ESTADOS UNIDOS

Ángeles de la Frontera y su labor con los migrantes en Estados Unidos

Alejandro es un adolescente originario de Acapulco, Guerrero, llegó a Tijuana con la intención de cruzar a Estados Unidos; literalmente sintió que estaba del otro lado.

Utilizó los barrotes metal del muro fronterizo y subió a cinco metros de altura.

Vio los edificios de San Diego a lo lejos.

Sus manos se extendían y literalmente sintió que tocó Estados Unidos.

De caer a esa altura, le pudo provocar lesiones graves.

Es una historia de migrantes, de las miles que suceden diariamente en la frontera de México y los Estados Unidos. Enrique Morones, es el fundador de Ángeles de la Frontera, una asociación civil en San Diego, que tiene 31 años ayudando a los migrantes que viven en Estados Unidos o que intentan cruzar la frontera.

En los últimos días, Ángeles de la Frontera además ha dado asesoría jurídica a los migrantes, por el temor que hay entre ellos.

“Se siente mucho temor desde que entró Trump. Los abogados les dicen hay que actuar como si lo peor va a pasar, como si va a haber redadas, estén listos, es importante que los papás hayan firmado documentos diciendo que si los deportan. Los hijos se pueden quedar aquí en los Estados Unidos, todo eso se tiene que hacer antes, no pueden esperar a que llegue la migra tocando la puerta. Y si llega la migra tocando la puerta, no la abran, deben tener una orden de un juez, firmada por un Juez, diciendo a quien están buscando, que pasen esa forma debajo de la puerta, no abran la puerta”, explica Enrique Morones, fundador de Ángeles de la Frontera.

Hay miedo porque no se sabe, bien a bien, lo que está pasando.

“Y otra cosa, hay mucho fraude, hay abogados y notarios públicos, que no tienen ética y toman ventaja de la situación y le dicen a nuestra comunidad dame 5 mil dólares, yo te arreglo los papeles para que no te vayan a deportar, yo te puedo ayudar con esto. Eso no es cierto, no hay manera ahorita de arreglar la situación”, destacó Morones.

En las calles fronterizas de California, aunque nadie lo dice, esa incertidumbre de la que hablan, se siente.

Con información de Guadalupe Madrigal

KAH