El sarampión, la vacuna y los riesgos para la salud

El sarampión es una de las enfermedades más contagiosas en el humano. Una persona enferma no vacunada o que no ha padecido la enfermedad tiene un riesgo de contagiarse superior al 90 por ciento.

 

El sarampión es ocasionado por un virus que ingresa por las vías respiratorias al estar en contacto con una persona enferma que tose o habla expulsando partículas virales en su saliva. Al llegar al cuerpo de la persona el virus se replica generando síntomas de 8 a 12 días después del contagio. 

Las manifestaciones clínicas incluyen fiebre alta, superando incluso los 40 grados centígrados, malestar general muy intenso, dolor de cabeza, catarro, ojos rojos, diarrea y vómito. Se le conoce la enfermedad de los tres catarros porque la persona tiene salida de fluidos por la nariz, los ojos y el recto.

 

Un síntoma característico del sarampión es la presencia de un conglomerado de puntos blancos en los carrillos a la altura de la segunda muela superior, después de lo cual suelen aparecer las “ronchas” o manchas rojas en la piel que ocasionan comezón. Éstas suelen iniciar en la cara y continuar hacia abajo por el cuello, tronco y extremidades.

 

El sarampión es de las infecciones virales de la infancia que más riesgo de complicaciones presentan. Entre éstas figuran la neumonía, infección del oído medio que puede llegar a ocasionar incluso sordera y la complicación más temida: la encefalitis, capaz de dejar severas secuelas neurológicas.

 

Las personas con sarampión suelen deshidratarse rápidamente ya que pierden gran cantidad de líquidos causa del vómito, la diarrea y la fiebre y no toleran la vía oral para ingerir bebidas hidratantes.

 

No hay cura para el sarampión, lo único que está al alcance de los enfermos es mejorar los síntomas mediante el reposo absoluto y medicamentos para bajar la fiebre.

 

La fases más molesta de la enfermedad puede durar hasta siete días y posteriormente remitir en forma paulatina, pero el riesgo de ciertas complicaciones, como la encefalitis, perdura hasta siete años después del padecimiento.

 

La vacuna contra el sarampión debe aplicarse a todos los niños al año de edad y un refuerzo entre los 4 y 6 años. El no vacunar a los niños representa un severo riesgo para su salud y su vida, además de poner en riesgo a los más vulnerables, que son los bebés menores de un año que no pueden recibir la vacuna puesto que su sistema inmunológico no está preparado para ella. 

 

Una persona que cuenta con la vacuna inicial y su refuerzo está protegida contra el sarampión

 

Es importante destacar que ningún estudio clínico ha establecido una relación entre la aplicación de la vacuna contra el sarampión y el desarrollo de autismo y está comprobado que los beneficios de la vacuna son muy superiores a sus potenciales riesgos.

VM,