Los niños ya no juegan en las plazas públicas. Los mercados ya no tienen qué vender.

Así transcurre la vida en el Alepo de hoy. Algún día fue el centro financiero de Siria, fue la más poblada, la más próspera.

LSH