La vida en Monterrey ha sido distinta después del 17 de septiembre de 1988, cuando el huracán “Gilberto” golpeó con toda su fuerza a la ciudad regia.
La furia del río Santa Catarina, que había permanecido en calma durante muchas décadas, cobró la vida de cientos de personas; después de 29 años no hay una cifra exacta de las víctimas mortales de “Gilberto”, se dijo que eran 300.
Dos imágenes han permanecido en el colectivo de quienes lo vieron de cerca y quienes crecimos escuchando anécdotas de aquella jornada; los autobuses que quedaron atrapados en la corriente en la avenida Morones Prieto, el puente Miravalle y Santa Bárbara.
Siempre se dijo que unos pañuelos blancos eran agitados en señal de auxilio por los pasajeros.
Los icónicos juegos Manzo que estaban en el lecho del río fueron arrasados por un torrente causado por el agua que dejó “Gilberto”.
El río Santa Catarina traslada millones de litros de agua que dejó el huracán ‘Gilberto’ de 1988 (Noticieros Televisa)
Asentamientos en el Río Santa Catarina, en San Pedro, desaparecieron por completo.
El amanecer de aquel 17 de septiembre fue distinto; devastador.
Reportes del Servicio Meteorológico Nacional han indicado que “Gilberto” fue uno de los ciclones tropicales más intensos del siglo XX que se originaron en el océano Atlántico.
El saldo positivo, si es que lo hay, de este huracán fue la creación de un sistema de protección civil.
A raíz de este doloroso capítulo en nuestra historia, la cultura de la prevención tomó un rol importante en la comunidad regiomontana, y para muestra el huracán “Alex” en el 2010, trajo tres veces más agua a la entidad que “Gilberto”, pero no dañó en la misma intensidad.
“Gilberto” es más que un nombre, una colonia o un recuerdo. El huracán “Gilberto” representa un golpe de la naturaleza a Monterrey, un golpe que dejó una gran lección, con heridas que para muchos todavía no sanan.
Con información de José Luis García
BLR
Te puede interesar: “Katia” deja encharcamientos e inundaciones en el sur de Tamaulipas
