Museo polaco expone caricaturas antisemitas

VARSOVIA, Polonia. Oct. 23, 2013.- El Instituto Histórico Judío de Varsovia abrió al público una exposición de trescientas caricaturas antisemitas publicadas por la prensa polaca entre 1919 y 1939.

La muestra gira en torno al antisemitismo que vivía el país antes de la Segunda Guerra Mundial, en momentos en que la población judía de tres millones representaba el diez por ciento de la población total.

La imagen deformada del judío es expuesta con grabados y dibujos que los representan como seres avaros, malignos y traidores.

Las caricaturas se ensañan con los rasgos considerados típicos del judío en esa parte de Europa, donde el estereotipo era de nariz grande y aguileña, orejas de ‘soplillo’, barba y ropas negras.

El antisemitismo fue haciéndose cada vez más frecuente en la Polonia de los años veinte y especialmente de los treinta, cuando parte de la población polaca gentil llegaba a señalar a los judíos como encarnaciones del mismo demonio.

La crítica era todos los días con acusaciones de bolcheviques, comunistas o capitalistas explotadores y se le culpaba de desangrar al país y de ser malos patriotas.

La situación se radicalizó con los matrimonios mixtos entre polacos judíos y católicos.

La ola antisemita se disparó tras la muerte del jefe del Estado y padre de la independencia polaca, el mariscal Pilsudski en 1935.

Tras la muerte de Pilsudski el antisemitismo fue promovido constantemente por su principal adversario, Roman Dmowski, político nacionalista y cofundador del partido Democracia Nacional.

En años previos a la invasión nazi de 1939, miles de judíos lograron emigrar a Polonia desde la Unión Soviética y, sobre todo, Alemania, lo que incrementó el rechazo de parte de la población católica hacia el judío que en ciudades como Varsovia representaba un tercio de la población total.

Las autoridades introdujeron restricciones al número de alumnos judíos en muchas universidades de Polonia a partir de 1935, y las figuras públicas con antecedentes judíos, incluyendo artistas y escritores, fueron estigmatizadas por la prensa más radical.

En agosto de 1936 se introdujo una ley que obligaba a los propietarios de negocios a poner sus apellidos en los carteles de sus comercios para identificarlos lo que desencadenó una ola de ataques contra las propiedades judías.

Con la invasión nazi los judíos polacos se enfrentaron al drama del Holocausto y se estima que unos tres millones perdieron la vida víctimas de la guerra y de la llamada solución final.

Algunos autores, como el historiador Jan T. Gross, han analizado la actitud de los polacos gentiles ante la masacre de sus vecinos judíos, un pasaje oscuro de la historia de Polonia del que todavía hoy se evita hablar.

Según este autor, en la Polonia ocupada se dieron casos de gentiles que colaboraron en el asesinato de compatriotas judíos, o que simplemente se apropiaron de sus bienes tras su muerte.

Tras la II Guerra Mundial y la llegada del comunismo se vivieron años de relativa paz para el pueblo judío, hasta que a finales de los años 60 el creciente descontento popular llevó al Gobierno comunista a recurrir al antisemitismo para desviar la atención.

Una campaña estatal anti sionista se desató en la prensa polaca, lo que desembocó en la expulsión de los judíos del Partido Polaco de los Trabajadores (el partido único) y en la salida del país 25.000 que se vieron forzados a emigrar entre 1968 y 1970.

Actualmente se estima que en Polonia residen unos 12.000 judíos, una cifra muy alejada de los 3,4 millones que habitaban el país centroeuropeo en los años 30. Cientos de miles murieron en los campos de concentración en la Segunda Guerra Mundial.

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