El intento de golpe de Estado de 1981

CIUDAD DE MEXICO, México, 2 jun. 2014.- El 23 de febrero de 1981 España vivió uno de los episodios más dramáticos de la naciente democracia encabezada por el Rey Don Juan Carlos Primero de Borbón, cuando la Guardia Civil española bajo el mando del teniente coronel Antonio Tejero asaltó el Palacio de las Cortes durante la votación para la investidura de Leopoldo Calvo-Sotelo a la Presidencia de Gobierno ante la dimisión de Vicente Suárez.

 

El asalto al Congreso de los Diputados

 

A las seis en punto de la tarde comenzó la votación nominal. A las 18:22 horas, cuando iba a emitir su voto el diputado socialista Manuel Núñez Encabo, estalló la operación “Duque de Ahumada”, en referencia al fundador de la Guardia Civil.

 

Según el plan trazado, un grupo de guardias civiles, subfusil en mano, irrumpió en el hemiciclo del Congreso de los Diputados encabezados por Tejero, quien gritó desde la tribuna “¡Quieto todo el mundo!” y dio la orden de que todos se tirasen al suelo.

Como militar de más alta graduación allí presente y como vicepresidente de Gobierno, el teniente general Manuel Gutiérrez Mellado se levantó, se dirigió al teniente coronel Tejero y le ordenó que le entregase el arma. Tras un brevísimo forcejeo Tejero hizo un disparo que fue seguido por una ráfaga de los subfusiles de los asaltantes.

 

Sin inmutarse, el general permaneció indiferente al sonido de las armas mientras la mayor parte de los diputados se tiró al suelo. El diputado Carrillo y el presidente saliente Vicente Suárez se mantuvieron sentados en sus escaños. Suárez incluso trató de asistir a Gutiérrez Mellado.

La intentona fue grabada por un camarógrafo

Pedro Francisco Martín, operador de TV española, grabó más de media hora del momento aportando al mundo un documento audiovisual de incalculable valor sobre la tentativa que pretendía lograr el llamado “vacío de poder” para crear un nuevo poder político.

 

Sublevación en Valencia

Poco después y siguiendo el plan previsto, se sublevó en Valencia el capitán general de la Tercera Región Militar, Jaime Milans del Bosch, quien desplegó la División Acorazada “Maestrazgo”, con 1,800 efectivos, decenas de vehículos militares y 4 tanques, por las calles, desde el puerto de Valencia hasta el centro de la ciudad, apuntando a los edificios institucionales como el Ayuntamiento y las Cortes valencianas.

 

Del Bosch declaró el estado de excepción e intentó convencer a otros militares de secundar la acción. Aquella noche la ciudad estuvo rodeada de militares con blindados y otros camiones del ejército que habían salido de las bases de Bétera y Paterna. Una columna blindada se dirigió a la base aérea de Manises para convencer a su comandante de que se sumase al golpe, pero éste no sólo se negó, sino que amenazó con desplegar dos aeronaves con misiles contra los tanques.

 

A las nueve de la noche, un comunicado del Ministerio del interior informaba de la constitución de un gobierno provisional con los subsecretarios de todos los ministerios, presidido por Francisco Laína, director de la Seguridad del Estado, para asegurar la gobernación del Estado en estrecho contacto con la Junta de Jefes de Estado Mayor.

 

Situación de las Capitanías Generales

 

Cerca de dos de la mañana, después del asalto de Tejero al Parlamento, se informó que se habían sublevado la Segunda Región Militar de Sevilla bajo el mando de Pedro Merry Gordon, La Tercera de Valencia con Milans del Bosch y la Cuarta de Barcelona con Antonio Pascual Galmes.

 

En contraste, la Primera Región Militar de Madrid, las Capitanías Generales de Baleares y Canarias, la Séptima de Valladolid, la Jefatura Marítima del Mediterráneo y la Quinta de Zaragoza, le transmitieron al Rey de España que estaban a su disposición.

 

Negativa del Rey

 

La negativa del rey a apoyar el golpe permitió abortarlo a lo largo de la noche recordada como “la noche de los transistores”, debido a que la Cadena Ser continuó emitiendo y una buena parte de la población veló pegada a la radio siguiendo los acontecimientos.

 

El propio monarca se aseguró, mediante gestiones personales y de sus colaboradores, la fidelidad de los mandos militares, aunque algunas fueran ambiguas, como la respuesta del capitán general de Baleares, Manuel De La Torre Pascual, amigo personal de Pedro Mas Oliver, teniente coronel ayudante de campo de Milans del Bosch.

