Los osos polares son criaturas hermosamente salvajes, pero vulnerables a los cambios en su hábitat. Dependen del hielo marino para casi todos los aspectos de su vida.
Hemos encontrado a una hembra con tres cachorros.
“Es la primera vez que veo a una hembra con tres cachorros. Hablé con los biólogos y tienen la teoría que quizá la madre adoptó un huérfano. Los osos no tienen tantos cachorros porque cuidarlos puede ser demasiado, pero se ven sanos”, afirma el guía y activista de Kaktovik, Robert Thompson.
La camada nació el invierno pasado, deben estar por cumplir un año de edad. Aprenderán a cazar observando a su madre, de quien dependen para sobrevivir.
El problema es que mientras no se forme el hielo marino están atrapados en la Isla de Barter.
Unos oseznos no pierden el tiempo, son muy curiosos.
Los movimientos de cabeza de lado a lado suelen indicar la mayoría de las veces que quieren comenzar a jugar. Se acuestan, giran en la nieve o hunden la cabeza bajo el hielo.
De los tres cachorros, el más pequeño es el más latoso y no da tregua a sus hermanos.
Después de un día entero de estar buscando comida, la madre decide que es tiempo de descansar, los cachorros se acurrucan y hacen como que duermen, pero al primer descuido se levantan a jugar.
El más grande de los trillizos se acerca demasiado, seguido de uno de sus hermanos.
Tratamos de hacer ruido con el auto para que se retire y mantener la distancia de observación, pero la madre se mantiene alerta.
Una hembra con cachorros puede ser agresiva, es capaz de atacar con tal de defender a sus crías.
Cuando un macho adulto solitario se les va acercando, la madre llama a sus crías con gruñidos profundos, mira fijamente al extraño y adopta una posición defensiva con la cabeza inclinada y haciendo fuertes exhalaciones por la nariz.
El intruso no se intimida. Los osos polares recurren a la confrontación como último recurso. La madre se levanta en dos patas y muestra su fuerza, los oseznos también intentan ahuyentar al intruso. Al final, el macho adulto prefiere retirarse, es el instinto salvaje lo que mantendrá vivo al más fuerte.
“Es impresionante cuando ves este tipo de comportamiento, ves como levanta las patas. Son animales de dos metros de altura, te sorprendes cuando ves la dimensión de lo que estas filmando, es impresionante. Hubo un momento de tensión, nosotros nos quedamos impresionados”, narró Benito Sánchez Rojo, productor de Por el Planeta.
Hemos seguido tanto a esta familia, que hemos aprendido que este trío no es de fiar, y en un descuido, nos muestran de lo que son capaces.
Mientras dejamos una cámara grabando una secuencia, las crías se aprovechan y se ponen a jugar con ella, usan la cámara y el tripie como trineo.
Cansados y aburridos del “juguete nuevo”, regresan a lo suyo, a buscar comida.
Las crías se ven sanas, lo malo, es que por lo menos uno de los cachorros no logrará sobrevivir el próximo invierno.
Con información de Alberto Tinoco Guadarrama
KAH