LIMA, Perú, 22 oct. 2014.- Los poderosos tentáculos del narcotráfico no sólo se extienden en el mundo del hampa, también alcanzan a las instituciones, entre ellas la justicia y la policía de Perú.
Es el caso, este último, de nueve policías, entre ellos un alto oficial, detenidos por su propia institución acusados de tráfico de drogas.
La red mafiosa de policías robaba cargamentos de cocaína a los narcotraficantes y luego los revendía a otros capos de la droga.
Ocurrió en el Alto Huallaga, una de las zonas de mayor influencia del narcotráfico, en la selva central del Perú.
Hasta allí llegaron agentes de contrainteligencia para capturar a sus propios colegas de uniforme.
Una paciente investigación que incluyó declaraciones de testigos y escuchas telefónicas, determinó que los policías despojaban de cargamentos de droga y dinero a narcotraficantes peruanos y extranjeros.
Su último delito lo cometieron en abril pasado. Robaron un significativo alijo de cocaína y un maletín lleno de dólares a mafiosos colombianos en el Bajo Huallaga.
Desde entonces, comenzaron a ser investigados sigilosamente hasta que esta semana fueron detenidos en sus propias instalaciones policiales.
Increíblemente, el cabecilla de la mafia policial era el comandante Marco Antonio García Gómez, jefe del departamento de operaciones tácticas antidrogas de la ciudad de Tarapoto, región San Martín.
Es decir, el hombre que el estado peruano preparó y adiestró para enfrentar la plaga del narcotráfico le dio la espalda a su institución y sucumbió ante el canto de sirenas del narcotráfico.
Ricardo Burgos