 

También destacó la actitud del presidente de la Generalidad de Cataluña, Jordi Pujol, quien poco antes de las diez de la noche transmitía a toda España por Radio Nacional y Radio Exterior una alocución donde llamaba a la tranquilidad.

 

Hasta la una de la madrugada tuvieron lugar gestiones desde el Hotel Palace, en los alrededores del Congreso, lugar elegido como centro de operaciones por el general Aramburu Topete, director general de la Guardia Civil.

 

El monarca también contó con la ayuda de Sabino Fernández Campo, secretario general de la Casa del Rey, quien ayudó al rey a realizar llamadas a diversos sectores militares como capitanías generales, estado mayor, etc., para pedir su apoyo.

 

La actitud de Alfonso Armada

 

A la medianoche el general Alfonso Armada llegó al Congreso de los diputados con el propósito de convencer a Antonio Tejero de que depusiera su actitud y le permitiera asumir el papel de jefe de Gobierno a las órdenes del Rey, con un gabinete conformado con políticos de todos los partidos. Pero como Armada no propuso la instauración de una junta militar presidida por Milans del Bosch o la creación de un gobierno en el que del Bosch fuera ministro de defensa, Tejero se opuso. “Yo no he asaltado el Congreso para esto“, le respondió airadamente. Tras una agria discusión, el teniente coronel despachó violentamente al general Armada sin dejar que se dirigiera a los diputados. Perdida toda opción, Armada salió del Palacio de las Cortes refiriéndose a Tejero como un hombre completamente loco.

Intervención televisiva del Rey

A la una y catorce minutos de la madrugada del 24 de febrero, el Rey apareció en televisión vestido con uniforme de Capitán General de los Ejércitos para defender la Constitución española, llamar al orden a las Fuerzas Armadas en su calidad de Comandante en Jefe y desautorizar a Milans del Bosch.

 

A partir de ese momento el golpe se dio por fracasado. Del Bosch, aislado, canceló sus planes a las cinco de la mañana y fue arrestado, mientras Tejero resistió hasta el mediodía, aunque desde la mañana habían sido liberados los diputados.

 

Reacciones internacionales

El intento de golpe fue condenado con por la Comunidad Económica Europea, con quien España estaba negociando una adhesión. Estados Unidos se mantuvo oficialmente neutral. Durante el juicio, Tejero aseguró que EU, y el Vaticano habían sido sondeados por el general Armada. El secretario de Estado norteamericano Alexander Haig, se limitó a decir que “El asalto al Congreso de los Diputados, era un asunto interno de los españoles”, lo que le valió severas críticas internacionales.

 

Una vez fracasado el golpe, EU, cambió el tono de sus declaraciones radicalmente y señaló: “Tenemos que congratularnos de que en España haya triunfado la democracia“.

 

El Vaticano no realizó declaraciones hasta el día 24, cuando condenó el golpe ya fracasado.

 

El juicio y las consecuencias del golpe

 

Tras el golpe quedaron algunas interrogantes, especialmente sobre el papel que jugó cada uno de los principales golpistas y especialmente las intenciones y los apoyos.

 

Las consecuencias más destacadas fueron dos: El inicio de un proceso de involución autonómica con la aprobación de la Ley Orgánica de Armonización del Proceso Autonómico, posteriormente declarada parcialmente inconstitucional, y que la monarquía salió poderosamente reforzada entre la población y los medios políticos.

 

En el juicio seguido ante el Consejo Supremo de Justicia Militar, conocido como el Juicio de Campamento, fueron condenados 29 militares y un civil. A los principales responsables Milans del Bosch, Alfonso Armada y Antonio Tejero Molina, les dieron 30 años de reclusión.

 

La trama civil del golpe nunca fue investigada de modo riguroso y el único civil condenado fue el ex dirigente de los Sindicatos Verticales de la dictadura franquista Juan García Carrés.

 

El papel del CESID

 

Tampoco fue suficientemente aclarado el papel desempeñado por José Luis Cortina, comandante del entonces denominado CESID, hoy Centro Nacional de Inteligencia, absuelto en el juicio por falta de pruebas. Sólo el capitán Vicente Gómez Iglesias, un subordinado suyo, fue condenado por organizar la llegada de los guardias civiles asaltantes al Congreso utilizando vehículos, placas de matrícula falsas y equipos de transmisiones pertenecientes a la escuela de agentes operativos del CESID.

 

Els