CLIMA Y FENóMENOS NATURALES

Enfermeras de Neonatología de la Raza, ejemplo durante el terremoto

Los pacientes de esta área tienen entre un kilo y dos de peso.

Y ¿qué pasaría si en medio de una venoclisis, una transfusión de sangre, si intentando salvar la vida de un recién nacido salido de una cirugía, sintiera un taladro bajo sus pies?

Cedamos la voz a ellas y ellos, parte ya de los notables de este país, encargados de una unidad de terapia intensiva neonatal en medio de un terremoto.

“Fue muy aterrador. Con los papás afuera. Exactamente no podíamos sacarlos, son pacientes entubados”, narra María Irene Santos, enfermera de Neonatología del Centro Médico La Raza.

“Las cunas de neonatología chocaban unas con otras”, explica por su parte Susy Angélica Estrada, enfermera especializada.

Los plafones cayeron, las soluciones, la leche de los recién nacidos. Los frenos de las unidades de cuidado neonatal se botaron.

En la oscuridad, entre la intensidad del sismo, en un piso alto del Centro Médico La Raza se requerían más que decisiones. Era valor.  ¿Nos vamos? Evacuamos  como dice el protocolo? ¿Y ellos?  Todos decidieron seguir.

Otra de las enfermeras del Centro Médico La Raza, Hilda Fortanell Mendoza, señala: “Se comenzaron a caer las soluciones, el ‘baño María’ donde calentamos las leches de los bebés. Se tiró el agua y ahí andábamos nosotros tratando de desconectar para evitar que hubiera un chispazo”.

Por su parte, David Ortiz Ledezma, jefe de enfermería en el área de Terapia Neonatos del Centro Médico La Raza, dice: “Sacamos fuerzas porque vi a mis compañeras muy angustiadas y ninguna intentó salir, lo primero que hicieron fue sacar a los niños”.

Un día cualquiera como el 19 de septiembre, había 22 mil personas en el Centro Médico la Raza del IMSS, entre médicos enfermeras y pacientes.

Algunos con obesidad mórbida, mujeres en proceso de dar a luz, niños en terapia oncológica. ¿Cómo ayudarlos a ir a zonas seguras o bajarlos a áreas de contingencia?

“La gente se espantaba, en una crisis nerviosa, los ayudábamos a desalojar el hospital, mientras ellos bajaban nosotros subíamos. Más que el servicio era humanidad. Del piso seis había muchos niños.  Los tomábamos en brazos, los bajábamos y los volvíamos a subir. Cargar niños, bajar cuatro, subir otra vez una experiencia. ¿Qué es un paciente? En ese momento un paciente se convierte en familia”, explica Alejandro Mendoza, camillero del Centro Médico La Raza, del IMSS.

Para Jonathan González, otro camillero: “Un paciente pediátrico fue el primero que encontramos. Había que conseguirle un tanque de oxígeno, fui por él. Encontré que existe nobleza, buena fe”.

Maribel Rufino, subjefa de enfermería, dice que muchos papás estaban desesperados queriendo subir, los plafones se venían abajo, los pasillos llenos de humo. Añade sentirse orgullosa de ser enfermera y del trabajo de sus compañeros.

Ninguna de ellas ha abandonado el puesto de trabajo desde ese día.

Testimonios de estos días alterados, aciagos, quebrados, en los que entre todos recogemos nuestros pedazos.

“¿Mi instinto animal?  Buscar la salida.  ¿Mi instinto como enfermera?  Primero mi paciente”, dice Susy Estrada, enfermera de Neonatología.

 

Con información de Karla Iberia Sánchez

AAE