PARIS, Francia, 20 oct. 2014.- Mucho se había especulado sobre la situación política interna de Corea del Norte y del estado de salud de su líder, Kim Jong Un, dada su prolongada y misteriosa desaparición de la vida pública.
Durante más de un mes el dictador norcoreano no acudió a ningún acto oficial. ¿Estaba vivo? ¿Lo derrocaron? se preguntaba el mundo entero.
El suspenso llegó a su fin.
Kim Jong Un reapareció hace unos días apoyándose en un bastón. Estaba inspeccionando el distrito residencial científico Wisong, en Pyongyang, la capital norcoreana. En las fotos difundidas por la agencia oficial de Corea del Norte, KCNA, el líder de 31 años luce sonriente y, según los observadores, bien aferrado al poder.
Los medios norcoreanos guardan un silencio sepulcral, tanto en torno al alejamiento de la escena pública, como a sus problemas de salud.
Las noticias llegan de Corea del Sur. Uno de sus periódicos, Jonn Ang II bo, informa que Kim Jong Un padece un edema en una pierna y ampollas. El hombre fuerte de Corea del Norte, señala el mismo medio, fue operado por un médico francés en el hospital de Bongwa, en Pyongyang, la capital norcoreana.
No es la primera vez que el régimen de Pyongyang llama a cirujanos galos, que considera los mejores del mundo, para salvar a sus dirigentes.
Entre la Corea comunista y la medicina francesa hay una larga historia de complicidad.
Hace 6 años, cuando el padre del actual líder, Kim Jong Il, se cayó del caballo y sufrió un ataque cerebral, Pyongyang contactó al jefe de neurocirugía del hospital de Santa Ana de París, François-Xavier Roux, quien se trasladó a la Corea comunista en la más absoluta discreción para atender al antiguo dirigente.
Otro médico galo fue solicitado para ocuparse de la esposa de Kim Jong Il, que parecía cáncer de mama.
A principios de la década de los 90 un equipo de cardiólogos franceses colocó un marcapasos al Gran Lider, Kim Il Sung, fundador del Estado norcoreano y abuelo del mandatario actual.
Kasia Wyderko
