ARTE Y CULTURA

Tlachiquera, el oficio ancestral de raspar el maguey

Es una mujer tlachiquera, es decir, raspadora de maguey. Realiza esta actividad junto con su esposo cada día para poder obtener el llamado néctar de los dioses: el pulque.

Ayudada por su acocote, que es un calabazo hueco y seco, succiona como lo haría un colibrí el preciado aguamiel y lo recolecta en una garrafa.

Para llegar a ello, se tuvo que dejar madurar al maguey por años, lo que permite entender que no es sencillo obtener dicho producto.

“El maguey se tarda en un lapso de 8 a 10 años, en lo que por decir chiquito se siembre y va creciendo, es el tiempo que se lleva para que un maguey esté bueno”, dice Isabel Aparicio, tlachiquera.

Posteriormente lo extrae y raspa las paredes internas en el corazón del maguey para que siga produciendo todos los días su jugoso y dulce líquido.

“El aguamiel sirve solo mediodía, por decir, si viene uno a raspar a las 7 de la mañana, entre 12 y 2 de la tarde todavía se conserva como aguamiel, pero de 2 en adelante ahí ya se fermenta y ya es pulque”, explica Isabel Aparicio, tlachiquera.

Esta es la coloración que adquiere el aguamiel justo una vez que es extraído del maguey, esto cuando fermenta se comienza a tornar blanquizco y es entonces cuando se convierte ya en una bebida embriagante.

Se habla que tiene propiedades medicinales para regular la presión arterial y también proteger el estómago en caso de gastritis.

Tras el proceso natural de la fermentación en un tonel, se convierte en el pulque que en muchas localidades se consume normalmente.

Un litro llega a costar hasta 20 pesos aunque en ciertos lugares lo expenden hasta en 15, pero más que una forma de embriagar el cuerpo, se trata de una labor que hacían sus antepasados.

Isabel y su esposo son la tercera generación de tlachiqueros en su familia y esperan poder continuar con esta actividad que además cuida de las tierras y da un ingreso adicional.

“Si nosotros seguimos sembrando magueyes yo creo va para largo, no sé que tiempo o si a nuestros hijos les va a gustar raspar, pero es un oficio bonito y lo puede hacer un hombre o una mujer”, afirma Isabel Aparicio, tlachiquera.

Así se consigue sin trampas ni trucos un buen pulque, que solo necesita de una mano diligente y la naturaleza hace el resto.

 

Con información de Héctor Rangel

MLV