Después de que Alan de Jesús Acosta, de seis años de edad, fue diagnosticado con autismo, su familia se enfocó en sacarlo adelante.
A los tres años comenzó con terapias de cinco horas, los cinco días de la semana.
Beatriz Cabrera, mamá de Alan, señaló que desde “los dos años y medio es cuando nos dimos cuenta y empezamos a ver ciertas características… No volteaba a vernos cuando le llamábamos, se echaba a correr sin rumbo fijo, no jugaba con sus juguetes de manera funcional, los apilaba o los alineaba, prendía la licuadora y se tapaba los oídos. No hablaba”.
En las terapias, a los niños con autismo les ayudan a socializar y a aprender lenguaje, así como el control de los esfínteres. “Me siento contenta porque día a día veo avances, veo logros”, agregó la mamá de Alán.
Tres años después de haber iniciado terapia, Alan juega sin seguir patrones, convive con otros niños y acepta que la gente se acerque y lo toque.
Alan está en edad escolar y poco a poco aprende a leer y a escribir, incluso, fue parte de la escolta escolar.
En México, alrededor de 400 mil niños están dentro del espectro autista; un niño por cada 115 nacimientos.
Con un diagnóstico oportuno, que se puede realizar desde el año y medio de vida, pueden desarrollar una vida normal.
“El autismo es una condición de vida, no es una enfermedad”, apuntó la señora Beatriz; “él puede hacer su vida normal, puede tener familia, terminar una carrera, no hay impedimento”.
Con información de Susana López.
RMT