Todas las noches decenas de hombres duermen en las inmediaciones de las centrales camioneras, son principalmente trabajadores de la construcción en espera de los contratistas que llegan muy temprano a seleccionar a algunos de ellos.
Javier, jornalero temporal, explicó que cuando se queda sin trabajo se sufre mucho y se batalla por la comida; visita a su familia cada mes porque el pasaje a Zitácuaro es de 500 pesos.
Al estacionamiento de la terminal de autobuses Observatorio llegan todas las noches luego de una jornada laboral, cuando la hay, a descansar un poco.
Amado, jornalero temporal en un tianguis de Neza, relató que el frío los hace levantarse.
Un cartón y una cobija es lo que ocupan para cubrirse un poco del frío. Su mochila, en donde guardan algo de ropa y herramienta, es ocupada como almohada para evitar que se las roben mientras duermen.
Son trabajadores que vienen principalmente de Michoacán, Morelos, Toluca, Veracruz y otros estados cercanos a la Ciudad de México (CDMX) y muchas veces por la falta de empleo o sueldo bajo no les alcanza para rentar un cuarto.
En algunas ocasiones el cartón y una cobija no es suficiente y estos hombres buscan otro lugar para mitigar el frío como un módulo de la Policía, en donde se meten y se refugian.
Juan, jornalero temporal, no tiene trabajo desde hace 15 días, está a la espera de encontrar un empleo.
Los jornaleros temporales ocupan lo que ganan para comer y si queda algo lo mandan a sus familiares, a quienes verán hasta que junten para el pasaje, convirtiéndose así, en migrantes dentro de su propio país.
Con información de Guillermo Segura
BLR
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