Al ritmo del tambor, los matlachines se han ido apoderando de las calles cercanas a la Basílica de Guadalupe.
La preparación física y espiritual es parte de cada uno de los danzantes, con poco más de tres meses de anticipación se alistan para danzar a la virgen de Guadalupe, y tras cada paso, enviar una oración.
Cada uno de los movimientos, vestuario y caracterizaciones tienen su significado, tal es el caso del malvado diablo.
Para el grupo de danzantes que acompañan las peregrinaciones, el caminar por las calles de la metrópoli trae consigo sus propios riesgos, la velocidad y nula paciencia de los automovilistas, es un factor importante de accidentes.
Juan Salvador Blanco, matlachin, comentó: “Realmente hay un poco de riesgos o mucho riesgo se puede decir, pero en lo que cabe muchas gracias a las personas que respetan, pero hay algunos otros que vienen con las prisas y todo eso, entonces ahí es donde no podemos meter en complicaciones”.
El grupo de matlachines vino desde Cadereyta, Nuevo León, para agradecer los favores hechos por la Virgen de Guadalupe
Con información de Francisco León
LSH
