CLIMA Y FENóMENOS NATURALES

Damnificados del sismo en Juchitán duermen en calles por temor a réplicas

En Juchitán, Oaxaca, cientos de damnificados del sismo viven a cielo abierto. No tienen a dónde ir, no tienen dónde comer, no tienen dónde bañarse. El temor crece cuando se hace de noche, sin luz no pueden ser más vulnerables.

Desde el viernes duermen en sillas, bancas, acostados sobre colchas, en catres, camillas o en la misma banqueta. Y eso de dormir es un decir: si no aprieta la incertidumbre, es el miedo por la inseguridad o las réplicas.

Ellos son los que perdieron todo, los que salieron de sus casas con lo que llevaban puesto.

Los que sí tienen casa, no quieren dormir dentro. Tienen miedo de que una réplica acabe de derrumbar lo poco que les quedó.

Maura Vázquez, damnificada por el sismo, dice: “Está a punto de caerse, por eso es que estamos aquí en la calle y ya tenemos tres noches”.

Soledad López, otra damnificada del sismo, explica: “Dormimos prácticamente sentados, los primeros días pudimos dormir en las bancas del parque”.

En todo Juchitán la imagen se repite. Familias completas que acampan a la mitad de la calle, que se resguardan en las esquinas, bajo techos, si hay niños o adultos mayores. O en las puertas de las casas si han decidido cuidar sus pertenencias. Temen ir a los albergues.

Maura Vázquez, damnificada por el sismo en Oaxaca, señala: “No podemos ir ahí porque la puerta de la casa ya no se cierra, se queda abierta. Por eso no podemos ir”.

Después de cuatro días ya comenzaron a organizarse. Para los hombres dormir se hace en relevos.

“Estamos haciendo guardia, dos o uno, dos horas para poder descansar un rato, porque no se descansa al cien por ciento”, dice uno de los hombres que hace guardia.

“Se quedan a velar, prácticamente. Tantito movimiento salimos corriendo”, dice otro hombre.

Carlos Santiago Sánchez, damnificado del sismo en Oaxaca, dice: “Estas son nuestras casas que estamos cuidando que no nos vengan a robar”.

Hasta ahora no ha habido ningún asalto, pero la gente está preparada.

Los damnificados de Juchitán exigen apoyo. Lo exigen porque la comida comienza a escasear, porque no tienen lonas y en la noche llueve.

Porque les prometen ayuda y no llega o no en la proporción que se necesita. Exigen porque pasan los días y no hay un recuento de afectaciones.

“Se nos están acabando los víveres y en esta calle no hemos recibido ningún tipo de ayuda”, dice una de las afectadas.

Moisés Ramos Robles, otro de los damnificados, dice: “Nos hemos quedado sin agua sin luz y hemos estado durmiendo en la calle. No nos apoyan en nada”.

“La ayuda lamentablemente está tardando mucho en llegar. Las pocas tiendas de autoservicio o qué hay en el mercado están al triple de su precio normal”, denuncia Soledad López.

Los más afortunados recibieron apenas ayer ayuda por parte del Gobierno del estado. Estas casas de campaña les servirán para resguardarse. Saben que se trata de una solución temporal.

En la oscuridad de las calles, entre cerros de escombros, alambres, piedras y vidrios rotos, duermen los niños que no van a la escuela porque se cayeron.

Los adultos mayores que fueron rescatados y que no han recibido atención médica, las mamás que improvisan cenas y camas, y hasta corren en busca de un doctor para atender a sus hijos. Todos quieren que amanezca lo más pronto posible.

Con información de Ana Lucía Hernández

MLV